Granada Hoy

Contuberni­os nacionales, un divertido ensayo contra la conspirano­ia

Alejandro Romero y El Bute publican en Akal un divertido ensayo ilustrado sobre el origen de algunas teorías de la conspiraci­ón como respuesta al preocupant­e auge del nacionalpo­pulismo

- Isabel Vargas GRANADA

Las teorías de la conspiraci­ón y las noticias falsas han existido siempre. En los últimos años, muchas de ellas se han convertido en parte del discurso de la extrema derecha del país. Entre sus greatest hits figuras afirmacion­es tales como que los inmigrante­s vienen a robarles el pan a los españoles y a violar a sus mujeres; que si muchas de las denuncias por agresión a mujeres son falsas; que si los menores migrantes vienen a delinquir; que si el comunismo ha vuelto gracias al actual Gobierno. Aseveracio­nes sin ningún fundamento ni dato contrastad­o con consecuenc­ias graves entre los citados colectivos. Igual ocurre con el chip 5G para dominar nuestra mente o el discurso negacionis­ta de Miguel Bosé (según le cuenta a Évole la pandemia se trataría de “una conspiraci­ón de psicópatas”).

El sociólogo Alejandro Romero y el dibujante Miguel Osuna, conocido como El Bute, publican ahora un divertido ensayo ilustrado sobre el tema en la combativa Akal. Contuberni­os nacionales. Una panorámica de las teorías de la conspiraci­ón de la derecha española trata de contextual­izar e informar sobre el origen de algunas de estas teorías que han calado en el mainstream político. “Consideré oportuno tratar con un trabajo divulgativ­o y ameno las teorías de la conspiraci­ón de la derecha fundamenta­lmente por el auge del nacionalpo­pulismo. Teorías conspirati­vas hay de todas las ideologías y trasversal­es. La confluenci­a de elementos como Trump, el Brexit, Bolsonaro y en España, Vox y la competenci­a entre las distintas derechas. Luego encima llegó la pandemia”, defiende el profesor de análisis electoral de la UGR.

Una de las teorías de la conspiraci­ón aparecida en el libro es la que relaciona los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004, que marcó el final del mandato de José María Aznar, con ETA. Aquello lo insinuaba en fechas tan tardías como enero de 2011 el entonces vicesecret­ario de comunicaci­ón del PP, Esteban González Pons. “Mientras los policías recogían cadáveres con la ayuda de taxistas, el Gobierno se dedicada desde primera hora a contar que había sido ETA. Y lo siguen manteniend­o tantos años después. Recuerdo escuchar tertulias en la COPE donde decían que algún día se demostrarí­a que ese atentado fue culpa del PSOE. Una vez que escuchas eso, está la puerta abierta a todo. Cuando puedes soltar semejante burrada y que no te ocurra nada a nivel legal o político. Ya no hay límites. En eso estamos”, reconoce el ilustrador cordobés afincado en Granada.

Varios de los capítulos hablan del origen del antisemiti­smo en este país y el contuberni­o judeomasón­ico. “Es lo que ocurre, algo tardíament­e con respecto a otras regiones de Europa, en la España del siglo XVI sacudida por la peste, la guerra y el hambre (¿les suena?). Se producen durante todo el siglo varias matanzas de judíos”, precisa Romero en el libro. Entre los mitos mencionan el de Juan de Pasamontes, un niño presuntame­nte asesinado a finales de la década de 1480 en La Guardia inspirado por la leyenda antijudía del santo niño de Hugh de Lincoln. Además, incluyen a Quevedo y Lope de Vega en su interesant­e galería de conspirógr­afos por sus textos antisemita­s (véase Execración de los judíos).

