Las refinerías de Cepsa estarán al 85% de su producción antes del verano
La energética logra un beneficio neto de 53 millones en el primer trimestre del año y eleva su resultado de explotación un 17%
Cepsa ha conseguido revertir la situación y ha cerrado un primer trimestre con una mejora de sus beneficios antes de impuestos (Ebitda) de 324 millones de euros, lo que representa un 17% más que en el cierre del ejercicio del año pasado, cuando se resintió de una manera notable de la caída de actividad económica y del consumo de sus productos en todo el mundo. En el balance hasta marzo consultado por este periódico, la empresa cita de manera especial a las instalaciones onubenses, de las que sostiene que se ha pasado de una situación de parada a prever que se produzca una reactivación importante en sus operaciones lo que le llevará a recuperar su actividada al 85% en el segundo trimestre del año.
La energética consolida de esta manera la recuperación iniciada a finales de 2020 y frente a las pérdidas registradas el pasado trimestre que ascendieron a 29 millones de euros, el primero del año se ha cerrado con un beneficio de 53 millones, fruto según han indicado desde la empresa “por la acertada ejecución del plan de optimización en curso que posibilita aprovechar las oportunidades que surjan a medida que los mercados se vayan recuperando durante este año”.
En lo que se refiere a los dos sites de la compañía en Andalucía, Cepsa parte del hecho de que la actividad en las refinerías se mantuvo “acorde con los bajos niveles del trimestre anterior, en un 67%, como consecuencia de la parada de mantenimiento programada de varias unidades de la Refinería Gibraltar-San Roque (Cádiz) y de la prolongación de la parada de dos plantas de la Refinería La Rábida (Huelva). Sobre ésta última Cepsa prevé reanudar, durante el segundo trimestre de 2021, la producción en las dos plantas de Huelva que están paradas desde septiembre de 2020. De este modo, los niveles de utilización de las refinerías de la compañía volverían a situarse en torno al 85%”.
Philippe Boisseau, consejero delegado de la compañía, ha apuntado a “las importantes oportunidades que la transición energética presenta para Cepsa y que compartiremos en nuestro Plan Estratégico en los próximos meses”, como uno de los objetivos fundamentales de la empresa.
LAS últimas cifras sobre crecimiento de la economía deben ser puestas en perspectiva: no se puede sino crecer, dada la enorme caída desde la cual computamos los porcentajes. Igual pasa con las tasas de empleo y desempleo, y no cabe sino ser escépticos ante las declaraciones de la autoridad competente sobre ese asunto. La Encuesta de Población Activa (EPA) arroja una tasa de paro del 16%, nada mal tratándose de España y en teoría, pero esta cifra deja fuera a un millón y pico de parados que lo son, y esa estadística (del INE, o sea, oficial) camuf la a la ingente cantidad de personas en edad y con ganas de trabajar que han dejado de buscar empleo por la pandemia: buscar, ¿para qué? Además, casi medio millón de españoles tampoco rezan como parados, porque se encuentran en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que en realidad se acumulan en los más de cinco millones de personas que estarían dispuestas a trabajar sin poder de ninguna forma hacerlo. Presumir desde los ministerios o conserjerías de caídas del paro es sencillamente irreal. Por otra parte, cabe decir que son los territorios –Madrid y Barcelona– acumulan los crecimientos mayores, componiendo todo esto un panorama de asimetría y concentración económica realmente indeseable para un país tan diverso y desigual. Hay a día de hoy casi trescientas mil familias más que el año pasado cuyos miembros están sin trabajo: lo vistas como lo vistas. Entre subsidios y coberturas de ERTE, una ingente cantidad extra de dinero que alguien deberá ver cómo cubrir.
Por otra parte, y sin ánimo de ser pesimista ni casandriano, se obvia cuando se saca pecho en las ruedas de prensa que la Unión Europea y sus miembros, cada uno en sus circunstancias, están –debie
nuum pagados –en general– pensionistas: ya les gustaría.
Uno de los hechos más sintomáticos de esta situación tan extraña como sobrevenida y, a la postre, crítica es la reconversión de la banca que, presa de unos tipos de interés –su negocio tradicional– por los suelos, cierra sucursales y despide a miles de empleados, haciendo de las comisiones por todo e incluso por cobrar por tener dinero en cuenta su nueva fuente de ingresos. No conviene olvidar que la barra libre del BCE da una patada a seguir a una situación crítica que no sabemos que acabará por propiciar en una economía maltrecha, un melón por calar. El escenario se compone de políticos hablando de banalidades y presumiendo de cosas, en el fondo desastrosas, mientras nadie sabe bien cómo vamos a salir de esto, y qué futuro les queda a las cohortes jóvenes, obligadas a emigrar a las metrópolis interiores, Madrid y Barcelona, enredadas en una rivalidad y una concentración que –pura economía política– es a la postre contraria al bien común y la necesaria redistribución.