La Alhambra de Alfredo González
● La editorial Pandora dedica al monumento nazarí su último libro de la colección Espacios Abiertos, un volumen con imágenes del ilustrador asturiano acompañado por textos de varios espacialistas
La editorial Pandora presenta un nuevo libro sobre la Alhambra dentro de su colección Espacios abiertos (Open Spaces). Como es habitual, la ilustración y la pintura se formulan como un juego de ref lejos de la realidad con el espectador, provocando experiencias inéditas. Como puede apreciarse, en este como en el resto de los libros de la serie, todo se mueve en estructuras circulares con imágenes que llegan torrencialmente de la mano de las ilustraciones de Alfredo González y se completan con textos de firmas tan señaladas como el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada Rafael López Guzmán (Huelma, 1958); la poeta y exdirectora del Centro Cultural Generación del 27 Aurora Luque (Almería, 1962) y el arquitecto del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional de la Dirección de Bellas Artes y ex director del Alcázar de Sevilla Rafael Manzano (Cádiz, 1936).
Pero en este caso, a diferencia de otros muchos libros de viajes, las ilustraciones no acompañan a los textos sino a la inversa. Unos coloridos dibujos que, en palabras del editor, Pedro Tabernero, “compone una narración escrita a línea y color”.
Alfredo González (Asturias, 1933) en ilustración ha hecho casi de todo. Pronto empezó a trabajar como director de arte de agencias de publicidad pero al oficio se aproximó como intercalador de dibujo animado, corrector de imprenta o secretario de una galería de arte. Ha colaborado como dibujante para medios y revistas como La Codorniz, La Calle, El Papus, El Jueves, El País, Diario 16, Camio 16, El Mundo... Además del Premio Nacional de Ilustración en 2017, ha recibido numerosos galardones, como el Premio Villa de Madrid de Dibujo en 2003. También ha publicado numerosos libros, como De Moscú a Nueva York, El hombre que pasea la ciudad, El Rey Lear o incluso una edición de Poeta en Nueva York.
Pero, ¿por qué ilustrar un libro? ¿No limita eso la capacidad de imaginar del lector? La respuesta para el editor está en la capacidad que tienen estas obras para propiciar evocaciones. “Decía Ortega que los grandes poetas nos plagian, puesto que expresan en sus versos lo que todos sentimos y no sabemos expresar. También los grandes ilustradores nos plagian porque plasman en sus imágenes lo que todos hemos percibido y no sabemos plasmar”.
En ocasiones la fuerza de la relación es tan intensa que el relato queda unido para siempre a esa imagen. “¿Quien no ve los grabados de Doré cuando piensa en El Quijote?”, apunta Tabernero, director de otras series de la editorial, entre ellas Laboratorio de Imágenes o Poetas y Ciudades, además de la citada Espacios Abiertos, que con anterioridad ha cubierto espacios no menos singulares como Gibraltar; De Cádiz a Algeciras; Cabo de Gata, Real Alcázar de Sevilla, Cuba o Tánger.
Una vez seleccionado el motivo del libro y el artista, queda el asunto de dónde poner el foco, la lupa del ilustrador que abrirá los ojos de los lectores a un universo tan mágico como el de Alhambra: un conjunto monumental que engloba
una fortaleza, jardines y palacios y a la vez trata de ocultar su mayor belleza, la decoración interior, a las miradas de los forasteros.
Alfredo González se fija en la Alcazaba de la Alhambra, el Generalife, Palacio de Comares y el Patio de los Leones y las Salas de los Mozárabes, de los Reyes y de Dos Hermanas. También en las Habitaciones del Emperador, el Partal, el Palacio de Yusuf III, el Palacio de Abencerrajes o una panorámica de elementos que tienen en nombres que evocan a leyendas, como la Torre de las Infantas, de los Siete Suelos y del Agua o el Palacio de Carlos V.
Un conjunto monumental que, como señala Rafael Guzmán, conserva su atractivo “estable y creciendo exponencialmente en nuestras sociedades actuales”. Y para ello, nada mejor que un monumento y una ciudad en la que se “funden y confunden historia, arte, leyenda y poesía”, en palabras de Rafael Manzano. “La Alhambra es a la arquitectura lo que la poesía a la lengua: una proyección de un ideal, de un sueño”, concluye Aurora Lu
que.