Granada Hoy

Al Granada CF se le atraganta el Cádiz (0-1), como hace dos años, y se aleja de los puestos europeos

● El conjunto de Diego Martínez se muestra incapaz de hacerle daño al Cádiz y se aleja un poco más de jugar la próxima temporada en Europa

- Enrique López GRANADA

En la temporada 2018-2019, todo estaba preparado en Granada para el ascenso a Primera División. Los de Diego Martínez tenían que ganar para retornar a Primera División. Se medían al Cádiz, que logró sacar un punto y evitó la fiesta, teniendo que viajar a Mallorca para alcanzar el objetivo. Ayer, los rojiblanco­s se enfrentaro­n de nuevo, con la euforia de llegar a la cita tras vencer al Barcelona por primera vez en el Camp Nou, a los cadistas pero se toparon con un muro defensivo que fueron incapaces de derribar. El pinchazo del Betis en Valladolid no fue aprovechad­o para acercarse a Europa, pues de haber ganado habrían dependido de sí mismos para luchar por las plazas europeas. Pero el tanto de Sobrino obligará a apurar sus opciones en las dos próximas jornadas.

Se vieron las caras en el Nuevo Los Cármenes dos de los equipo más rocosos de LaLiga Santander. Conjuntos que no utilizan demasiadas florituras para llegar al área rival pero a los que hacerles ocasiones de gol no es nada fácil. Bajo esa premisa, la igualdad fue la tónica predominan­te. Sólidos en defensa y con pocas grietas atrás, en la primera acción ofensiva pudo cambiar el guión del partido. Llegó tras una contra por la derecha comandada por Salvi, que explotó su velocidad para centrar al punto de penalti donde llegó Negredo, que no pudo rematar al llegar forzado.

Fue un primer aviso para los rojiblanco­s del peligro que tiene el Cádiz cuando lo dejas correr. Por eso, decidió tratar de llevar la iniciativa. Y poco a poco lo fue consiguien­do. Quini lo intentó desde el vértice del área a los cinco minutos y Germán tras rematar una falta lateral. Y es que desarmar al conjunto de Álvaro Cervera no es nada fácil. Se ordenaron muy bien atrás, con dos líneas muy juntas, provocando que existiera poco juego por dentro, lo que obligó a los locales a buscar los flancos. Pero ni Machís ni Puertas generaron peligro.

La estrategia fue el único argumento de los de Diego Martínez, en especial gracias a Germán que lo remató casi todo. En una jugada a balón parado pudo adelantars­e el Granada CF pero Nehuén Pérez, que remató un balón suelto en el área, se encontró con un gran Ledesma que repelió el disparo a quemarropa del central argentino. Fue la mejor ocasión de los locales en todo el duelo. Por el contrario, la mejor de los visitantes llegó tres minutos después y el cuadro amarillo no la desaprovec­hó.

Un centro de Iza al segundo palo lo remató, demasiado solo entre Foulquier y Germán, Álvaro Negredo de cabeza. Aarón realizó una gran parada pero el rechace le llegó al veterano ariete cadista que cedió a Rubén Sobrino, de nuevo excesivame­nte solo, que únicamente tuvo que empujar el cuero a puerta vacía (39’). Y pudo ser peor si dos minutos después, Aarón no llega a salvar un mano a mano ante el propio Sobrino, en un error de coordinaci­ón de la zaga al romper Nehuén el fuera de juego. El valenciano evitó el 0-2 y mantuvo vivo a su equipo en el encuentro. En dos zarpazos, el Cádiz pudo dejar casi sentenciad­o el choque pero no lo hizo.

Con la entrada de Víctor Díaz y Kenedy por Nehuén Pérez y Antonio Puertas, Diego Martínez movió ficha al descanso. Y más aún en el 54’ con el cambio de Soldado por Yangel Herrera. Pero lo cierto es

que el juego ofensivo no mejoró. Apenas pasaba nada en las áreas, el plan perfecto para un Cádiz experto en defender resultados a favor.

La dinámica no cambió y el gallego buscó en Luis Suárez la solución. Tres arietes sobre el terreno de juego pero el problema era que la tripleta ofensiva recibiera el cuero con ventaja ante los zagueros amarillos. Y eso no ocurrió casi nunca. No siempre se es más ofensivo por contar con más delanteros y eso fue lo que sucedió. En 45 minutos no hubo prácticame­nte nada que reseñar en ninguna de las dos áreas, lo que habla muy bien del trabajo de los de Cervera y muy mal del juego rojiblanco, demasiado impreciso.

Con centros frontales, sin que hubiera nadie entre líneas que diera el último pase y con escasa profundida­d por banda, los minutos fueron pasando sin noticias para Aarón y, lo que era peor, para Ledesma. Y fue así porque el equipo terminó desordenad­o, partido y desesperad­o.

El más claro de ejemplo de ello fue Roberto Soldado, que no pudo contener los nervios y terminó desquiciad­o y expulsado al reclamar una falta sobre Jorge Molina (no era penalti). Díaz de Mera, que en la primera mitad estuvo tranquilo, cambió su arbitraje en el segundo tiempo y comenzó a sacar amarillas a diestro y siniestro. No es la primera vez que el castellano-manchego castiga en exceso a los rojiblanco­s. Pero el ‘amigo’ Isidro, como lo definió una vez Diego Martínez, no influyó en la derrota. Fue la propia incapacida­d de los nazaríes la que hizo que se perdiera el choque. Sin más. Enfrente tuvo a un equipo solidario y muy serio ante el que no tuvo recursos. Todo lo demás, son excusas.

El más claro ejemplo fue el número de disparos en la segunda mitad. Uno de Quini, muy desviado, y el chut de Montoro en el descuento que atrapó con dificultad­es Ledesma. Un bagaje muy pobre para un equipo que podría haber acudido la semana que viene a Sevilla para medirse al Betis dependiend­o se sí mismo para jugar en Europa la próxima campaña. Dicha meta está un punto más lejos. Se perdió una gran oportunida­d.

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Jorge Molina cae en el borde del área en la acción que terminó con Soldado expulsado.
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REPORTAJE GRÁFICO: ANTONIO L. JUÁREZ / PHOTOGRAPH­ERSSPORTS

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