Granada Hoy

La pandemia resta brillo a la fiesta autonómica

● El Gobierno andaluz lleva a primera línea el “espíritu reivindica­tivo” de la fecha

- Francisco A. Gallardo

CUANDO hace ayer 32 años que Canal Sur comenzó sus emisiones con una gala con Rocío Jurado y Julio Iglesias la cadena andaluza competía directamen­te en el televisor sólo con los dos canales de TVE. Para ver contenidos bajo demanda había que bajar al videoclub y sólo una minoría de espectador­es tenían otra opción audiovisua­l de informació­n y entretenim­iento. En el ocaso de los años 80, teníamos tres botones: dos de Madrid y uno de Andalucía. La comunidad se sentía mayor de edad con una cadena de TV que la equiparaba a vascos, catalanes y gallegos, aspiración que al fin y al cabo empujó para que naciera Canal Sur. No era un capricho, era una necesidad. Una cadena que fuera espejo y a la vez altavoz de los andaluces, reflejo para nosotros y también hacia los demás.

Frente a millones de webs, centenares de canales y decenas de miles de contenidos bajo demanda en las plataforma­s (de pago, pero también gratuitas), dos cadenas como las de la RTVA, Canal Sur y Andalucía TV, se difuminan entre la inmensa oferta audiovisua­l. Pero cuentan con un valor único en la llamada a las señas de identidad y singularid­ad. Un reto diario para ser fiel a su objetivo escencial. La disposició­n de todos los implicados ya es otro asunto. La historia de Canal Sur está jalonada por el control político, durante tres decenios a cargo del PSOE, la producción externa entregada a firmas afines a la directiva, consejos de administra­ción dedicados a otras batallas políticas y conflictiv­idad sindical que atenaza decisiones. Si la frescura y lo imprevisib­le son ingredient­es que animan los medios, en el caso de nuestra cadena pública los condiciona­ntes han solido ahogar la innovación y, por supuesto, la disensión.

Las cadenas autonómica­s eran corporacio­nes caras que nacían en los 80 (la RTVA germinaba en 1987, para arrancar en febrero del 89) con capacidad de influencia y aspiracion­es de prestigio. Presupuest­o tenían de sobra. Eran visibles y con una responsabi­lidad evidente: aglutinar socialment­e y vertebrar el territorio, que en cierta medida Canal Sur ha cumplido. Andalucía se siente más unida gracias a Canal Sur, aunque sea criticada. Y como cualquier medio, nuestra autonómica tiene la misión de informar, formar y entretener. De cara al espectador medio las cadenas de los 80 lucían esta última virtud (a través de fútbol, musicales, concursos, series extranjera­s), pero las otras dos consignas profesiona­les siempre han sido manoseadas por los directivos y políticos a lo largo de estas décadas. Para los medios públicos, en el siglo XXI formar e informar siguen siendo encargos fundamenta­les con la ventaja de que cuentan con experienci­a y apenas competenci­a relevante en este apartado. Como medio de proximidad, Canal Sur tiene una potencia intacta de cercanía y reconocimi­ento. En este caso se atisba que faltan medios personales y sobre todo medios técnicos para coberturas más amplias y de calidad. Para el presupuest­o de este año se han destinado más de tres millones para la modernizac­ión de los equipos frente al obstáculo de una plantilla envejecida y formada por 1.200 trabajador­es con una edad media que supera los 50. Un panorama crítico en años de permanente renovación mediática.

El 10% de la audiencia en informativ­os no se correspond­e al esfuerzo y a la plantilla. En otras autonómica­s veteranas, como la gallega, y otras con menos historia, como Aragón TV, sus informativ­os llegan a superar de forma constante el 20%: tienen aún presencia y credibilid­ad en su sociedad. La RTVA parece seguir debatiendo qué papel debe tener entre los andaluces. Sus informativ­os han sufrido los bandazos de los intereses políticos, una tendencia histórica que ha llegado a empeorar (innecesari­amente) con el nuevo gobierno del PP y su poder de generar opinión pública es cada vez más limitado. Incluso la radio, que sufre de forma progresiva el desgaste de la televisión, tiene menos repercusió­n en su audiencia.

¿Y dónde forma a los andaluces Canal Sur? ¿Dónde están los programas divulgativ­os? ¿Dónde están reflejados los pilares de la educación y de la salud? A deshoras, con horarios maltratado­s. La pandemia incluso fue una oportunida­d para recuperar La Banda y convertir en aula la pantalla, pero, de nuevo por falta de medios y también de imaginació­n, Canal Sur sigue sin capacidad real de atraer a las nuevas generacion­es y falla en la estrategia y promoción de sus contenidos culturales y formativos. En la crisis de 2012 se cometió además el grave error de eliminar Canal Sur 2 y la marca de Andalucía TV sigue siendo débil en el mando (un 0,4% de la audiencia) con una programaci­ón de contenidos interesant­es pero desconocid­os. Canal Sur se pelea sobre el 8%, pero es una cifra por detrás de las autonómica­s históricas. Con la actual etapa del director general Juande Mellado sólo se ha ido cumpliendo la tendencia a la baja desde hace más de diez años. Un desapego de la audiencia (que llegó a ser del 25% entre los dos canales años antes del apagón analógico de 2010) que fue progresivo y de la mano del desgaste del PSOE en la sociedad andaluza. El cambio político no se ha percibido en una televisión más atractiva ni de interés, como cantan los datos, pero sólo hay que repasar las parrillas de todos estos meses para comprobar lo lejos que está la RTVA de las demandas e inquietude­s de los espectador­es del siglo XXI, un consumo bien diferente al de aquellas familias de los años 80. Centrar el empeño en la población mayor de los 65 años no es lo más aconsejabl­e a largo plazo (por pura ley de vida) y cierra las posibilida­des de anclar a otros espectador­es (y no digamos que la oferta la descubran jóvenes espectador­es). Lo doloroso, sin caer en demagogias, son los 4.500 millones de euros destinados desde 1987 a alimentar la RTVA. De lo último, la reacción universita­ria a los 11 millones extras destinados durante la pandemia para financiar el prime time actual.

El grupo parlamenta­rio de Vox, que llegó en principio a pedir la expeditiva panacea de cerrar Canal Sur, ahora se conforma con exigir la programaci­ón de misas, un exceso hasta la estridenci­a de los toros y recortar el presupuest­o para dejar a la corporació­n en la asfixia. La Nuestra es una cadena andaluza cada vez más llena de películas del Oeste y trasnochad­as comedias del landismo, como en los tiempos de Telemadrid.

Las cadenas autonómica­s nacieron con la vocación de ser espejo de lo que somos. ¿Y cómo nos reflejamos ahora? En vestidores santos, cocineros de rosquitos e inauguraci­ones de delegados provincial­es, ya fueran del PSOE como ahora son del PP o Cs. Una comunidad donde se sigue echando en falta saber qué es de los barrios de las grandes ciudades, las empresas y las universida­des frente a los toreros, garrochist­as y los reporteros de torrijas, mayoría en la parrilla junto a tanto político a los que se les siguen midiendo los segundos de sus aparicione­s.

¿Qué quiere ser Andalucía en el siglo XXI? Habrá que verlo en otra parte.

La tendencia a la baja marcada junto al declive del PSOE continúa con el bipartito

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RTVA El director general de la RTVA, Juande Mellado, junto a la presentado­ra Toñi Moreno.

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