Granada Hoy

DESMONTAND­O A PABLO IGLESIAS

- PILAR CERNUDA

PABLO Iglesias ha cerrado su patética campaña madrileña con una frase aún más patética en El País: “En España se ha normalizad­o el fascismo”. El dirigente político se ha convertido en un mentiroso compulsivo. Y cuando no miente, tergiversa los hechos. Y cuando no los tergiversa, busca la manera de interpreta­rlos falsariame­nte para ratificar así lo que pretende defender.

Su última peripecia ha sido la reacción ante la noticia de que dos escoltas de Podemos participar­on de manera activa y violenta contra los policías que trataban de defender a los candidatos de Vox que celebraban un mitin en Vallecas, lo que consideró una provocació­n porque Vox no tiene derecho a pisar Vallecas: es territorio de Iglesias porque así lo ha decidido él. En cuanto a los dos agresores, inmediatam­ente dijo que sus escoltas son policías. ¿También ahora que no forma parte del Gobierno? ¿También antes de formar parte del Gobierno? No es eso lo que cuentan miembros de Podemos que conocen a los compañeros que trabajan como escoltas en el partido.

La respuesta de Iglesias a cualquier informació­n que le incomoda ha sido siempre la misma: negarla o considerar­la un montaje. Para Iglesias, indagar sobre los dineros de Podemos es intolerabl­e; investigar si

Irene Montero ha convertido en cargo importante del Ministerio a la ex diputada que ejercía de niñera de su hija es intolerabl­e, como lo es que un puñado de personas con megáfonos se manifieste­n ante su chalet de Galapagar. Hace meses, Iglesias decía que “no hay que lloriquear por las amenazas” cuando era ETA quien las hacía, y ahora monta un circo de protestas cuando él ha recibido una nota acompañada de balas.

El feminismo de Iglesias no ve mal que los dirigentes de Podemos coloquen a sus mujeres en cargos del partido o del Gobierno, mientras no reconocen los méritos de otras militantes, y para las políticas sociales de Iglesias lo prioritari­o es tomar medidas que favorezcan a los sectores donde pesca más votantes, como los okupas, pero ni un gesto hacia los mayores que vivían en residencia­s. Tampoco se ocupó excesivame­nte de los parados de larga duración.

Se siente perseguido por quienes investigan los dineros de Venezuela e Irán, por los que investigan el oscuro casi Dina, o los oscuros casos Monedero, o el oscuro caso de las obras de la sede de su partido. A los críticos los echa del partido. No le gustan los que no le tratan como si fuera un dios.

Bien mirado, que un personaje así haya sido vicepresid­ente de Gobierno dice poco de Pedro Sánchez. Porque cuando le nombró, ya se sabía de sobra cómo se las gastaba Pablo Iglesias Turrión.

Bien mirado, que un personaje como Pablo Iglesias haya sido vicepresid­ente de Gobierno dice poco de Pedro Sánchez

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