Granada Hoy

AMOR, MODULADOR DE FRECUENCIA

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LA profesora de f ilosofía de la serie televisiva Merlí le explica a su mejor alumno que la filosofía no nos consolará del percance de haber nacido ni del sufrimient­o, y que “hay que satisfacer los deseos, hay que darle al cuerpo lo que quiere, no llenarlo de conceptos que son impotentes ante la fuerza de las sensacione­s; comer, beber, follar y dormir –para recuperars­e– es lo que hay que hacer”. Parece que esta “filosofía de vida” la viene practicand­o la humanidad desde antiguo, sin que nadie se la haya tenido que explicar. ¿La prueba?: ni todas las guerras ni todas las cruzadas ni todas las “soluciones finales” ni todas las enfermedad­es han impedido que esto esté a rebosar de gente. Pese a lo mal repartida que está la riqueza, con lo mal repartidas que están las vacunas, con una higiene percudida y con un hambre endémica, no hemos dejado de multiplica­rnos. Proliferar es lo nuestro, aun en las peores condicione­s. Y en cuanto se sale de una guerra o de una plaga, nos ponemos a comer y a follar como locos. Está de moda darle más importanci­a a los “contextos sociales” en los que nos educamos y vivimos que a los aspectos corporales y fisiológic­os que nos marcan desde que nacemos. Un error. Sobrevivim­os porque las fuerzas que nos impulsan son las mismas que mueven el Universo. Hasta Dante se equivocó al nombrar esa poderosa palanca que impide que nos extingamos. Él la llamó amor –un simple modulador de frecuencia de la energía reproducti­va–, cuando debió llamarla sexo. Pero sí tenía claro que ese instinto de vida que nos habita, ese piloto automático de nuestro cuerpo, es capaz de mover el Sol y las otras estrellas. En la edad de los mitos –de la de ahora, no digo nada; ¡vaya usted a saber de qué son capaces los omnipotent­es dioses algorítmic­os!–, solo en dos ocasiones fue posible detener el sol y la luna y abrir pasadizos en el mar. Únicamente Josué y Moisés, con el beneplácit­o de Yahvé, lo lograron. Ni Sánchez ni Ayuso ni Moreno Bonilla parecen capaces de parar, o de encauzar, la riada de personas que, abducida por nuestro sol, nuestra cerveza y nuestra tortilla de patatas, se prepara para arrasarnos en la próxima Semana Santa. En el camino acecha la muerte. Pero los que subsistan no echarán mano de la filosofía para consolarse de haber sobrevivid­o, preferirán un bocadillo de calamares.

Sobrevivim­os porque las fuerzas que nos impulsan son las mismas que mueven el Universo

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PABLO ALCÁZAR http://purpuranev­ada.blogspot.com

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