Granada Hoy

Un submarino con cerebro gaditano

● Navantia ha desarrolla­do en San Fernando el sistema de combate del S-81, que mañana se pone a flote

- Alejandro Martín CÁDIZ

Navantia pone a flote hoy l S-81 Isaac Peral, el primer submarino de la clase S-80 con el que España entrará en el club de países capaces de diseñar y construir un sumergible de combate, integrado hasta ahora por EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur. El acto, que estará presidido por Felipe VI, supone un hito en el que la industria naval española lleva trabajando 17 años y que ha superado numerosos contratiem­pos técnicos, multiplicá­ndose el presupuest­o inicial. El objetivo del programa no es sólo afianzar la independen­cia tecnológic­a de la Armada dotándola de un submarino de última generación, sino plantar una pica en un mercado controlado por las potencias con vistas a exportar el diseño a otros países.

Aunque el grueso de los trabajos se llevan a cabo en el astillero de Cartagena, la Bahía de Cádiz también juega un papel relevante en el desarrollo de la clase S-80, que estará integrada inicialmen­te por cuatro submarinos. Para Navantia Sistemas, con sede en el astillero de San Fernando, implica hasta 2025 1,5 millones de horas de trabajo y medio centenar de puestos de trabajo, de los que la mitad correspond­en a contratas. Esta división se ha encargado del cerebro que gobierna la nave. Ha puesto a punto del Sistema Integrado de Control de Plataforma, el Sistema Integrado de Comunicaci­ones y el

Núcleo Integrado del Sistema de Combate, un sistema de mando y control que incluye la dirección de lanzamient­o de torpedos y misiles e integra un conjunto sonar de Lockheed Martin. También ha desarrolla­do el Simulador Táctico para el sistema de combate y el Simulador de Plataforma y se ha creado un grupo de Ingeniería de apoyo a Integració­n y Pruebas del Sistema de Combate.

El desarrollo implica también la construcci­ón de un Buque de Acción Marítima de Intervenci­ón Subacuátic­a, cuya orden de ejecución está pendiente de firmarse y que debe acometerse en el astillero de Puerto Real. Sustituirá al Neptuno, un barco de 1975 y que se encuentra al final de su vida útil, en la función de operar como buque de salvamento y apoyo en las operacione­s de rescate de submarinos.

La puesta a flote del S-81 será el principio de la última etapa de un sumergible que se prevé entregar en 2023 para dar un respiro a la Armada, ya que actualment­e sólo dispone de un submarino S-70, frente a los ocho sumergible­s con los que contaba en los años ochenta.

Según Navantia, idear y construir un submarino es un proceso más parecido al de una nave espacial que al de un barco, ya que se diseña para permanecer largos periodos de tiempo bajo el mar, su ventaja táctica principal, con lo que tiene que ser lo más autosufici­ente posible, y sus materiales están además sometidos a una alta presión.

En el caso de la serie S-80, la construcci­ón se tuvo que parar en 2012, al detectarse un “desvío en el libro de pesos”, según la informació­n de Navantia. La empresa acudió a la Marina de Estados Unidos y a General Dynamics, con cuya ayuda se replanteó el proyecto de forma integral, aplicando “ingeniería de sistemas basada en el manual de la NASA”. Finalmente, el Ministerio de Defensa aprobó en 2016 el nuevo diseño del submarino, ampliando la eslora hasta los 80,8 metros. Y en 2018, el techo de gasto se fijó en 3.907 millones de euros.

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