No me arrepiento de nada
Nunca sabremos cuantas victimas van a costar las elecciones catalanas. Pero las declaraciones del Ministro de Sanidad, Salvador Illa, al ser sustituido en su cargo, diciendo que pese al alto número de contagios (una incidencia de 885 casos por cada 100.000 habitantes), del 24% de hospitalizaciones y del 40% de casos en Cuidados Intensivos, ha afirmado: “No me arrepiento de nada de lo que he hecho. Dejo mis responsabilidades en el momento en que lo tengo que hacer”.
Creo ha faltado algo de humildad en sus palabras de despedida, aunque solo fuera por los más de 80.00 muertos que deja atrás. Un sentimientos frío como un témpano y no cualificado para el puesto que ha desarrollado penosamente, sobrado de ideología y nefasto en gestión.
Creo honradamente que, cuando no se tiene ni siquiera dignidad, uno no se puede arrepentir de sus errores.
Su legado es una gestión desastrosa que ha ocasionado muerte y destrucción económica. Si a pesar de esto y porque es una persona educada es un buen candidato, Cataluña de verdad está muy mal. Por favor, que no vuelva más.
Puedo entender que alguien no se arrepienta de algunas cosas, pero que no se arrepiente absolutamente de nada cuando las cosas están tan mal, me parece, grotesco, loco, falso, falto de autocrítica.
En otras palabras, pese a lo mal que ha resultado todo, si volviera a nacer, haría lo mismo. Lo bueno es que no volverá a nacer. Lo malo es que nacerán un millón como él para otra pandemia igual o peor. Dios nos coja confesados.
En su adiós, Savador Illa ha recibido el halago de sus compañeros de Gobierno. La encargada de ello ha sido la portavoz y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que ha destacado de él su “honestidad, humanidad y talante” y haber aportado “serenidad y diálogo a la política”, encima halagos y mentiras. Faltaron mascarillas, ahora faltan jeringuillas, todos los desastres terminan en Illa, qué curioso.
¿Arrepentirse? Su inteligencia y su integridad no dan para tanto. Tampoco esperaba menos de un individuo tan patético como el ministro Salvador Illa. Un adecuado colofón para el recuerdo de este ser nefasto, como todos los que le rodean. Antonio Luis Gallardo