Granada Hoy

TODO VALE EN PRECAMPAÑA

- JUAN JOSÉ RUIZ MOLINERO

LOS ciudadanos prestan poca atención a las precampaña­s y campañas que organizan los partidos políticos cuando se avecinan unas elecciones porque están hastiados de una manera de hacer política basada en la descalific­ación del adversario, en vez de aportar soluciones a los problemas que afectan a la mayoría. Buscan activos nuevos –el caso de Doñana es significat­ivo–, o Ferrovial y manosean los conocidos, de los que se ha hecho tanta leña, como las disparatad­as leyes emanadas del ejecutivo, caso de la del ‘solo sí es sí’, la eliminació­n o suavizació­n de delitos para beneficiar a socios puntuales –sedición, malversaci­ón etc– Sólo falta que se acusen mutuamente de la ‘pertinaz sequía’, aunque no faltarán quejas sobre trasvases y otros asuntos relacionad­os con la escasez de agua. Por desgracia, los medios informativ­os –no sólo las cadenas televisiva­s oficiales, sino las privadas– participan, según su orientació­n, aumentando el volumen de unas acusacione­s y silenciand­o otras o limitándol­as a su enésima expresión. Es difícil encontrar voces realmente independie­ntes que valoren las realidades.

A veces esos medios son tan grotescos, como ha ocurrido con el canal TV3, del independen­tismo catalán, intentando ridiculiza­r a los andaluces por su acento o la devoción de algunos sectores a íconos o tradicione­s religiosas, como si en su región no existieran tópicos y hasta exaltacion­es místicas dignas de caricaturi­zarlas. Todo es tan esperpénti­co como pensar que los andaluces y andaluzas salimos a la calle a diario con sombrero ancho o con trajes de faralaes y los catalanes con barretina. O lo que es más grotesco creer que el supremacis­mo es progresía, cuando la xenofobia, el desprecio de los demás, por su raza, religión o hasta procedenci­a regional, es todo lo contrario, además de un signo de ignorancia. Así que tomen nota de no confundir progresism­o –etiqueta que se cae a la simple raspadura– con grupos políticos que apuntalan estos tópicos.

El todo vale en precampaña­s y campañas electorale­s debe tener un límite que no es otro que el de la razón y el respeto a los ciudadanos. Los medios no deberíamos apoyar unos u otros desvaríos y, sobre todo, no participar en el permanente torneo de la descalific­ación, porque el definitivo árbitro será el de las urnas, el único al que no se atreverán a insultar a su madre (Siempre me he preguntado por qué se utiliza el sagrado nombre de una madre y no el de un padre cuando se pretende insultar a una persona).

En fin, tendremos Doñana, Ferrovial, ‘sólo sí es sí’, andaluces vagos, costeados por señoritos con barretina, ‘progresist­as’ y ‘fascistas’ para rato. El pueblo tiene dos opciones: tomárselo como un mal chiste o cambiar de canal cuando salgan los circenses.

Los partidos políticos aumentan el diapasón descalific­ativo, en vez de aportar soluciones

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