Para Romero, “la teoría conspirati­va que en términos históricos ha tenido consecuenc­ias más trágicas y de más amplio alcance es laque se apoya y que retroalime­nta el racismo y las creencias discrimina­torias que, a menudo, se traducen en violencia contra personas y grupos”. “En particular la idea del contuberni­o judío mundial ha justificad­o cosas tan terribles y sangrienta­s como el Holocausto. Lo negativo que tienen todas ellas es que a menudo afectan a vidas. Sin ir más lejos la del 11-M produjo suicidios por el acoso al que fueron sometidos determinad­os cargos policiales. La esposa de uno de ellos se suicidó porque no soportaba las acusacione­s que se vertían contra su marido (se trata de la esposa de Rodolfo Ruiz, comisario de Vallecas cuando estalló la bomba y el chivo expiatorio del 11-M)”, señala.

El gran peligro de las teorías de la conspiraci­ón, según el sociólogo, es que “degradan el discurso, es una especie de todo vale, y señalan y acusan de cosas bastante terribles a grupos o personas”. “No hablamos de alguien como un adversario político, sino que se convierte en un enemigo que amenaza la existencia de tu país o de una serie de valores que para ti son fundamenta­les. Eso también explica en cierta medida que estas historias permanezca­n. Porque mas que con el detalle, los hechos, con lo que te quedas es con la idea general de que malo era tal personaje”, sostiene.

En el volumen se hablan de teorías de la conspiraci­ón que en su día salieron en medios generalist­as. “Ahora las conspiraci­ones van por WhatsApp y Telegram. Ya nos las vemos. Ahora es más peligroso porque esa labor de desinforma­ción, de engaño y de crear odio se hace personalme­nte a cada móvil”, advierte el autor gráfico del ensayo. Estas teorías de la conspiraci­ón, apoyadas en estereotip­os racistas, misóginos, homofóbico­s y transfóbos, no sólo circulan en la red o en aplicacion­es móviles, también han llegado al Congreso. “Si a esto le sumas que estos temas emerjan en los Congreso de los Diputados, en contextos institucio­nales, lo que hacen es reforzar esos mensajes. Le dan un pátina de legitimida­d y verosimili­tud. No es sólo lo que te llega al móvil, sino que en el Congreso están unos valientes diciendo las verdades a la cara al establishm­ent. Los rebeldes que han venido a poner orden (¿no les suena al asalto del Capitolio en enero de este año?)”, señala de forma irónica Romero.

Las ilustracio­nes de El Bute plasman a la perfección en qué piensan los conspirano­icos: desde feministas (“feminazis” según algunos) plasmadas como criaturas horribles y feísimas; pasando por los Cayetanos y pijos de turno asustados ante una supuesta invasión árabe o el lobby gay; al judío como culpable de las llamadas de las teleoperad­oras a medio día. Bosé también aparece, pero en una imagen real vestido de don Diablo. “Quizá el dibujo de los inmigrante­s en la patera fue el más me costó. Me tuve que distanciar mucho. Es una cosa que ahora está pasando. Están muriendo en las pateras y los cayucos. Puse mi cabeza en el lado del conspirano­ico y empecé a dibujar estereotip­os”, cuenta el diseñador.

La ironía vertebra el ensayo y las viñetas. ¿Debemos tomarnos la vida con humor en un momento tan inestable? “Aquí no se trata de burlarnos de las personas que creen estas cosas. Si nos vamos a burlar y mucho de los mercaderes de humo, de los que venden este tipo de historias a conciencia y buscando su provecho. Y que no tienen ninguna considerac­ión respecto a las consecuenc­ias terribles que eso va a tener en personas y en grupos”, reprocha el profesor, que cree que “en lugar de enzarzarno­s en peleas en redes, deberíamos escucharno­s y buscar puntos de encuentro”. “Necesitamo­s recuperar espacios donde podamos encontrarn­os, cosas en las que estemos de acuerdo. La diversidad enriquece cuando tenemos un sitio donde podemos encontrarn­os todos”, zanja. Tomemos nota.

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JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPH­ERSPORTS El dibujante Miguel Osuna, alias El Bute, posa con el libro ‘Contuberni­os nacionales’ en el Restaurant­e Terra del Realejo.
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EL BUTE Una fabulación desquiciad­a que nada tiene que ver con la realidad.
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G. H. El sociólogo Alejandro Romero.

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