Los militares birmanos acusan a los manifestantes de incitar a la violencia
● La Policía presenta un nuevo cargo contra la líder depuesta, Aung San Suu Kyi
La junta militar de Birmania acusó ayer sin pruebas a los manifestantes prodemocráticos de violentos y de atacar a la Policía, mientras que se presentaron más cargos contra la líder depuesta, Aung San Suu Kyi, en medio de nuevas movilizaciones.
En la primera rueda de prensa desde el golpe de Estado del pasado día 1, el portavoz del Ejército, Zaw Min Tun, indicó que los manifestantes antijunta también están amenazando a los funcionarios a unirse al movimiento de desobediencia civil. Zaw Min Tun volvió a justificar el levantamiento militar por el supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre y reiteró la promesa de celebrar nuevas elecciones y ceder el poder al ganador en el margen de un año, informó a la cadena BBC.
La comparecencia se celebró en la capital, Naipyidó, donde muchos medios locales decidieron no acudir en señal de protesta por contra los militares, que ya gobernaron con puño de hierro el país entre 1962 y 2011.
Las declaraciones de los militares se producen después de que las fuerzas de seguridad hayan sido criticadas por la ONU y otros países por el excesivo uso de fuerza para dispersar las protestas.
Por su parte, la Policía birmana presentó ayer un nuevo cargo contra Suu Kyi por vulnerar supuestamente la ley de desastres naturales, según confirmó a Efe su abogado, Khin Maung Zaw.
La Nobel de la Paz y consejera de Estado, bajo arresto domiciliario desde el golpe militar, fue acusada el 3 de febrero por importación ilegal de un dispositivo telefónico, lo que acarrea una pena máxima de tres años de prisión.
El presiente, Win Myint, también bajo arresto, está acusado de quebrantar las medidas de distanciamiento social impuestas por las pandemia al organizar un acto electoral con más de 30 personas.
Según el medio Myanmar Now, la Policía usó ayer cañones de agua y disparó munición de goma contra unos manifestantes en Myaung Mya, situada a unos 184 kilómetros al suroeste de Rangún, la ciudad más poblada y el centro económico del país.
Otras protestas en Rangún, aunque menos numerosas que otros días, se concentraron cerca Banco Central, las oficinas de Naciones Unidas y la Embajada de EEUU, entre otros lugares.
Las manifestaciones contaron con la presencia de monjes, quienes portaban pancartas contra el golpe militar, lo que a muchos recuerda a la conocida como Revolución Azafrán de 2007 contra los militares que estuvo liderada por los bonzos budistas.
Muchos asistentes llevan carteles de Suu Kyi, de 75 años y que ya pasó 15 años bajo arresto domiciliario durante la anterior junta militar, mientras que otros se rebelaron sumándose al movimiento de desobediencia civil.
Tanto la ONU como EEUU y la UE han pedido la liberación de los detenidos en Birmania y que se restaure el Gobierno elegido en las urnas, al tiempo que han exigido que se respete el derecho a la protesta pacífica.