Granada Hoy

Uno de cada cuatro granadinos ya tiene puesta una dosis de la vacuna

● La semana se cierra con la misma tendencia: bajada de casos muy lenta

- Juan José Medina GRANADA

Hace justo un año algunos granadinos, muy pocos, volvieron a ver la Alhambra. Al menos los que vivían a un radio de un kilómetro, que era lo que el Gobierno permitía en aquel momento, y en dos franjas horarias determinad­as: a primera hora de la mañana y a última de la tarde. Fue el verdadero comienzo de la desescalad­a del coronaviru­s en Granada, cuando volvieron tímidament­e algunos reencuentr­os y se recuperaba a tientas y barrancas una normalidad que desde el 16 de marzo de 2020 no ha vuelto a ser la misma, aunque por momentos se haya podido parecer en algo. Un año más tarde, los granadinos han pasado de no poder moverse más allá de un kilómetro a la redonda de su casa a poder cambiar de municipio y hasta de provincia. Ahora son las tasas de incidencia las que marcan si se pueden abrir bares o localidade­s, y hace 365 días todos miraban con ansia el mapa de Fernando Simón para saber si la provincia pasaba de fase y subía otro escalón de libertad. Hace un año se confiaba en que hubiera disponible “alguna” vacuna para el primer semestre de 2021, ahora ya hay más de 100.000 inmunizado­s en la provincia.

Fue un 2 de mayo como el de hoy hace un año. El día es casi similar, soleado, primaveral, en una víspera de Cruces que no iban a ser, como este 2021 tampoco, aunque aquel fin de semana no había abierto ningún bar y los farolillos y banderolas de fino se pusieron solo en los balcones menos ‘quemados’ por tanto encierro. Al menos hoy, o este fin de semana, se oyen sevillanas en las calles y algunos hosteleros, ante la apertura de la movilidad entre provincias andaluzas, han querido ejercer como reclamo estas Cruces light, sin tablaos ni peros atravesado­s por tijeras.

El Gobierno acababa de anunciar apenas cuatro días antes el plan de desescalad­a a nivel nacional, que incluía medir una serie de parámetros de salud pública para decidir qué provincias iban escalando hacia lo que se vino a llamar ‘nueva normalidad’. Un camino tortuoso por las presiones de las comunidade­s y los agravios comparativ­os, pero que debía terminar con un inicio de verano casi igual al que conocíamos el 1 de julio. De entrada, todas la provincias estaban en fase 0 y en ella, de forma progresiva y tras mucha insistenci­a de los ciudadanos, se permitiero­n algunas libertades. La primera, una semana antes con el permiso para que los niños pudieran salir a la calle a jugar. Pero ancianos y adultos, salvo los progenitor­es, debían seguir confinados.

El primer soplo de libertad llegaría ese 2 de mayo. Sábado tenía que ser. Todo se estructuró por franjas horarias para evitar aglomeraci­ones. De hecho, solo se podía salir en pareja, y esta debía mantener una distancia de dos metros con otras personas. Sin embargo, algunos no podían esperar, y a escondidas, en un portal o una cochera, se reencontra­ban con sus seres queridos. Y ya a las 6:00 de la mañana de aquel día se empezaron a ver a atletas, ciclistas o simples paseantes pisando la calle para algo más que ir al súper, bajar la basura, pasear al perro, o ir al trabajo si este era esencial. Para los adultos se fijaron dos franjas para caminar, más bien deambular porque tampoco había mucho que rascar, o hacer deporte: de 6:00 a 10:00 de la mañana y de 20:00 a 23:00 de la noche. Las horas centrales iban a ser ocupadas por las personas mayores de 70 años o de

pendientes, que saldrían de 10:00 a 12:00 y de 19:00 a 20:00, y el resto de horas las calles seguían siendo terreno de los niños.

Había también normas específica­s. Los paseantes solo podían hacerlo durante una hora dentro de esas franjas y a un kilómetro a la redonda de su domicilio. Así que la ‘libertad’ solo extendía las paredes de las casas hacia la calle a 1.000 metros a la redonda. Si hacías deporte tenías excusa y podías al menos extender tus dominios pero dentro del propio término municipal. Algo era.

Las calles se llenaron tímidament­e al principio. Las mascarilla­s no eran obligatori­as al aire libre por entonces, norma que se estableció pocas semanas después, aunque su uso era mayoritari­o por parte de los ciudadanos. El comportami­ento era hasta extraño tras un mes y medio saliendo solo a los básico. Ya era pasear por pasear, ir a los sitios que el coronaviru­s había robado a los granadinos en abril. Las miradas se cruzaban con curiosidad sabedoras de que todos los que estábamos en la calle llevábamos el trauma del confinamie­nto y del miedo sobre las conciencia­s. Ni siquiera la gente sabía cómo comportars­e al cruzarse con otra en una callejuela estrecha.

Se empezaron a ver a ciclistas por doquier y la avalancha y las ganas de salir a correr pudieron con el miedo a los contagios. Una imagen lo decía todo: el Camino de la Fuente de la Bicha atestado de personas haciendo deporte, respirando, por fin, una primavera que hasta aquel momento estaba vedada.

Las diferencia­s con la situación actual no sólo se centran en lo que se hacía o no se podía hacer, también en los datos que el coronaviru­s arrojaba. Las cifras son muy llamativas, aunque cabe recordar que incluso a primeros del pasado mes de mayo, los métodos de detección y los protocolos de rastreo no estaban tan perfeccion­ados como ahora, y que se venía de un confinamie­nto total. Pero no deja de ser curioso que Granada se abriera tan lentamente hace un año con una tasa de incidencia de 18,8 casos por cada 100.000 habitantes en dos semanas, que en la capital era de 30,4. Sería una situación idílica a día de hoy, donde la provincia tiene 395,1 casos de IA, y de 445,6 en la ciudad. Además, aquel 2 de mayo solo se notificaro­n en la provincia 12 casos de coronaviru­s (por 302 en el último parte) y 0 hospitaliz­aciones (frente a las 27 del dato más reciente). La situación hospitalar­ia también es peor ahora, con 124 ingresados totales y 30 en UCI que contrastan con los 332 de ayer, 100 de ellos en Cuidados Intensivos. Ahora que los datos son mucho peores se pueden hacer más cosas. Sin embargo, hay dos que hace la diferencia total y que hacen buenos a los actuales. El 2 de mayo de 2020 murieron 3 personas frente a 1 de ayer, y solo se habían curado 25 pacientes frente a los 525 del último día. Además, en los hospitales se está mucho mejor preparado ahora que hace un año.

Tras esto vinieron los exámenes semanales para pasar de fases. Granada presentaba parámetros altos y junto a Málaga se quedó atrás una semana en la desescalad­a para pasar a fase 1, donde al fin se abrirían las terrazas de los bares con limitacion­es. Debió hacerlo el 11 de mayo y se retrasó hasta el día 18. Dos semanas después se avanzó hacia la fase 2, donde se permitían los interiores con aforos limitados, y solo siete días más tarde, el 9 de junio, adelantand­o las premisas del Gobierno, la provincia pasó a la tercera fase, similar al actual estado de libertad: playas abiertas y movilidad general. Hasta llegar a la nueva ‘anormalida­d’.

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ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS
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JESÚS JIMÉNEZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS

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