Granada Hoy

“El día a día está lleno de verdad, de heroísmo y hasta de poesía”

● Presenta ayer ‘Afectos y canciones’, un poemario que indaga en el misterio de lo cotidiano y ve la luz en Ediciones Escondidas

- Gonzalo Gragera

Victoria Carande (Badajoz, 1962), poeta y traductora, nieta de don Ramón Carande, es la autora de Afectos y canciones, publicado en Ediciones Escondidas. Un libro de poemas que trata la nostalgia, el paso del tiempo, el amor, la entrega hacia los demás y una delicada observació­n de los hechos cotidianos y a su vez extraordin­arios. Un poemario que nace con las amistades, desde los afectos, y cuyas canciones construyen un lugar en el que compartimo­s emociones, sin incurrir en el sentimenta­lismo, y reflexione­s que nos dan la medida de una lograda mirada poética.

En 2016, la poeta decide publicar, cada viernes, un poema en sus redes sociales. Puntual desde aquel año, Carande mantiene constante esa tradición que le sir ve para no perder el contacto con los amigos y lectores. Al tiempo que cultiva la escritura. De aquella costumbre surgieron dos libros. “Parte de lo que escribo [en estos posts] son sonetos, que publiqué en 2019 en Luxemburgo, en un libro titulado Litoral interior. Los que no son sonetos, además de algunos micropoema­s, empezaron a querer formar también un libro, y tuve la suerte de conocer a Mamen Peinador, de Ediciones Escondidas. Ella interpretó el conjunto de estos poemas como un calendario sentimenta­l, con mucho acierto y cariño los colocó y los dejó dialogar entre ellos. Me siento muy identifica­da con las páginas de este libro”, cuenta la autora.

Así se va trabajando un poemario con el que Carande discurre por la memoria, por aquello que se pierde entre los años, y evoca sensacione­s que todos hemos vivido, pero contadas con buenas palabras y con buenas ideas. “Hace ya tiempo / que no corren las nubes / ni las horas iguales, / ni los soles diversos. / Pero es así, no importa. / Incluso por instantes robados, / hay una eternidad entre sus muros / que va siempre conmigo”, escribe la poeta en “Adioses”. En Afectos y canciones predomina un estilo muy depurado en la elección de las expresione­s y en la precisión con la que la poeta nombra imágenes, paisajes, recuerdos. Afirma Carande que “la clave de un poema puede estar en una buena combinació­n entre la palabra y la emoción”.

Sin embargo, a pesar de la claridad expositiva de los poemas, de la sencillez expresiva, estos reservan un enigma, guardan una atmósfera de misterio, en aquello que se trata. La propia autora nos dice en el libro que “mi mejor poema no es el que escribo, / sino ese temblor que no tiene nombre”. Al preguntar dónde podría estar ese temblor, ese origen del poema, ese perfil tan difícil de descifrar con la palabra, Carande responde que “puede ser la paradoja, las ironías del destino, la fragilidad de las cosas pequeñas que tienen una grandeza a pesar de parecer triviales, como un sabor, el canto de un mirlo, el insomnio, un espejo roto…”. Quizá aquí una de las claves de Afectos y canciones: ese enfoque hacia lo cotidiano que pasa por hecho extraordin­ario, con el lenguaje de la poesía. Un lenguaje con el que la autora da “gran intensidad al mensaje” y consigue así “sentirlo más mío y hacerlo más inteligibl­e para los lectores”.

En “Salón de baile”, uno de los poemas del conjunto, leemos: “Los danzantes giran entre tinieblas, / y la mirada / que nos aferra, / que nos tortura casi / y nos salva, / es lo único que de verdad existe”. Pero Victoria Carande nos señala que también serán ciertas “aquellas experienci­as que simplement­e llenan nuestra vida de interaccio­nes y ocupacione­s. Las que nos relacionan con los demás, como el trabajo, la familia, la compasión… Son preciosas, y a veces su cotidianei­dad nos hace despreciar­las”. E insiste en esa mirada poética que sobrevive en los pequeños gestos. “El día a día está lleno de verdad, de heroísmo y hasta incluso de poesía, a veces callada”, concluye.

Traductora de profesión, Victoria Carande reside en Luxemburgo, donde trabaja para la Comisión Europa. Un oficio que le sirve para trabajar con las palabras. Labor que tan presente está en su poesía. Detalla la autora que “buscarlas es mi ocupación cotidiana, me da inquietude­s y satisfacci­ones todo el tiempo. Me hace muy feliz desarrolla­r esta actividad también para escribir poesía, porque en esta vertiente tengo libertad total. Me parece que estoy jugando con las palabras, y puedo hacer con ellas lo que quiera. Con el lenguaje poético me siento libre de pintar y de cantar”.

En la distancia de la vida en Bruselas primero, y ahora en Luxemburgo, la lengua ha sido durante años una vinculació­n más a su tierra natal. Se percibe en los poemas de Afectos y canciones que el idioma materno es lugar en el que sentir acogida, pertenenci­a, vinculació­n con los orígenes. Así lo siente la poeta: “Sí, con el poema regreso, una y otra vez, o más bien constato que nunca me fui. Con la poesía intento convertir todo en un lugar universal y mítico, en un lugar que contiene todos los lugares. Igual que un tiempo puede contener todos los tiempos”. No obstante, su actual residencia no la siente “en tierra extraña”, como aquel poema de Cernuda, pues nos argumenta que “donde yo vivo no es tierra extraña. Pienso que aclimatars­e, pertenecer a un lugar, es una necesidad vital. Hay que acoger en el corazón a la tierra que te acoge en sus paisajes. Con los años, Luxemburgo se ha convertido en mi tierra”.

En el poemario se lee una palabra hoy diaria y esperanzad­ora: vacuna. El poema “El río del desespero” se cierra con este verso: “Y el arte es mi vacuna contra casi todo”. Pero ¿contra qué nos vacuna el arte? Victoria Carande considera que “contra el aburrimien­to y contra la deshumaniz­ación”. Y nos da un breve apunte sobre ese concepto, que se relaciona con aquella idea de entrega hacia los otros, hacia los que nos acompañan y nos quieren, tan constante en el libro. La autora apunta que “el arte que recibimos o admiramos nos alimenta, y el que regalamos, transmite amor a quienes nos rodean”.

El arte es mi vacuna contra casi todo, especialme­nte contra el aburrimien­to y la deshumaniz­ación”

Con el poema regreso al idioma materno una y otra vez, o más bien constato que nunca me fui”

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M.G. Victoria Carande combina la escritura con su trabajo como traductora en la Comisión Europea.

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