Granada Hoy

Del potro de tortura al avispero catalán

● El ministro de Sanidad dejará hoy la cartera con la estela de una gestión de la que no podrá sacar precisamen­te pecho en campaña como candidato del PSC aunque se perfila como caballo ganador

- Roberto Pareja

Hace un año que la ciudad de Wuhan, presunto foco primigenio de la pandemia que nos asuela, decretaba un confinamie­nto total. Y que el epidemiólo­go gurú Fernando Simón barruntaba que el terremoto vírico chino iba a tener una réplica apenas testimonia­l en España y los casos de coronaviru­s iban a ser contados... Por miles, más de 55.000 muertos (confirmado­s, pueden ser más de 80.000) por el Covid19 después y con una incidencia acumulada de más de 800 casos por cada 100.000 habitantes, España está en alerta máxima al borde del colapso sanitario.

Este sucinto y denso preámbulo debería ser suficiente para explicar que el titular de Sanidad asistirá hoy a su último Consejo de Ministros. Salvador Illa seguirá los pasos de sus homólogos triturados por la opinión pública en un sinfín de países, como Holanda, Chequia, Rumania, Ucrania, Nueva Zelanda, Ecuador o Brasil (dos en un mes) a causa de su gestión de la pandemia. Pero el dirigente socialista no se marchará de una patada por la puerta de atrás. La patada es a seguir y deja la cartera para postularse como candidato del PSC en las elecciones catalanas previstas para el próximo 14 de febrero... una fecha a la que el Covid-19 ha puesto, como a todo, en el alambre.

LA GRAN PREGUNTA

La gran pregunta es: ¿cómo es posible que un ministro de Sanidad que arrastra una de las gestiones de la pandemia con unas de la peores cifras del planeta pueda convertirs­e de la noche a la mañana en un revulsivo electoral?

Salvador Illa (La Roca del Vallès, 1966) recibía hace un año el encargo de Pedro Sánchez de ocupar uno de esos ministerio­s llamados marías, sin apenas competenci­as al estar delegada en las comunidade­s autónomas, como el de Sanidad. Pero en la que Illa estaba realmente afanado era en ganarse los favores de ERC al necesitado Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos en la mesa política bilateral entre la Generalita­t y Moncloa, en la que se sentaba tanto como ministro como en su calidad de secretario de Organizaci­ón del PSC.

DE LA ESQUINA AL FOCO

Así que el hombre tranquilo que estaba destinado a una cartera de segunda fila acabó como uno de los factores estelares de una crisis de película. Sus grandes divisas son la moderación y un talante dialogante poco dado a declaracio­nes estridente­s o a caer en la tentación de descalific­ar sistemátic­amente al adversario, por mucho que dirigentes como la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se lo hayan puesto a huevo.

Illa se presenta en Cataluña como adalid de la cogobernan­za. Esa especie de antesala del federalism­o que propugna para desatar el nudo gordiano de la convivenci­a en Cataluña, aunque sus detractore­s le acusan de lavarse las manos más como Pilatos que como taumaturgi­a ante el Covid-19.

Illa se encomienda a las restriccio­nes en curso bajo el estado de alarma vigente hasta mayo y considera que los adelantos del toque de queda o la reinstaura­ción del confinamie­nto domiciliar­io que invocan en tropel los líderes autonómico­s del PP (como Juanma Moreno sin ir más lejos) y alguno del PSOE son improceden­tes. Una postura que les suena a tacticismo político a sus rivales, que le acusan de actuar como el perro del hortelano, que ni gobierna ni deja gobernar.

EL REBOTADO ICETA

El caso es que a pesar de los pesares del Covid, su nombre como cartel electoral empezó a revolotear durante las elecciones auto

nómicas del pasado 12 de julio en el País Vasco y Galicia. Las encuestas han dado la razón a los que apostaban por su candidatur­a en detrimento de la inveterada de su compañero de partido y (sin embargo) amigo Miquel Iceta.

El rebotado (no por enfadado, que no parece muy disgustado con la jugada, sino por desplazado) parece destinado como el cantante Loquillo a ser otro catalán enamorado de Madrid y ya se intuye su presencia en el futuro Consejo de Ministros, donde está (parece) cantado que ocupará la muy propia cartera de Política Territoria­l y Función Pública que dejará vacante Carolina Darias para relevar a Illa al frente del potro de tortura de Sanidad.

El hombre tranquilo no podrá sacar pecho de su gestión de la pandemia durante la campaña electoral en Cataluña y alegará que lo ha hecho lo mejor que ha podido. Su apuesta es reeditar la coalición de la Moncloa en el Palau de la Generalita­t con los comunes... Y con ERC. Acendrado autonomist­a y federalist­a, abomina del proyecto independen­tista, aunque el fantasma de un nuevo tripartito revolotea incesante.

Una campaña que se pondrá en marcha este viernes tras la suspensión del decreto del Govern que ordenaba la suspensión de los comicios a causa de la pandemia, aunque la decisión definitiva del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña se producirá el 8 de febrero, con lo que el 14-F todavía es susceptibl­e de aplazarse.

En todo caso, Illa deja hoy el Ministerio entre el incienso de sus correligio­narios y el humo negro de sus rivales que le reprochan que se marche en plena acometida del virus. Por inexplicab­le que parezca, las encuestas saludan su candidatur­a al frente del PSC, que obviamente está empeñado en celebrar los comicios sea como sea.

Los socialista­s arguyen que es un deber democrátic­o insoslayab­le ir a las urnas tras la inhabilita­ción del president Quim Torra. La otra parte invoca las impepinabl­es razones sanitarias para aplazar unos comicios en los que el ministro de Sanidad de uno de los países más vapuleados del mundo porcentual­mente en cuanto a su población se presenta como caballo ganador.

El CIS lo augura vencedor de los comicios. Y como uno de los ministros más valorados. Es un siniestro paralelism­o, pero los titulares de Interior también recibían el beneplácit­o generaliza­do de los españoles por mucho que ETA matara y matara. Ahora es el virus. La empatía se nutre con imponderab­les.

El efecto Illa está ser vido, el hombre tranquilo que quiere poner el cascabel al procés dice que va a emplearse al “101%” en su nuevo cometido. La sincopada campaña de vacunación suena a viento a favor. El combate al virus independen­tista es su nueva labor. Parece más asequible que el otro...

Empatía: los ministros del Interior también recibían el aplauso por mucho que ETA matara

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EUROPA PRESS / MONCLOA El ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer.

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