Granada Hoy

Iglesias deja el Congreso

● El vicepresid­ente segundo del Gobierno abandona el escaño entre loas a los antifranqu­istas

- Lourdes Velasco (Efe) MADRID

Poco más de cinco años han pasado entre la imagen de Pablo Iglesias entrando al Congreso entre lágrimas en su primer día como diputado y la de ayer, cuando, esta vez como vicepresid­ente del Gobierno, se despidió con las mismas palabras de sus inicios: “Porque fueron somos y porque somos serán”.

Aunque formalment­e aún no ha renunciado al acta, Iglesias dijo adiós al Congreso tras la sesión de control al Gobierno en una Cámara mucho más vacía que la de 2016, a la que no acudieron los ministros de Unidas Podemos Alberto Garzón ni Manuel Castells, ni tampoco Irene Montero, titular de Igualdad y número dos de su partido.

Pese a las ausencias, y entre aplausos de sus compañeros y también de los diputados socialista­s, Iglesias dio la mano a la que será su sucesora, Yolanda Díaz, en un gesto que bien podría leerse como el paso del testigo de Unidas Podemos tanto en el Gobierno como en un futuro cartel electoral.

Iglesias acudirá el martes a su último Consejo de Ministros para dedicarse después por completo a la campaña de la Comunidad de Madrid.

Enfundado en el traje que más cómodo viste, el de la contienda electoral, Iglesias inicia así su marcha atrás también en el partido, aunque se da por hecho que, pase lo que pase en Madrid, se mantendrá como secretario general de Podemos al menos durante los próximos meses.

En su adiós, Iglesias rindió homenaje a los españoles que lucharon “contra el fascismo y por la libertad y la justicia social”.

Con “don Teodoro”, como Iglesias le llamó a veces con cierto rentintín al secretario general del PP , se veía el vicepresid­ente segundo las caras cada miércoles en las sesiones de control. Quedará para la historia la ocasión en la que le sugirió vocalizar porque se le entendía “regular” con la mascarilla y García Egea le pidió un poco más de respeto por los distintos hablares del castellano.

Otro de los enfrentami­entos que deja como vicepresid­ente es el que mantuvo con la ex portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, cuando ésta le llamó “hija de un terrorista” tras referirse Iglesias a ella como “marquesa”, una actitud que le valió a la ex portavoz el reproche de los populares.

Aunque el líder del PP pidió de forma reiterada su dimisión e Iglesias le afeó en otras tantas ocasiones que nunca más gobernará por haber agrandado al “monstruo” de Vox, la relación entre Iglesias y Pablo Casado ha sido en términos generales cordial, o al menos más que lo era con Albert Rivera, a quien llamó, entre muchas otras cosas, “fascista”, “mascota de Rajoy” o “copia”. A su sucesora, Inés Arrimadas, Iglesias logró dejarla fuera de los Presupuest­os y le auguró la desaparici­ón de Cs.

Tampoco se ha quedado atrás Iglesias en sus choques en el Congreso con Vox, a cuyo portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, le pidió cerrar la puerta “al salir” cuando éste abandonó una Comisión en la que Iglesias afirmó que a Vox le gustaría dar un golpe de Estado.

“Su partido fue también el del enriquecim­iento rápido, fue el del crimen de Estado. Desconfíe de los consejos de aquellos que tienen manchado su pasado de cal viva, desconfíe”, lanzó Iglesias a un atónito Pedro Sánchez en 2016.

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CHEMA MOYA / EFE El vicepresid­ente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ayer en el Congreso.

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