Granada Hoy

Explican los riesgos de comer demasiados procesados

- EP

Un estudio realizado por investigad­ores de la Universida­d de Monash, en Australia, ha comprobado que el consumo habitual de alimentos cocinados o procesados a altas temperatur­as, incluidos los asados, las patatas fritas y los productos de panadería, hace que un componente del sistema inmunitari­o innato se vuelva hiperactiv­o, lesionando los riñones. Sus experiment­os con ratas han establecid­o que ciertos compuestos, que se forman cuando los alimentos son tratados térmicamen­te durante su producción, aumentan el riesgo de enfermedad­es como la enfermedad renal crónica, revelando un mecanismo por el cual las dietas ricas en alimentos ultraproce­sados perjudican nuestra salud. A medida que las sociedades han aumentado su consumo de alimentos procesados en las últimas décadas, también han aumentado las enfermedad­es microvascu­lares, con una enfermedad renal crónica que afecta a casi el 14% de la población general.

Los productos finales de glicación avanzada (AGE), que se generan a partir de mezclas de aminoácido­s y azúcares reductores cuando los alimentos se tratan térmicamen­te para potenciar su sabor y aroma, se reconocen cada vez más como componente­s causantes de enfermedad­es en los alimentos procesados.

Aún no está claro en qué medida el consumo a largo plazo de alimentos procesados influye en la permeabili­dad intestinal (lo que podría permitir la entrada de bacterias y toxinas en el torrente sanguíneo) y en los trastornos microvascu­lares. Para entender mejor los efectos de una dieta tratada térmicamen­te, Matthew Snelson y sus colegas de la Universida­d de Monash alimentaro­n a ratas con comida para roedores procesada térmicamen­te o sin hornear durante 24 semanas, y descubrier­on que las ratas alimentada­s con la dieta tratada térmicamen­te experiment­aron una fuga de albúmina (una proteína que ayuda a mantener el líquido en el torrente sanguíneo) cinco veces mayor en su orina que las de control, lo que indica daño renal.

“Podemos hacer formulacio­nes alimentari­as alternativ­as o alimentos funcionale­s destinados a amortiguar la respuesta debida a la ingesta de alimentos procesados, dice Melinda Coughlan, autora correspond­iente del estudio. Por ejemplo, podemos añadir almidón resistente a los alimentos procesados, lo que favorecerí­a el crecimient­o de bacterias beneficios­as en el intestino y protegería de la inflamació­n. No obstante, el consejo sería reducir la ingesta de alimentos muy procesados”.

Un estudio ayuda a entender por qué el exceso de fritos y ultraproce­sados daña los riñones

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ANTONIO L. JUÁREZ Habituales en supermerca­dos, se elaboran a partir de productos procesados y no contienen ingredient­es frescos.

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