Los libreros de Granada
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AH, los libros! Todos los días deberíamos festejar el libro gracias al invento maravilloso de la escritura que se pierde en los tiempos; va de los sumerios a la era digital y sin embargo ahí está; desde su aparición en tablillas de arcilla, en bloques de piedra, en papiros o en pergaminos hasta que se fija en los libros de páginas gracias al invento de los lomos. Los libros han acompañado nuestros sueños, avivando ilusiones y enseñando al que no sabe. Son nuestro segundo corazón. Con ellos vivimos, viajamos, aprendemos, suspiramos, reímos, soñamos, amamos y lloramos.
Aunque ya Granada contaba con una madraza árabe y su correspondiente biblioteca encerrando escritos de mil saberes, fue en el siglo XVI con el traslado a Granada de la Real Chancillería desde Ciudad Real y la fundación de la Universidad por Carlos V cuando la ciudad da un salto cualitativo desde el punto de vista cultural, puesto que con los monasterios y las Casas de Estudio van apareciendo sucesivamente los Colegios de San Miguel, Santa Cruz, San Pablo, San Dionisio Areopagita, San Bartolomé y Santiago… La necesidad de libros será evidente.
Ya la Capilla Real había guardado una amplia biblioteca de Isabel la Católica (trasladada en 1591 al Escorial, a Simancas y a San Juan de los Reyes (Toledo). Colección que causaba admiración; iban los libros bellamente miniados y forrados en cueros rojos, azules y amarillos con cerraduras de latón.
Hoy recordamos tres lugares de Granada que aún recoge el callejero. Calle Imprenta, cercana a la Plaza Nueva donde se trasladó la Chancillería desde su primera instalación en el Albaicín; lugar apropiado para situar allí el oportuno local. La imprenta la trajo a Granada fray Hernando de Talavera de 1496 cuando hizo venir de Sevilla a dos grandes impresores, Juan Pegnitzer de Núremberg y Meinardo Ungut para imprimir opúsculos de carácter religioso. La calle Libreros, junto a la Plaza de Alonso
Cano y a la recién fundada Universidad, la Catedral y los Colegios. Era en esta callecita donde se encontraban los mejores comercios de libros expuestos en sus escaparates; vía principal para los estudiantes y muy céntrica por desembocar en la plaza de Bibarrambla.
Escenario este, sin embargo, de la lamentable quema de manuscritos árabes en 1500 cuando a Cisneros se le ocurrió prender fuego a miles de libros; es verdad que muchos eran ejemplares repetidos del Corán, pero
Las inundaciones, los insectos y la ignorancia han acompañado a la destrucción de los libros
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desbaratar la barbarie por todas las partes de España”. Sabemos que los hijos de Nebrija, Sancho y Sebastián se instalaron en Gra
Lebrija, aunque más que un callejón es un empinado cuestarrón. Tres calles semiocultas que ayer fueron las más cultas. Y si de cultura hablamos, como se acerca el Día del Libro, lo suyo en ese día es buscar como locos una buena librería.