El León, un bar de cofrades
● La tercera generación de la familia mantiene el pulso a la crisis detrás de la barra ● Un bar histórico que, tres décadas después, sigue siendo epicentro del ambiente cofrade
Cuando no había casas de hermandad, el bar siempre ha tenido las puertas abiertas a todos
En la calle Pan, junto a Plaza Nueva, se encuentra uno de los santuarios de la cultura cofrade granadina. Un establecimiento que, con más de medio siglo a sus espaldas, vive momentos difíciles y a pesar de todo procura no perder la sonrisa ni el carácter afable que caracteriza a sus propietarios. Como toda la hostelería, el Bar León resiste de forma numantina a los envites de la pandemia, capeando las restricciones, las limitaciones de aforo y el toque de queda. Con la Semana Santa pisándonos los talones, este señero establecimiento, que vio la luz en 1959, se convierte en un lugar de peregrinación para los cofrades que aprovechan para recrearse con algunos de sus platos más característicos.
–No corren buenos tiempos para la hostelería ni aun siendo un establecimiento histórico de la ciudad.
–Está siendo realmente complicado y especialmente cuando llevamos un año cumplido de pandemia. Empezamos con la incertidumbre de no saber cuándo volveríamos y cuando empezamos, después del confinamiento, empezamos a vivir una situación más normalizada, con el pensamiento de que no podríamos ir a peor. Entonces llegó noviembre y fue una vuelta a empezar. Nuestra situación actualmente se puede considerar como límite. –¿Cómo ha afectado la pandemia a la estructura de la empresa? –Éramos siete empleados. Actualmente, hemos tenido que prescindir de una contratación, muy a nuestro pesar porque no hay volumen de trabajo, dos están en ERTE y el cocinero a media jornada. En total, a un tercio del rendimiento total del negocio.
–Con un tercio de la carga de trabajo, 50% de la clientela y el aforo limitado, ¿salen las cuentas?
–Nos da para comer. Gracias a la clientela local ahora mismo nos permite sobrevivir.
–Cabe imaginar que esa implicación que tienen con la ciudad, especialmente con el ámbito de la Semana Santa, lleva a que la gente quiera disfrutar del ambiente cofrade.
–Es verdad que nuestra vinculación con la Semana Santa es más personal que a nivel de empresa. Podríamos decir que nosotros más que un bar cofrade, tenemos un bar de cofrades. No vivimos de los cofrades pero sí es cierto que vienen muchos pero por la relación personal que existe con ellos. Ahora mismo no podemos quejarnos, en Cuaresma hemos notado un incremento de cofrades en esta casa.
–Sin ser un bar cofrade, el establecimiento tiene varios premios y es hermano mayor honorario de una corporación.
–Nuestro vínculo con las hermandades es fuerte, de hecho durante los años ochenta el bar llegó a figurar como hermano de varias cofradías. Hubo hermandades que aprovecharon la ocasión para hacer hermanos a mi padre (Joaquín León) y mi tío Junior (Antonio León). Además, tenemos un vínculo estrecho con muchas, como La Concepción, que cuando pasaban por Calle Elvira salíamos a darles caldo y ellos nos dedicaban una chicotá a pulso; y que se mantiene aún hoy cuando la cofradía baja por Plaza Nueva.
–Y en el bar se han fraguado grandes e importantes proyectos.
– Ahora casi todas las hermandades tienen su casa de hermandad pero hubo un tiempo donde después de reunirse en las parroquias o en las sacristías no tenían ese tercer tiempo donde tomarse una cerveza. Y ahí el Bar León siempre ha tenido las puertas abiertas para todos. Y como siempre, los grandes proyectos de las hermandades surgen en la barra de un bar: los primeros donativos para la corona de coronación de Santa María de la Alhambra; el dinero para la multa que Federación iba a imponer a las hermandades que utilizaran en sus carteles la denominación de ‘Semana Santa de Granada’, que estaba solo reservado para el cartel oficial; además de reuniones con escultores, directores de banda... y alguna que otra candidatura para hermano mayor.
-Además, se ha convertido en uno de los baluartes de la restauración relacionada con la Semana Santa, especialmente gracias a la exposición fotográfica y de carteles que cada año preparan. Aunque este año todo parece más diseminado. –Los carteles son parte de la esencia del bar en estas semanas. Normalmente llegan carteles de toda España ya que estoy en contacto con coleccionistas. Sin embargo este año, con las limitaciones que hay, de fuera de Granada no tenemos prácticamente nada y estoy echando de menos la implicación de los propios cofrades de Granada para traernos sus carteles.
–Este año no se ha editado el tradicional cartel del Bar León. ¿Es un adiós o un hasta luego?
–Hemos estado dándoles vueltas durante mucho tiempo y decidimos no hacer por dos motivos. El primero es que el cartel no iba a cumplir con su principal objetivo, que es dar a conocer la Semana Santa de Granada más allá de nuestra ciudad. Con los cierres perimetrales eso no iba a poder hacerse. La segunda, y quizá la principal, es la cuestión económica. Para nosotros ahora mismo no es viable y tampoco ético, no podemos hacer un gasto así teniendo a empleados en ERTE. Así que, por ahora, es una pausa. -Habrá que esperar al 2022, cuando a la Hermandad de la Soledad de San Jerónimo le tocaría ser la protagonista del cartel.
–Habrá que esperar, por lo menos, al 2023; siempre que podamos contar con fotografías de la Semana Santa de 2022 en la calle y que la empresa perdure para esas fechas.