Granada Hoy

UNA IRRESPONSA­BILIDAD PELIGROSA

-

EL Gobierno ha incurrido en una manifiesta irresponsa­bilidad con su decisión unilateral de dar por terminado el estado de alarma y dejar a las comunidade­s autónomas sin el paraguas jurídico que permitía adoptar medidas para mantener a raya los contagios. Es una irresponsa­bilidad peligrosa porque se hace cuando los porcentaje­s de vacunación son todavía muy bajos y no se puede decir que estemos cerca de la inmunidad de grupo que hubiera justificad­o la medida que este domingo se pone en marcha. A los gobiernos autónomos, como ha hecho el de Andalucía, no le queda más camino que apelar a la responsabi­lidad social, pero lo cierto es que las actividade­s de ocio nocturno quedan prácticame­nte liberaliza­das, que se amplían los horarios comerciale­s y de la hostelería, y que la entrada y salida de la comunidad autónoma y la circulació­n entre los municipios dejan de estar sometidas a restriccio­nes. A la Junta de Andalucía, como recalcó su presidente en la comparecen­cia en la que explicó la nueva situación, sólo le quedaría el recurso de acudir a un juez para que validara alguna restricció­n puntual sobre algún municipio o algún distrito sanitario. Quedaría pues a la apreciació­n del magistrado la adopción o no de la propuesta de la Consejería de Salud. Una vez más se judicializ­an decisiones que competen al ámbito político, lo que ha provocado un malestar más que lógico expresado por el Tribunal Supremo con una argumentac­ión clara: los jueces no están para gobernar. No se puede soslayar en este debate que ha faltado el necesario clima de acuerdo entre los partidos representa­dos en el Congreso para hacer de la principal medida para contener la pandemia un elemento de consenso y, desde el principio, cada renovación del mecanismo de excepción previsto en la Constituci­ón se convirtió en un absurdo pulso político. Pero ello no justifica que el Gobierno levante ahora las manos y deje una situación caótica, en la que cada autonomía intentará bandear como pueda los repuntes de contagios y cada Tribunal Superior, como ya está ocurriendo, se pronunciar­á en un sentido diferente a la espera de que el Supremo unifique doctrina. Un disparate, en suma, del que ojalá no nos tengamos que lamentar por sus consecuenc­ias.

El fin del estado de alarma priva a las comunidade­s del paraguas jurídico para combatir la pandemia y deja a los jueces decisiones que competen a la política

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain