No le sentó bien tener compañía
Jorge Molina, que cumplía 39 años, compartió delantera con Soldado en un encuentro muy tibio
No fue, desde luego, el mejor partido de Jorge Molina con el Granada CF. El veterano delantero se vistió con la rojiblanca horizontal en su cumpleaños –hacía 39– con el deseo de regalar a su equipo un tanto que le permitiese celebrar su aniversario como mejor sabe. Nada más lejos de la realidad. El de Alcoy compartió delantera con Roberto Soldado y apenas pudo intervenir en el encuentro frente al Eibar, que neutralizó con éxito los desmarques del ‘23’ granadinista.
En la primera media hora del choque apenas conectó con el balón y, cuando lo hizo, fue en zonas donde su inf luencia es mucho menos decisiva. Dentro del área, donde realmente hace daño, casi no fue capaz de recibir.
Molina, inteligente a la hora de entender qué está pasando en el partido, interpretó que era necesaria su presencia en zonas más retrasadas del terreno para intentar construir y ayudar a los dos mediocentros a conectar con los extremos. Y así lo hizo.
El Granada repitió a lo largo del primer tiempo una jugada: Molina bajaba a recibir balones enviados desde la zaga defensiva, tocaba al primer toque hacia atrás en búsqueda de jugadores con buen desplazamiento de pelota –Montoro, principalmente– y estos encontraban a los futbolistas de banda para que centrasen al área. Un mecanismo claro, estudiado y trabajado por Diego Martínez y repetido a lo largo de la temporada.
En lo que a ocasiones de gol se refiere, Jorge Molina sólo tuvo una (o más bien, un esbozo de oportunidad): Ángel Montoro colocó la pelota en el área gracias a una falta escorada a la derecha y, tras un batiburrillo cerca de las inmediaciones de Dmitrovic, el de Alcoy casi remata con todo a placer. No llegó.
Fue sustituido por el francés Maxime Gonalons al poco de iniciarse el segundo tiempo.