Fidelidad en la Alhambra
LA Semana Santa son olores y música, sabores y sensaciones. Pero si algo parece caracterizar las procesiones que cada año pueblan Granada al llegar la primavera es el derroche de colorido que cada una de ellas ofrece. En los pasos de Cristo o en los de palio, en las túnicas que visten los nazarenos o en los cirios que portan se despliega siempre un amplio abanico de colores con el que se da un toque de distinción y personalidad. Pero, ¿qué sentido tienen algunos de esos colores y por qué se utilizan?
Los colores más habituales y representativos son el morado, como un color asociado al tiempo de Cuaresma y que ref leja el sentimiento de arrepentimiento y de penitencia. Por esta razón es habitual verlo en algunas de las túnicas nazarenas de las cofradías granadinas como El Vía Crucis, Las Penas o El Nazareno. Un color que es también utilizado en otros muchos elementos que forman parte de una procesión, como el guion de la Hermandad de San Agustín, los paños de bocina de El Nazareno o los faldones del paso de palio de la Virgen del Mayor Dolor.
El rojo, como color que asocia a la pasión y a la sangre, forma parte de muchísimos elementos. De este color, en sus distintas variantes (desde el rojo guinda al burdeos) son las túnicas de la Hermandad de la Santa Cena, que recuerdan el carácter sacrificial de la misa, o la de Los Estudiantes; como rojos son también los cirios de esta cofradía del Miércoles Santo, o los de Los Gitanos, que hablan de su carácter sacramental. Encarnados son los faldones de un gran número de pasos de la Semana Santa, especialmente los de Cristo. Así se ve, por ejemplo, en Jesús Despojado, El Perdón, el Nazareno del Amor y la Entrega o Los Favores. Un color muy versátil en el mundo de las f lores y que se ve habitualmente en los exornos, ya sea en claveles, rosas u otras especies.
Un color característico y propio del mundo cofrade es el que conocido como tiniebla. Un color que hace referencia a la antigua celebración que tenía lugar el Miércoles Santo por la tarde, previo a los oficios de Semana Santa. Aquel rito, conocido como oficio de tinieblas por ir apagándose cirios hasta quedar prácticamente a oscuras, empleaba cera pura de abejas, de color amarillento. Las hermandades, tomando esta referencia, utilizan cera de color tiniebla para los tramos de nazarenos que preceden al paso de Cristo. Sin embargo, no lo hacen todas, sino solamente aquellas hermandades que se distinguen por su recogimiento, austeridad y silencio; las conocidas como “cofradías de negro”.
Es este, sin duda, uno de los colores también típicos de la Semana Santa. La ausencia de color, el negro, aparece en algunas de las túnicas que visten los nazarenos y penitentes de nuestras cofradías. Habitualmente, este color se reserva para aquellas hermandades más serias y estrictas, como San Agustín o El Silencio, y también para cofradías en las que existe un cierto recogimiento como la Hermandad de la Concepción. Sin embargo, también forma parte de la túnica de La Estrella, por una cuestión de tradición, y que se oculta bajo el llamativo raso dorado de su capa. Negra es también la bacalá de La Soledad de San Jerónimo o Escolapios, el paso de palio de la Virgen del Amor y el Trabajo o el antiguo techo de la Virgen de la Caridad.
El blanco forma parte sin duda también del repertorio cromático de la Semana Santa granadina. Así puede verse en las túnicas de Jesús Despojado, en las de La Aurora o en las de las hermandades del Domingo de Resurrección; color que habla de la pureza y de la pascua. Por su parte, otros colores como el azul o el verde son también propios del ámbito cofrade de la ciudad aunque, en algunos casos, con un carácter más exclusivo y reservado: así puede verse, por ejemplo, en todo lo tocante a la Hermandad de la Esperanza donde predominan los elementos en el color propio de la advocación mariana de la cofradía.
Sin embargo, las hermandades también plantean combinaciones de colores, según su propio criterio para configurar una túnica particular y distinta a la que existe en otras cofradías de Granada o de otros lugares. Así, Los Gitanos combinan morado, rojo y dorado; La Estrella, negro y oro; Los Favores, negro y burdeos; Los Ferroviarios, verde y negro o negro y rojo según en qué tramo del cortejo se sitúen; El Trabajo, granate, con capa beige y cordón verde; o La Cañilla, de túnica negra, antifaz morado y cíngulo rojo. Así, no disponen de un sentido concreto y funcionan de acuerdo con la propia identidad histórica de la cofradía.
Las túnicas de nazareno o los mantos de las vírgenes son algunos de los colores distintivos