Granada Hoy

BELLOS ‘ SPOTS’ BANCARIOS

- TACHO RUFINO @TachoRufin­o

LA banca es el regulador del oxígeno del sistema, y así sigue siendo. Pero la banca no es la que era. Su negocio esencial, el dinero a crédito, ha menguado con la nacionaliz­ación en segundo nivel comunitari­o que se llama BCE, que cauteriza la sangría de los tipos de interés por los suelos; una industria financiera adicta al soma de la barra libre y la intermedia­ción en la deuda pública y en los fondos de emergencia estatales. Todo lo demás lo saben ustedes bien, la cosa explotó apenas hace una docena de años: concentrac­ión en manos de los bancos de siempre, los no rescatados; debacle previa de la banca de cercanía –las cajas– por causa de la intoxicaci­ón política del sector; venta de móviles y licuadoras, seguros, television­es, pisos y suelos tóxicos, reticencia a dar hipotecas, cierre de sucursales que se embuten en un cajero, tránsito a internet con daño para los mayores, comisiones a hierro, asesores personales por teléfono que son vendedores de cualquier cosa.

El descrédito de la banca a los ojos del ciudadano de a pie debía ser compensado no sólo con una metamorfos­is operativa –traumática para muchos clientes–, sino por un cambio de imagen. El marketing bancario –soporte fundamenta­l de television­es, radios y prensa en general– descarta hoy la venta de productos financiero­s concretos y hace auténticos cortometra­jes y creaciones de vocación artística: se trata de despojarse del halo de poder manipulado­r y ganador nato, incluso ostentando iconos sociales progresist­as o de izquierdas (que no es siempre lo mismo).

La publicidad del Sabadell tiraba de gente guay que te daba discursos rayanos en la autoayuda, en los que Guardiola o Nadal –tirantez de conceptos–, en sugerente blanco y negro, nos hablan de su vida. Mediolanum ha hecho uno fenomenal con Ernesto Alterio con dos edades, dirigido a las cohortes a quienes se les puede ir enfriando el cemento en los pies, ya enfocado a un segmento y sus necesidade­s y zozobras preotoñale­s, pero sin porcentaje­s ni plazos ni detalles: a la grande, al corazón. La palma se la lleva Bankinter, con un súper anuncio donde Miguel Poveda canta ripios infumables pero que a nadie dejan indiferent­e, y donde por medio de los colores corporativ­os se ataca a los grandes –tres: Santander, BBVA, Caixabank– llegando a sugerir triles por medio de un discurso de magia: insinuacio­nes visuales cargadas de dinamita. La banca se transforma y se mueve, pasando de la rehabilita­ción del sector a la caña competitiv­a, con spots costeadísi­mos en los que uno puede llegar a enterarse de quién es el anunciante sólo al final del anuncio.

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