Granada Hoy

TENTACIÓN PARA LA DERECHA

- JOSÉ JOAQUÍN LEÓN

CATALUÑA es España, pero las elecciones de Cataluña no son como las de España. Además, cuando ha votado el 53,54% del censo (en 2017 votó el 79,09%), los resultados están distorsion­ados por la pandemia. Un ejemplo: dicen que la mayoría de los catalanes han votado a partidos independen­tistas, pero en realidad sólo le han dado su apoyo un catalán y pico de cada cuatro censados; y se abstuviero­n casi dos catalanes de cada cuatro. Los resultados conflictiv­os y la escasa participac­ión obligan moralmente a convocar otras elecciones cuando se inmunice el rebaño, en las que podría pasar de todo, incluso lo mismo. Pero hay un aspecto interesant­e para la política nacional: la hecatombe del centro derecha y el avance de Vox.

Extrapolar esos resultados al resto de España es un grave error. El 12 de julio de 2020, al final de la primera ola, hubo elecciones en Galicia y el País Vasco. En tierras gallegas, el PP de Núñez Feijóo se paseó con mayoría absoluta, mientras que Vox y Ciudadanos naufragaro­n. Por el contrario, en el País Vasco, ese mismo día, el PP y Ciudadanos unidos sólo consiguier­on 6 escaños. Una de cal y otra de arena. Porque hay 17 autonomías con sus costumbres. Pero sí es cierto que el centro derecha pasa por una situación lamentable. No existe una alternativ­a fuerte al PSOE de Pedro Sánchez.

Y por ahí deben plantear las cuestiones esenciales. Los españoles no ven a Pablo Casado (ni mucho menos a Inés Arrimadas) como presidente del Gobierno. Casado empieza a parecerse a Hernández Mancha. A Santiago Abascal tampoco lo ven, pero a Vox no lo votan para gobernar (es imposible en este panorama), sino para dar por saco a Pedro y Pablo, para alentar lo que más duele a esa izquierda heavy.

¿Lo que más les duele? Al revés. Pedro y Pablo están alegres con los avances de Vox. Mientras eso ocurra, tienen garantizad­os los sillones de la Moncloa. Nada le gustaría más a Pedro Sánchez que debatir con Santiago Abascal como jefe de la oposición. Así ocurriría lo mismo que en los tiempos de Felipe González: vivía feliz con Manuel Fraga y con AP, que no le ganaron nunca unas elecciones. Hasta que llegó José Mari Aznar, por entonces un muchacho más apañado. Años después se perdió, con la guerra de Iraq y el tesorero de su partido, con los juicios que casualment­e coinciden con las campañas de elecciones.

Tenemos Pedro para algunos años más. Si no hacen lo que deben hacer, que está claro. Imitar a Vox sería el mayor error.

Pedro y Pablo están alegres con los avances de Vox. Mientras eso ocurra tienen garantizad­os los sillones

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