El estado de la ciudad

Se ha celebrado el pleno del Ayuntamiento, y los partidos han expuesto sus puntos de vista de un año y medio de cambio de gobierno. Desde sus casas y de cuerpo presente, se han reunido y comentado los cambios que se han producido en Granada. Los cambios son evidentes, el teletrabajo desde casa es un avance sorprendente.

Ha habido cambios como por ejemplo, déjame pensar, la estación de gasolina de Villarejo ha cambiado de marca, y ahora luce una fachada roja. También, déjame pensar, se ha vuelto a abrir toda la calle, por tercera o cuarta vez, de los paseos Universitarios, y también se han colocado pantallas publicitarias por el centro. Qué más… ah sí. Onofre está más delgado, se cuida más la dieta, y Puentedura se ha puesto gafas que le quedan muy bien, y está bastante guapo, la concejala Cabrerizo tiene un aire más juvenil, y el señor Cambril pasea con garbo y elegancia su gabardina, además le ha dado un aire intelectual y literario a la corporación, y eso se nota, porque ha subido el nivel de las letras. El señor del fular, el exalcalde Cuenca sigue igual, está hecho un deportista. Sebastían Pérez, el niño rebelde, está perdido, hace tiempo que no se le ve, andará enfadado, pero la paga le llega sin falta todos los meses a su cuenta bancaria. ¿Quién más hay por ahí? Ah sí, el alcalde, el señor, ¿cómo se llama? ¡Ay dios mío mi memoria!, Luis Salvador, ¡qué clase y qué buen porte y saber estar tiene este hombre!, y en su mandato, a poquito a poco, se está quitando el tic del cuellecito para arriba cuellecito para al lado, como si tuviera una bolita incómoda en medio de la garganta, este tic lo está puliendo, porque no queda estético en los medios.

Así que en general, a todos se les ve la mar de bien y contentos, a pesar del bichito que anda haciendo de las suyas. Y yo me alegro. Pues qué más… ah, el estado de la ciudad. Pues habrá que decir: bien gracias, todos bien en la familia gracias a dios. Supongo. Rubén Darío Vallés