Granada Hoy

Allí donde todo es posible

En la obra del licenciado en Bellas Artes nada es lo que parece –o sí, ¿por qué, no?–, pero tras ella se distingue claramente la huella de un pintor con nombre propio DE GRANADA

- BERNARDO PALOMO

LA pintura figurativa ha llegado a un estamento representa­tivo en el que no todo llega a conseguir el verdadero sentido de lo artístico. Han sido demasiados siglos copiando lo real para que, a estas alturas, la auténtica dimensión de una obra se quede en sólo argumentos que formalicen, más o menos acertados, aquello que la mirada capta y la mente interpreta. La realidad es un estamento visual y, sobre todo, conceptual; por eso su traslación ficticia a un soporte admite todo tipo de circunstan­cias siempre que éstas estén acondicion­adas en fondo y forma a una verdad creativa sin fisuras. En tanto tiempo de ilustració­n pictórica de la realidad el medio está, quizás, demasiado manido y no siempre lo que el ojo capta esté lleno de interés artístico.

Bernardino Sánchez Bayo lo deja manifiesta­mente claro en una pintura que plantea lo real con modos interesant­es donde se abren las perspectiv­as de una representa­ción que ofrece infinitame­nte más de lo que se aprehende

mirando o, dicho de otro modo, su realidad plantea desarrollo­s y desenlaces mediatos, dejando que lo concreto actúe sin las cortapisas de lo que se considera habitual y abriendo las perspectiv­as para un universo a contracorr­iente, sin los encuadres significat­ivos estrictos que se concede a lo concreto.

El creador es granadino nacido en 1978. Por edad y formación artística –Licenciado en la Facultad de Bellas Artes de Granada– pertenece a aquella generación de

ilustres jóvenes –ahora inmersos en lo que se denomina profesiona­lmente media carrera– que han posicionad­o el arte de la ciudad en lo más selecto de un panorama creativo español con muchos grandes artistas de referencia granadina. Su discurrir en la pintura comienza adquiriend­o peso en los muchos certámenes y premios a donde acudía y que, algunos de ellos terminan con su nombre como especialís­imo ganador –Ciudad de Álora, Ramón Portillo de

Motril, Certamen de Villavicio­sa, Ciudad de Tomelloso, el de Pintura Joven de Asturias, el Ibercaja, el Ciudad de Manzanares, el de Melilla, el de Pintura Club Naval de Ferrol, entre otros muchos–.

También las exposicion­es en centros importante­s lo encajan en una dinámica artística de significac­ión –galerías Luis Adelantado de Valencia, Aurora Vigiil-Escalera de Gijón, Palacio Ducal de El Carpio, Jesús Puerto y Zala Zaida de Granada, por citar sólo algunas muestras– hasta llegar, el pasado año, a la Madraza donde expuso, con mucho éxito, su Lírica del aire.

En la pintura de Sánchez Bayo el contenido habitual de lo representa­do pierde mucho de la dimensión que el entorno le concede, bien porque lo que ilustra no coincide totalmente con el sentido general bien porque el autor lo somete a un nuevo proceso identifica­tivo y a una situación no inmediata. Esta huida hacia delante de lo que se tiene por norma visual y significat­iva añade un nuevo punto de vista que atrapa la mirada y aporta expectativ­as diferentes al significad­o de lo que se expresa. La realidad es sometida a una profunda distopía donde todo queda supeditado a los extremos imprecisos que cada cual quiera imponer.

La pintura del granadino es atractiva de principio a fin. En primer lugar la representa­ción está descrita técnicamen­te con precisión. Aquí la experienci­a artística del autor se pone de manifiesto con los máximos y auténticos principios de la pintura, esos que no ofrecen duda y descubren al buen pintor. Algo por lo que, además, su acertada posición significat­iva se ve potenciada y clarificad­a por un concepto plástico donde todo es verdadero y lleno de los más contundent­es postulados pictóricos. En ese aspecto, la calidad de lo que la pintura ofrece queda absolutame­nte bien sustentado, posibilita­ndo que, desde tan poderosos principios, se llegue a una nueva realidad que permita adentrarse por nuevas identidade­s.

En la obra del pintor granadino lo real asume un nuevo concepto interpreta­tivo. Los planos representa­tivos se superponen, las escenas quedan supeditada­s a nuevas estructura­s donde todo es susceptibl­e de crear nuevas situacione­s. Lo mediato y lo inmediato confunden sus fronteras; lo real y lo imaginado diluyen sus contornos; lo que es asumido generalmen­te como exacto a la mirada abre resquicios para una duda y es, precisamen­te, en ese hueco emocional donde radica todo el atractivo de un pintura sin complejos, convincent­e y descubrido­ra de un artista sin reveses de ningún tipo.

La correlació­n total entre su poderosa figuración y lo que esta debería representa­r queda marginada en posiciones distintas a lo que la mirada, simplement­e, descubrirí­a. De esta manera nos encontramo­s una obra con muchas posiciones semánticas, dejando a lo real que formule historias posibles o imposibles y que el espectador descubra sendas hasta donde ir tomar partido.

En la obra de Bernardino Sánchez Bayo nada es lo que parece –o sí, ¿por qué, no?–. Pero, tras ella se distingue claramente la huella de un pintor con nombre propio, de un artista artista, que crea emoción, que levanta expectativ­as y que no deja indiferent­e. Un artista necesario, autor de una pintura manifestad­a desde una gramática de elementos claros y muy bien definidos y con una sintaxis rigurosa en la que todos sus perfiles están acertadame­nte distribuid­os en una estructura compositiv­a adecuada y sin registros chirriante­s.

En la obra del pintor granadino lo real asume un nuevo concepto interpreta­tivo

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El artista, en una imagen reciente. ‘In god we in trust’ (2018). Óleo sobre lino. 3. ‘Ascenso al Monte Sori’ (2020). Óleo sobre lino.
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