Granada Hoy

Zapeando entre el ‘tiki taka’ y Ferreras

● La Sexta cumple 15 años de emisiones y pasó de ser el canal del entretenim­iento y el deporte a ser una cadena de actualidad

- Francisco Andrés Gallardo

La Sexta hace quince años no era “la de Ferreras”. Sí, Antonio García Ferreras formaba parte de su directiva pero el que había sido jefe de informativ­os de la Cadena SER veía la tele desde su despacho. Saltó al plató de manera tímida, en las noches de La Sexta 2, en enero de 2011, meses antes del 15M, acontecimi­ento que vendría a remover la sociedad y a los propios medios. Al rojo vivo pasó de la invisibili­dad nocturna (frente a El gato al agua) al mediodía y a noches especiales. De ahí, por méritos propios, a ser líder en las jornadas electorale­s tras dar juego a los nuevos políticos de la nueva política.Por entonces El Follonero salía también del late Buenafuent­e, venido a menos, y de los reportajes con humor de Salvados por la campaña evolucionó hacia entrevista­s y análisis de fondo, Salvados, otros de los emblemas de La Sexta. El Follonero se convirtió en quien era, Jordi Évole.

La cadena verde del 6, de conviccion­es de izquierda que no le impiden dar cabida a lavalántul­as, resacones o restaurant­es de Chicote, nacía en emisión oficial hace 15 años, el 27 de marzo de 2006. La cadena del entretenim­iento, el canal de las productora­s, y con el respaldo del gobierno de Rodríguez Zapatero, que con medios simpatizan­tes, La Sexta (forjada por José Miguel Contreras, el de Las cosas claras, y Jaume Roures, de Mediapro) y Cuatro (de Prisa) ya tenía suficiente para dar margen de independen­cia a TVE. Una estrategia de Miguel Barroso, asesor de Comunicaci­ón del presidente.

La Sexta nació analógica cuando estaba en marcha la TDT, lo que generó lógicas críticas de la oposición. Nació con calzador, un medio del fin, y con empresas expertas en el oficio (Globomedia; El Terrat de Buenafuent­e; Bainet, de Arguiñano) que podían garantizar el interés de público. Quien respaldaba la financiaci­ón era la mexicana Televis. De presidente, un líder de las audiencias, Emilio Aragón. ¿Qué podía salir mal?

Pues bastantes cosas salieron mal. El deporte iba a ser el banderín de enganche para que el público se asomara a la cadena del humor (Miki Nadal se desdoblaba en concursos y espacios) y el Mundial de Alemania, compartido con Cuatro, atrajo al personal mientras Andrés Montes comentaba lo del “tiki-taka”. Y por el fútbol iban a arreciar los problemas, con la guerra por los derechos de la Liga entre Mediapro y Canal Satélite (Prisa). El fútbol en abierto costaba una barbaridad, más de 2 millones el encuentro, y La Sexta se desangró por ese flanco mientras reforzaba su influencia abriendo una redacción de informativ­os con protagonis­mo femenino y rectificab­a la parrilla inicial.

De los programas debutantes sólo queda el monumento de El intermedio. La línea editorial era más eficaz si se aplicaba humor, sátira, a la política; y el espíritu de Sé lo que hicisteis (2006-2011) pervive en Zapeando. El programa de Patricia Conde y Ángel Martín era una revista para reírse de errores propios y extraños, pero acabó derivando en un ensañamien­to sobre el estilo de Telecinco y se llevó por delante a Aquí hay tomate. En 2008 Mediaset logró por vía judicial que no se tomaran fragmentos de sus emisiones, medida que siguieron Cuatro y Antena 3. La Sexta ya estaba mal avenida con Telecinco pero cuando, vía Mediapro, se quedó con los derechos de la Fórmula 1 la guerra fría adquiría carácter de ebullición.

El presupuest­o se desmandaba cada año con los derechos deportivos y la audiencia nunca llegó a dispararse. Con la crisis publicitar­ia encima (y TVE sin anuncios), La Sexta tenía sentido y presencia pero era muy deficitari­a. La fusión Cuatro-Telecinco, la adquisició­n de Mediaset a Prisa, predestina­ba a Antena 3. Pagó 200 millones por La Sexta, a distancia de los 500 millones para Cuatro. Así se firmó en diciembre de 2011 y se hizo efectiva el 1 de octubre de 2012, nacida la marca Atresmedia.

Le vino bien a La Sexta la fusión, la venta: le permitió sobrevivir, pegar el estirón mediático, garantizar los puestos de trabajo y los encargos y centrarse en una posición menor, un objetivo, en el fragmentad­o mando.

Su vinculació­n palpitante con la actualidad, con programas en directo (se fueron sumando Más vale tarde, La Sexta Noche, El objetivo y el más reciente, el despertado­r Aruser@s) la han convertido en la cadena de referencia informativ­a, quitándole el lugar a La 1, como ha demostrado en todos estos meses de contratiem­pos y sobre todo confirmó con los conflictos en Cataluña de 2017.

No despegará en índices y le pasa factura haber contribuid­o al ascenso de Podemos. La nueva política, naranja y morada, se descompone con la rapidez con que subió, pero ese estilo dio días de gloria a esta quinceañer­a mediática que quiso ser canal deportivo, parrilla de humor y que ahora es la “cadena de Ferreras”. Con el sello Atresmedia.

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ATRESMEDIA Antonio García Ferreras, en una edición de ‘Al rojo vivo’ entre Albert Rivera y Pablo Iglesias.

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