28-F, ¿QUIÉN HA BORRADO EL REINO DE GRANADA?
LAS efemérides funcionan para los políticos como las perchas periodísticas para los medios: se puede hablar de todo pero tiene que haber un porqué. La percha no es más que la excusa, esa realidad que imprimimos de novedad justificando que un determinado asunto se convierta, de repente, en protagonista del debate público.
Esta semana hemos viajado del 23-F al 28F. Del 40 aniversario del golpe de Estado de 1981, la sublevación militar que dejó a nuestra incipiente democracia pendiente de un hilo, al tradicional Día de Andalucía con que defendemos nuestra “identidad y autonomía plena”, cantamos aquello de “andaluces levantaos”, nos envolvemos en la bandera blanca y verde y, de forma menos poética, estrenamos el primer puente festivo del año.
Como en los cumpleaños, los números redondos tienen una carga de emotividad y desencadenan una mayor celebración. Ocurrió en Andalucía cuando hace justo un año, a las puertas de la pandemia, recordábamos que un 28 de febrero de 1980 se salió en masa para votar en referéndum la autonomía y ha ocurrido este martes cuando el Rey ha presidido en el Congreso el cuarenta aniversario del intento golpista que muchos tenemos grabado con imágenes casi de tebeo, en blanco y negro y borrosas: un señor muy serio y de uniforme, con bigote y tricornio, grita “¡quieto todo el mundo!; ¡al suelo!” y muestra en alto su pistola como en las películas del Oeste. Luego llegarían los tanques, primero en ofensiva y luego en retirada, y el decisivo discurso de don Juan Carlos que cada año cuesta más reivindicar.
La Anatomía de un instante que Javier Cercas atrapó en su magistral crónica novelada del 23-F no se clarifica con el tiempo, sino que se vuelve más confusa y compleja. Los líos económicos del rey emérito no ayudan –vamos ya por la segunda regularización millonaria con Hacienda– pero tampoco que tengamos un arco político profundamente crispado y, mucho menos, la predilección por la confabulación. Con o sin militares.
Las polémicas se atizan, como la candela, pero también necesitan un gancho para prender. El problema este año ha sido el vídeo encargado por la Junta para celebrar el 28-F porque el locutor no tenía acento andaluz. Desde las redes sociales se viralizó un arreglo de una cordobesa con un seseo completamente impostado y hemos terminado a golpe de rap. Muy andaluz, claro…
En Andalucía poco importa que sigamos sin saber muy bien qué celebramos cuando hablamos de “identidad”. Admitamos que el Ideal andaluz de Blas Infante queda hoy tan desdibujado como el Idearium español de Ganivet; como el debate mismo de las fronteras. ¿Reconocemos una “patria” más allá de los recurrentes tópicos de lo andaluz ? ¿Con qué acento por cierto? Porque el sevillano de Montero que tanto distrae en Madrid poco tiene que ver con el gaditano de Kichi, el malagueño de Banderas o el granadino de Rosa. ¡Imagínense si habla un motrileño!
Sigamos con el himno... ¿Realmente queremos “volver a ser los hombres que fuimos”? Hablando de las “trolas del 28-F”, escribía Moliní esta semana si pensamos en neandertales, fenicios, romanos, visigodos, moros... Completo su reflexión: ¿los del Reino de Granada qué pintamos y borramos de los mapas según sople el viento? La última (casi) polémica ha sido una alerta de la Asociación de Jóvenes Granadinistas: un manual de Bachillerato recoge un mapa de España en 1530 donde no existe el Reino de Granada (estuvo vigente de 1492 a 1833). Hubo una denuncia, Educación asegura que el libro está descatalogado pero queda sin respuesta la cuestión de fondo: en Cataluña hacen patria desde las aulas y nosotros nos boicoteamos distorsionando nuestra propia historia. ¿O es que ni la conocemos?
En el acto de las banderas por el 28-F, Gerardo Cuerva habló en nombre de los premiados con una pregunta incómoda: ¿qué le falta a Granada? Nos fuimos todos moviendo la cabeza... Porque no es una pregunta, sino muchas, y porque no tenemos una respuesta fácil. Para empezar, ni siquiera tenemos claro dónde empieza y dónde acaba el Reino de Granada. Si lo han borrado o lo hemos borrado entre todos. Por acción o por omisión.
Reflexionaba el viernes Gerardo Cuerva sobre “qué le falta a Granada”. Una pregunta trampa sin una respuesta clara