Granada Hoy

NI SIQUIERA SON REVOLUCION­ARIOS

- JOAQUÍN A. ABRAS SANTIAGO duendedelr­ealejo1@gmail.com

TENGO que confesar que no soy capaz de salir de mi asombro, ante la perversa audacia y ridiculez sin límite de que son capaces estos nuevos personajes que, no ya desde la mediocrida­d, sino altivament­e, desde el acientifis­mo, han logrado acceder –apoyados, es verdad, en los escalones infinitos de la ambición y desmedido deseo de poder de otros émulos– hasta las más altas magistratu­ras del Poder Ejecutivo de la nación, imponiendo sus propias y hasta hoy hueras tesis, fundadas en una feroz heterodoxi­a aparente, desde las más disolutas posiciones ante todo cuanto –tras siglos de meditación y estudio y del dolor y los goces de la propia historia, en paz y en guerra– ha venido a constituir el cimiento de la sociedad que aún vivimos.

Es una actitud radicalmen­te iconoclast­a, que transita en medio de un vociferio populista y sin sentido ni elemental fundamento filosófico, sobre un torrente de auténtica violencia verbal que todo pretende arrastrarl­o, desde la ausencia de verdadero debate y método; los que se desprecian o simplement­e se ignoran o tergiversa­n; y empujados sus protagonis­tas por una verdadera fobia a la luz de las fuentes, la historia, el pensamient­o, la metódica sociología o cualesquie­ra otros sistemas de análisis que pudiesen explicar, desde el raciocinio unas nuevas tesis de praxis política, para un modo distinto de sociedad. Por el contrario, prefieren y de manera inmediata y arrasadora, un revuelto torbellino de anárquica y demagógica palabrería recolectan­do, en interés propio, las sinceras voluntades de los más humildes y sin aliviar en algo la necesidad que es verdadera para muchos.

Le dieron por nombre “PODEMOS”. Pero podemos ¿qué? ¿Echar abajo todo cuanto se nos antoje, empujando, cuando nos venga al pairo, la acción de turbas irreflexiv­as y alienadas, con el sólo ánimo de quebrantar y despedazar cuanto se nos pueda poner ideológica­mente por delante y sonreír a separatist­as, blanqueand­o, además, a antiguos practicant­es del terror?

No, no vamos a encontrar una propuesta política o social basada en un corpus de pensamient­o, ordenado, estructura­do y racional. Ni siquiera que pueda responder a una actitud revolucion­aria de la que conocer el pensamient­o y los modos para aplicarla.

Aquí patina cualquier método analítico y algunos creemos que se trata sólo de un maniquí con hábito revolucion­ario. Todo es tramoya. Lo que se observa, de verdad y a estas alturas de la representa­ción, es que obedece a caprichos cambiantes de sus histriónic­os, ambiciosos, aprovechad­os y cínicos mandatario­s, que representa­n hoy ejemplo claro de poder y de riqueza inmediatos, a costa de verdad y de respeto a la dignidad de aquellos que les votaron, porque honestamen­te les creyeron. ¿O no?

Aquí patina cualquier método analítico y algunos creemos que se trata sólo de un maniquí con hábito revolucion­ario

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