¡LA LECHE!
LOS ingleses tienen una larga y divertida tradición de “nonsense”: sinsentido cultivado como disparatado juego de palabras que vulnera la racionalidad y se resiste a toda interpretación. De antigua tradición popular relacionada con juegos y canciones infantiles, su formulación moderna es atribuida por la Enciclopedia Británica al ilustrador y escritor Edwar Lear, que publicó su Book of Nonsense en 1846, aunque existe el precedente de los parlamentos sin sentido del cachondo comediógrafo Samuel Foote (1720-1777). Uno de sus más ilustres cultivadores fue Lewis Carroll. En el siglo XX lo reivindicaron los surrealistas y escritores como Gómez de la Serna, Huidobro o Cortázar. Sin olvidarnos del I Am the Walrus ( Yo soy la morsa) de los Beatles.
Pues bien, parece que la tradición británica del “nonsense” no ha cesado. He leído uno tan disparatado como los de Lear o Carroll. Dice que los hospitales universitarios de Brighton y Sussex han inventado una “guía de lenguaje” pródiga en “términos inclusivos” para la comunicación con “pacientes trans y no binarios”. Se propone la sustitución de “leche materna” por “leche humana”, el empleo, junto a los términos “clásicos” de padre o madre, de los de
“persona”, “copadre”, “segundo padre biológico” y otros “neutros derivados”; utilizar en todos los casos “mujeres o personas que amamantan”, “mujeres o personas que dan a luz”, “mujeres y personas embarazadas”, “mujeres y personas de postparto” y “servicio perinatal” en vez de maternidad. También se recomienda sustituir la expresión inglesa “breast feading”, literalmente “alimentar con la mama”, equivalente de nuestro amamantar o dar el pecho, por “chest feading”: alimentar con el torso. Se trata, explican estas lumbreras, de evitar el uso exclusivo de “mujer” para “incluir a las personas trans y no binarias”.
Muy divertido. El problema es que no es un “nonsense”, un disparatado juego de palabras, sino recomendaciones e instrucciones reales. Como tampoco es un “nonsense” que una heladería de Covent Garden haya puesto a la venta helados de leche materna llamados Baby Gaga. Se fabrica con leche materna de donantes a las que paga 22 libras por cada 300 gramos, pasteurizada y mezclada con vainilla de Madagascar y ralladura de limón. Querido Obélix, no son estos romanos quienes están locos. Haría falta que otro Orff escribiera “Stultitia emperatrix mundi”.
Proponen en Londres sustituir “leche materna” por “leche humana” para “incluir a las personas trans y no binarias”