¿Son todas las ideas respetables?
En un reciente artículo de contenido político se afirmaba taxativamente que “las ideas son respetables. Todas”, una aseveración que no cabe suscribir de modo absoluto pues –al menos en las ideas aplicadas a la política– se trata de un error que no por más repetido se vuelve más veraz. ¿Seguro que todas las ideas son dignas de respeto? Evidentemente, no. Las hay buenas e incluso óptimas; otras que son ni fu ni fa, y también las hay malas y hasta pésimas, por no decir claramente inhumanas y delictivas. Basta con recordar el episodio aún calentito del poeta político Pablo Hasel y sus brillantes ideas sobre la necesidad de darle matarile a todos los que no le gustan, para ahorrarnos innecesarias explicaciones. Ni aun quedándose en un íntimo plano ideal y sin ser comunicadas a nadie, estaríamos en su caso ante unas ideas dignas de respeto. Cosa diferente es decir que todas las personas son respetables con independencia de sus ideas, pero tampoco esto cabe asegurarlo de modo absoluto porque (y me sigo remitiendo al rapero de marras) la respetabilidad se puede perder cuando se esgrimen determinadas ideas. Además, aceptar que todas las ideas son respetables implicaría que no existen ni la verdad ni la mentira, ni el bien ni el mal, ni lo justo ni lo injusto... porque todo es relativo. Pero en ese caso el mismo (nulo) valor tendría la afirmación de que todas las ideas son respetables como su contraria, que ninguna lo es. Aunque, obviamente, esta última suene más políticamente incorrecta que la primera. Miguel Ángel Loma