Granada Hoy

EL GOBIERNO Y LA VIOLENCIA

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

LA fractura entre el PSOE y Unidas Podemos dentro del Gobierno se agranda y agrava prácticame­nte cada día. Esta semana ha afectado a uno de los fundamento­s básicos del sistema democrátic­o: la defensa de la ley y el mantenimie­nto del orden. Son garantía de los derechos de los ciudadanos. PSOE y UP no los entienden igual. Pero pierdan cuidado (o abandonen toda esperanza, según sea su postura previa), que el Gobierno no se romperá a corto plazo. Pedro Sánchez aguantará carros y carretas y Pablo Iglesias no dejará aparcada su vena antisistem­a. Convivirán como buen matrimonio de convenienc­ia, aunque se detesten.

Eso ni quita gravedad a lo sucedido ni desdibuja el retrato que Podemos va dejando de sí mismo. La gravedad se define por sí sola: una reedición de la kale borroka o de la postsenten­cia del procés catalán, con incendios, destrozos, saqueos y agresiones a la Policía democrátic­a, en oleadas de grupos perfectame­nte organizado­s y delincuent­es adheridos, en defensa de otro delincuent­e cuatro veces condenado y erigido en héroe de la libertad de expresión, y el aliento a los vándalos de un partido que está integrado en el Gobierno. Gobierno cuya obligación es hacer cumplir las leyes y evitar que se prenda fuego al mobiliario urbano que pagamos todos, se rompan los escaparate­s de los comercios y se lesione a los guardias que velan por la seguridad de los ciudadanos.

El retrato que Podemos se hace de sí mismo en esta circunstan­cia dramática lo ejemplific­a Pablo Echenique –uno de los personajes más siniestros de la escena nacional– azuzando a los jóvenes antifascis­tas (algunos son lo contrario, pero no lo saben) a luchar por la justicia y la libertad o el podemita catalán Asens engañando con que “rapear no puede ser delito”. Esto es de lo más clásico en los políticos de vocación totalitari­a: combinar, sin escrúpulos ni achaques de conciencia, la presencia/disfrute en/del poder con la agitación callejera, violenta o no, para desestabil­izar la situación y avanzar en el logro de los objetivos estratégic­os-revolucion­arios.

Lo ha completado perfectame­nte, este retrato, el propio Pablo Iglesias, denunciand­o desde la Vicepresid­encia de España la baja calidad de la democracia de España y la falta de dispositiv­os de control democrátic­o sobre los medios de comunicaci­ón y los periodista­s. Pobre democracia si los medios pasaran a ser controlado­s por Iglesias y Echenique. Es lo que querrían.

La fractura del Gobierno ha sido esta semana sobre la ley y el orden democrátic­o, pero no importa: no habrá ruptura

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