“Los ciudadanos han interiorizado que los datos sirven para tomar decisiones”
La pandemia multiplica las visitas al Instituto de Estadística y Cartografía (IECA) en busca de información
Es hasta paradójico que el organismo que se encarga de cartografiar al detalle el territorio andaluz –entre otras muchas labores– tenga su sede en un edificio construido por un país que está en las antípodas. El pabellón de Nueva Zelanda en la Expo 92 fue acondicionado hace ahora 20 años para ser la sede del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), un organismo dependiente de la Consejería de Transformación Económica de la Junta. La construcción, mitad edificio, mitad acantilado, alberga a unos 150 trabajadores dedicados a elaborar estadísticas como la tasa de crecimiento del PIB andaluz en cada trimestre, los datos de población de la comunidad o los datos de movilidad de los andaluces a partir de información recabada por el Ministerio de Transportes en teléfonos móviles. Además, desde la primavera de 2020 se ha convertido en el faro que ilumina sobre la evolución de la pandemia de Covid-19, ya que se encarga de procesar y poner a disposición de los ciudadanos y la propia Administración la información sobre la incidencia del virus y sus consecuencias.
“En la primera semana teníamos al 90% personal teletrabajando”, rememora Elena Manzanera. Esta economista es la directora del instituto desde hace dos años, aunque antes fue su número dos y lleva más de una década formando parte de la plantilla. Manzanero reconoce el reto al que se ha enfrentado la entidad en la pandemia y ensalza la implicación de los trabajadores para adaptarse a la demanda tanto de los poderes públicos como de la población. Con una web que recibía dos millones de visitas anuales, el IECA ha pasado a gestionar también un portal sobre el Covid que ha multiplicado los usuarios hasta lleagar a los 13 millones de usuarios en 2020. Un ejemplo. La información de la incidencia acumulada en los últimos 14 días, que determina en cada municipio qué restricciones están activas en cada momento, procede de la combinación de los datos sobre contagios que aporta la Consejería de Salud y Familia con la población calculada por este organismo.
“La gente nos conoce pero no sabe que nos conoce; la ciudadanía sabe cuánto crece la economía andaluza y ese dato lo generamos nosotros”, explica Manzanera, que recuerda que al inicio de la pandemia había “una demanda de saber qué estaba pasando”, tanto en desde los poderes públicos como en la población. Fue entonces cuando se pusieron en contacto con Salud para atender las peticiones “en un tiempo récord” gracias a su infraestructura y a la experiencia adquirida en tres décadas de trayectoria. El 9 de abril de 2020, cuando no habían pasado cuatro semanas desde el confinamiento, se comenzó a publicar la estadística sobre la evolución de la pandemia en la web del Covid.
“El problema no es sólo conocer el dato, sino que se difunda de una manera que sea utilizable por los investigadores”, explica la directora del IECA. Y no sólo se refiere a los datos sanitarios, sino también al resto de estadísticas lanzadas por el organismo en relación con la pandemia. En mayo se elaboró una encuesta en colaboración con Salud sobre los hábitos y actitudes de la población en el confinamiento; en septiembre, a medias con Turismo, los técnicos del instituto elaboraron un estudio sobre cómo había sido el verano de los andaluces y qué expectativas tenían respecto en los meses sucesivos. También hicieron encuestas sobre cómo afrontaban las empresas la pandemia dentro del indicador de confianza empresarial y, en verano, colaboraron con la Consejería de Presidencia para el plan de Playas Seguras, que integraba información sobre el estado de las playas y sus características en un visor cartográfico que ayudó a gestionar las características extraordinarias del periodo estival y los acceso de los ciudadanos a las costas.
“La pandemia ha involucrado a todos los departamentos de la casa”, apunta Manzanera –cita a los encuestadores, los responsables de difusión, o trabajadores de datos e infraestructura, entre otros–, antes referirse a retos futuros como la gestión de cantidades ingentes de datos, que es hacia dónde se dirigen organismos como el que dirige. “Es un trabajo de análisis de una nueva fuente de información”, señala esta economista, que ensalza el “esfuerzo” del IECA por acercar a la ciudadanía la información que sale de su trabajo. Lo hacen mediante un impulso a la labor de “visualización” mediante infografías que sirvan para crear “cultura del dato”.
“Un dato mal tratado puede generar mucha confusión, a pesar de que la estadística y la cartografía son transparencia pura podemos tener un problema con el tratamiento”, defiende la directora del IECA, que recuerda que la entidad desarrolla una línea de trabajo con escolares e incluso organiza cada año un concurso relacionado con los mapas. “El dato ha irrumpido en la ciudadanía”, insiste Manzanera, que cree que la pandemia ha servido para que la población “interiorice” que los datos son “necesarios para tomar decisiones”. “En estadística decimos que lo que no se mide no existe”, sentencia.
