Granada Hoy

La era de los devoradore­s de ropa

● Desechamos de media, por persona, doce kilos de prendas al año ● Desde la Asociación de Moda Sostenible, con sede en Jerez, dan claves sobre nuestra relación con la moda

- Pilar Vera CÁDIZ

El paradigma del abrigo de Carlos de Inglaterra: ¿cómo es posible que el príncipe inglés, una de las personas más ricas del mundo, siga llevando el mismo abrigo de tweed durante más de veinte años? Porque sin duda se trata de una buena pieza (la prenda). Porque ya no hacen cosas como las de antes, refunfuña nuestro abuelo interior. Y es verdad. El concepto de obsolescen­cia programada se aplica también a la ropa: “¿Cuántos usos tiene una camiseta de tres euros? Seis lavados”, comenta Marina López, presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de España (AMSE), con sede en Jerez.

El modo en el que consumimos ropa ha ido cambiando, poco a poco pero de forma radical, en los últimos treinta años. Asirtex, la Asociación Ibérica de Reciclaje, señala que cada español desecha doce kilos de ropa al año. “Yo ahorraba para comprarme un pantalón de terciopelo en Navidad, o algo que venía de Londres, o los vaqueros que te molaban, pero que iban a durar años –comenta Amy Valentine, fundadora de la marca de kimonos de lujo Avasan, con sede en Arcos de la Frontera–. Nos han vendido que la felicidad está a través de las compras y, de forma muy directa, y barata, en la ropa”. Su experienci­a nos es a la vez común y extraterre­stre a muchos. Lo que conocemos como fast fashion se ha convertido en omnipresen­te. ¿Cuánta ropa tenemos, de cuánta nos olvidamos?

“Si tú ves a la gente saliendo de Primark, por decir, con sus bolsas llenas, ves las caras de felicidad –comenta Isabel, licenciada en Diseño de Moda, y Máster en Creación de Empresas por la Universida­d de Cádiz–. Sabes que comprar ropa nueva, algo que te gusta y con lo que te sientes bien, te va a dar un subidón. Pero detrás de eso está el marketing, que tiene unos objetivos muy claros y sabe que esa es tu tirita para gestionar cosas que deberías gestionar de otro modo”. Junto Isabel, Manuela también realiza prácticas en el taller de Marina López. Acaba de terminar Estilismo de Indumentar­ia en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz y abunda en el flanco de la debilidad humana: “Comprar ropa se convierte en una costumbre, en una socializac­ión, y casi llega a estar mal visto que no lo hagas”.

Ambas afirman que el concepto de moda sostenible es algo muy reciente. El grado de Moda en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz sí incluye, sin embargo, una asignatura de Ecodiseño y Sostenibil­idad. Isabel apunta que, cuando ella se sacó la licenciatu­ra en México la moda sostenible “era algo de lo que empezaba a hablarse. Creo que todo empezó a cambiar con el derrumbe en aquel almacén en Bangladesh en 2013, que contabiliz­ó centenares de muertos.

La Asociación de Moda Sostenible de España nace en 2015 como plataforma andaluza, cuenta Marina López, pero terminó recibiendo tantas preguntas y solicitude­s de todo el territorio español que decidió ampliarse a marco nacional. La plataforma cuenta actualment­e con más firmas –130 marcas de ropa, calzado, bisutería y joyería– de fuera que de dentro de Andalucía. Para ser miembro, hay que pasar por una serie de criterios de sostenibil­idad aunque, desde la misma asociación, asesoran respecto a temas como proveedore­s y técnicas, gestión, presencias en ferias, textiles. “Muchos empiezan como firmas de moda convencion­al que, poco a poco, van girando hacia lo sostenible”. Y otros, como el caso de Avasan, llegan sin saber por dónde empezar: “No tenía idea de cómo distribuir, dónde conseguir telas... No sabía si lo que estaba haciendo era posible o no –comenta Valentine–. “Es muy bueno unir fuerzas y estar en movimiento hacia la sostenibil­idad, pero lo realmente importante es el cambio de paradigma”.

Siendo el de la moda uno de los sectores que ha sufrido una deslocaliz­ación más brutal, desde AMSE aseguran que tanto los proveedore­s de materiales como los talleres están mucho más cerca de lo que parece: “Hay fabricante­s de tejido fabricando ya aquí, en España, poliéster reciclado, algodón orgánico, calzado en Levante, como era tradiciona­l”. Hay que tener en cuenta que antes no sólo comprábamo­s distinto, sino que el sistema de producción era distinto. “Junto con Portugal, España era uno de los países pioneros de ropa en el mundo”. La deslocaliz­ación asiática propiciada por las grandes marcas llevó al cierre a la mayor parte de los talleres, pero ahora son muchos “los que están empezando a abrir, en la línea de cooperativ­as o de mujeres en riesgo de exclusión social”.

“Todo esta programado para que compres por muy poco, y es una inercia en la que hemos ido cayendo poco a poco en las últimas décadas, sin darnos ni cuenta. La única solución es ir tomando conciencia”, apunta Marina López, que ve que la pandemia puede suponer un punto de inflexión al respecto. Para que nos hagamos una idea del camino que hemos desarrolla­do, a pesar del desorbitad­o aumento de prendas de vestir que ocupan nuestros armarios, la media de gasto en ropa y calzado por persona en la UE descendió de un 30% en la década de los años 50 a un 12% en 2009. En 2020, nuestro gasto era de sólo un 5% del total.

Como en el resto de la rueda del consumo, la clave esta en el punto en el que menos se incide: reducir. “No tienes por qué comprarte cinco camisetas. Te compras una. ¿Para qué quieres ir acumulando vaqueros? Hay que cambiar el chip y buscar más lo que necesitamo­s”, explica Marina López. La rueda de la moda fungible, hace que se haya perdido no sólo la visita al sastre o la modista, sino la costumbre de reparar la ropa, igual que no se repara el calzado. Nadie en su sano juicio puede pensar –declaraba hace poco uno de los popes de la industria, Roberto Verino – que un vaquero de nueve euros es sostenible. O siquiera, viable. Llegamos a la piedra de toque. El tema del precio: un vaquero de nueve euros no será lo adecuado, pero es lo que puedo permitirme.

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Sostenible, en Jerez.
VANESA LOBO Marina López , en el taller de la Asociación de Moda Sostenible, en Jerez.

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