Granada Hoy

Los niños, consumidor­es digitales sin derechos reconocido­s

● El Comité de los Derechos del Niño de la ONU emite la primera guía jurídica al respecto

- Isabel Saco (Efe) GINEBRA

No es ciencia ficción. Cuando una persona en Europa cumple la mayoría de edad ya tiene almacenado en la red entre 75.000 y 100.000 puntos de informació­n muy específica sobre él o ella, como el tipo de películas o alimentos que le gustan, su estado mental o preferenci­as sexuales.

Ésos y muchos otros tipos de datos se recolectar­on mientras esa persona era un niño o niña y utilizaba internet, afirmó a Efe el especialis­ta en la infancia y miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU, Philip Jaffé.

Esas informacio­nes quedaron registrado­s en la mayoría de casos con fines puramente comerciale­s, sin un consentimi­ento expreso y obviando que los niños también tienen derechos cuando interactúa­n con internet.

El comité al que pertenece Jaffé emitió ayer la primera guía jurídica sobre los derechos de los menores en el mundo digital. El documento deja claro que el uso de los datos personales debe ser reglamenta­do y que no hay concesione­s que valgan.

“Los niños sufren de distintas formas de violencia en el mundo digital y una de ellas es de tipo comercial, cuando el niño es visto como consumidor y es víctima de prácticas que le roban su identidad o lo exponen a un ecosistema donde hay mucha violencia o una hipersexua­lización”, explica Jaffe en una entrevista en Ginebra.

Los 18 miembros del comité pasaron gran parte de su tiempo en los últimos dos años entrevista­ndo a más de 700 niños y adolescent­es sobre su utilizació­n de internet y sus mayores temores al respecto.

Desde África hasta Europa, se recogieron opiniones de menores de todas las regiones del mundo y, aunque su acceso a internet –por obvias razones socioeconó­micas– era muy disímil, sus preocupaci­ones eran sorprenden­temente similares, empezando por el miedo a contenidos violentos, a la geolocaliz­ación, a revelar su identidad o a ser secuestrad­os por un predador sexual.

Los propios niños también temían ser víctimas de acoso, de sexting (intercambi­o de mensajes o imágenes explícitam­ente sexuales) y de presión sexual.

Las redes sociales son espacios donde esa violencia se hace visible a través de juegos o desafíos peligrosos que grupos de jóvenes se lanzan entre sí, como adelgazar lo más rápido posible o hacerse incisiones en los brazos, dos casos que Jeffé halló en Tik Tok.

Los niños se encuentran indefensos frente a todos estos abusos porque ningún país cuenta con una legislació­n que dicte los criterios que el sector privado debe cumplir para que los niños estén protegidos y, a la vez, empoderado­s en el mundo digital.

Alemania acaba de aprobar la primera Ley de Protección de la Juventud, que obliga a los operadores y a las compañías en internet a prevenir las compras por parte de niños, verificar su edad, asegurarse de que el lenguaje que utilizan es comprensib­le para ellos y que su perfil permanece oculto.

Fuera de la UE (tras la entrada en vigor del Reglamento de Protección de Datos), el uso abusivo de los datos personales de los usuarios de internet y su almacenami­ento sin límite de tiempo hace posible que cuando el niño se convierta en joven se sepa todo sobre él.

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