Al inicio de la pandemia había una demanda de saber lo que estaba pansando”
Un dato mal tratado puede generar confusión, a pesar de que la estadística es pura transparencia”
Funcionarios del siglo XIX, llamados agrimensores, se recorrieron toda España en burro y armados con brújulas y cuadernos de campo para trazar las lindes de cada término municipal. Hacia 1870, el Imperio español estaba en decadencia perdiendo sus últimas colonias y el Gobierno quería saber con qué riqueza agrícola y minera contaba en su propio territorio.
Una directiva europea de 2007 obliga a traducir esa delimitación del siglo XIX al Sistema Geodésico de Referencia ETRS89 y a expresar las coordenadas de cada mojón en grados sexagesimales, con precisión mínima de cinco decimales y en proyección UTM huso 30 para la representación cartográfica. En Andalucía, esa adaptación es competencia de la Dirección General de Administración Local de la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Adminstración Local, que dirige Juan Marín. Y ese trabajo de actualización del mapa municipal de Andalucía para adaptarlo al siglo XXI no está exento de sorpresas, como un territorio nuevo que en este siglo y medio transcurrido ha emergido en la desembocadura del río que separa Huelva y Punta Umbría. Las lindes entre ambos términos se replantearon el año pasado y quedaron fijadas en una orden publicada en el BOJA del 17 de febrero de 2020 donde se deja constancia de que “si bien el Acta de 10 de mayo de 1897 ubica el punto de amojonamiento final, M2, en la confluencia de la frontera natural del río que separa Huelva y Cartaya (hoy Punta
Umbría) con el océano Atlántico, desde tal fecha ha emergido del mar un considerable terreno, previéndose que tal ámbito territorial va a ir incrementándose progresivamente mediante la sedimentación arenosa que irá ganándole espacio al mar en la desembocadura fluvial”.
Al no haber sido reclamado por ninguno de los ayuntamientos hasta ahora (para ello deben impulsar un expediente de alteración del término municipal), la delimitación territorial no incluye ese espacio por lo que, hoy por hoy, es tierra de nadie.
Desde 2019 se han tramitado 88 expedientes de replanteo (actualización de las lindes) que afectan a 117 municipios, ya que un mismo expediente afecta a dos términos si bien hay localidades que, a través de varios expedientes, han oficializado sus lindes con varios términos vecinos.
Así por ejemplo, Úbeda (Jaén) ya tiene actualizadas sus lindes con Vilches, Navas de San Juan,
Sabiote y Arquillos. O Carmona (Sevilla) las suyas con Brenes, Fuentes de Andalucía, La Campana, Lora del Río y Marchena.
En lo que va de 2021, se han oficializado los límites territoriales de Morelabor y Piñar en Granada así como de El Viso e Hinojosa del Duque y La Rambla y Montemayor en la provincia de Córdoba, donde próximamente se publicará en el BOJA la delimitación también entre La Rambla y Montalbán de Córdoba.
No siempre los técnicos del IECA hallan el punto de amojonamiento que los agrimensores del siglo XIX mencionan. En Pulpí (Almería), los documentos aluden al mojón de Mahoma-Santiago que se entiende que marcaba la frontera con Murcia pero se desconoce si era una roca de la costa pues no hay referencia exacta de su ubicación.
¿Qué ocurre si hay desacuerdo entre territorios? Ya en el siglo XIX, el Instituto Geográfico Nacional se encontró con conflictos entre municipios. Las actas de entonces dejan constancia de que, pese a no existir tal documentación, los alcaldes de los ayuntamientos acuerdan respetar “la línea de la posesión de hecho”, es decir, los límites dentro de los cuales venían ejerciendo sus competencias y cobrando los impuestos.
Si desde entonces no consta ninguna reclamación y al iniciarse ahora el expediente de replanteo tampoco alega nadie, dichos límites adquieren la condición de definitivos. Para cambiarlos ya necesitarán solicitar la alteración de su término municipal.Cuando no hay acuerdo, ni documentación histórica ni alusión a la posesión de hecho los límites se consideran provisionales y la orden deja claro que se trata de un replanteo parcial de los datos identificativos de determinados tramos de la línea que divide los términos municipales en cuestión.
La fórmula para dirimir qué pasa con estos límites provisionales es un expediente de deslinde. A diferencia de los de replanteo, la Junta de Andalucía no inicia estos procesos sino que insta a los ayuntamientos interesados a solicitarlos.Actualmente no hay ninguna solicitud. La última la presentó en 2016 el Consistorio de Zafarraya (Granada) que, desde 1872, tiene una parte de sus límites con Alhama de Granada provisional, la que discurre entre el Cerro de Júrtiga o Torrecilla y el Cerro de los Surcos. Tras un arduo proceso de documentación y trabajo de campo sobre el terreno, y cruce de alegaciones entre municipios, la Dirección General de Administración Local resolvió en una orden publicada en el BOJA del 22 de mayo de 2019 si bien fue recurrida por el Ayuntamiento de Alhama y actualmente continúa dirimiéndose.