Los intocables
La pandemia ha bajado de la nube la megalomanía humana y nos ha puesto frente al espejo: no somos nada. Los mejores empresarios han comprobado que nada es inmutable y que los negocios con planteamientos galácticos como es el mundo del fútbol de élite también han de reflexionar sobre su modus operandi. Salarios estratosféricos, millonarios sin cuento y gentes que se desviven por una fotografía con una estrella galáctica o pagar por un carné que no da derecho a nada son excentricidades que, como se ha demostrado, tenían pies de barro.
Don Florentino Pérez, empresario de éxito, admirado por su visión estratégica y multimillonario, ha decidido que él, junto a otros once de su estirpe, son los reyes del fútbol mundial. Son los intocables de Eliot Ness en el universo futbolístico. La pandemia ha provocado una catarsis en sus cuentas de resultados y el dinero que generaban no es suficiente para pagar salarios de estrellas, que pocos saben cuántos ceros a la derecha tienen ni cómo puede emplearlo una persona incluso aunque viviese 200 años, ni permite pagar proyectos megalómanos para disfrutar de estadios futuristas, lujosos y llenos de excentricidades y tecnología. Don Florentino y sus correligionarios se han apresurado a echar un pulso a la UEFA (que no es que sea un dechado de transparencia y honradez) y han decidido que ellos son los intocables que generan dinero y éste deben quedárselo y repartir las migajas a quienes y como ellos decidan. De un plumazo se han querido cargar el mérito deportivo y han sentenciado otras formas de gestionar el balompié mundial. Ya no valen ejemplos de buen hacer como el Sevilla FC o el Borussia Dortmund, por citar algunos, los elegidos por el dedo de don Florentino son los que, según ellos mismos, generan negocio, tienen las estrellas y van a mantener la megalomanía, la excentricidad y el lujo. Si no es así, según nos dice en tono paternal, el fútbol está acabado. No hay futuro.
Pero nada más opuesto a la realidad. Oigan la opinión de Juan Roig, entrevistado por un madridista como Luis Herrero en esRadio, y comprobarán cómo la sensatez, el buen gobierno, la mesura y la ecuanimidad permitirán que se premie al que lo hace bien y el fútbol sobreviva al dantesco escenario que nos presenta don Florentino. ¿Quién eligió a los intocables? ¿Por qué una liga de 12 y no de 24? ¿Quién decide cómo se reparte juego y dinero? ¿No será que todo esto obedece a una estrategia para negociar desde una posición de fuerza clara con los oligarcas de los organismos futbolísticos mundiales, que nadie sabe quién los eligió y son otra clase de intocables. Alberto José Arranz