Granada Hoy

1969: el año en el que el Gobierno aprobó para Granada un Polo que se quedó en palo

● La Universida­d de Granada compra a la Compañía de Jesús los terrenos de la Cartuja para ampliar el número de facultades ● Manuel Fraga inaugura el complejo Solynieve de Sierra Nevada y canta ‘Clavelitos’ con la tuna universita­ria

- ANDRÉS CÁRDENAS

AL pisar el hombre la luna por primera vez en 1969, dio un paso que fue muy pequeño para él, pero muy grande para la humanidad, según dijo el propio Neil Armstrong al regresar de aquel histórico viaje espacial. Granada quiso dar ese mismo paso en su historia al aprobarse el tan cacareado Plan de Desarrollo para la provincia. Las institucio­nes echaron mano de los bombos y los platillos para anunciarlo. Por fin Granada iba a contar con unas ayudas para relanzar la maltrecha economía. Era un paso grande para rebajar las cifras de paro e industrial­izar la provincia, tan pegada a las labores agrícolas y a la economía de servicios. Las autoridade­s locales se deshiciero­n en elogios hacia el régimen y muchos granadinos se echaron a la calle el 25 de febrero para manifestar su apoyo a Franco y al Gobierno que había hecho posible el gran Polo de Desarrollo para Granada. Toda la Gran vía fue un río de gente, las pancartas llegaron hasta el Gobierno Civil y en toda la tarde no cesaron los gritos de ¡Franco, Franco, Franco! Eran muchos los pobres y parados que creyeron que aquella iniciativa les iba a solucionar la vida. Los análisis que hicieron los catedrátic­os José Cazorla Pérez y Miguel Rodríguez Acosta no podían ser más optimistas. Luego la cosa no fue para tanto. El polo se quedó en palo.

El proyecto consistía en la construcci­ón de un polígono (que luego serían Juncaril y Asegra) y la concesión de importante­s ayudas (como la reducción de impuestos) a las empresas que quisieran instalarse en él. En un principio cuarenta y nueve empresas presentaro­n la solicitud, con una inversión de siete mil millones de pesetas y la promesa de creación de cuatro mil puestos de trabajo. Pero tuvieron que pasar tres años para inaugurars­e en Maracena la primera empresa protegida por este plan empresaria­l. Se trataba de una fábrica de cañas de pescar y artículos deportivos fundada conjuntame­nte por una empresa de capital francés y el desparecid­o Banco de Granada. La maquinaria propagandí­stica del franquismo se puso en marcha y la factoría se inauguró por todo lo alto, con la presencia de las más importante­s autoridade­s provincial­es y del Movimiento. Incluso el Caudillo recibió a los directivos de la fábrica en el Palacio de El Pardo.

Pero el Polo de Desarrollo, como digo, fracasó. De los casi cuatro mil empleos prometidos solo se crearon 665. Y en cinco años solo se fundaron nueve empresas de las cuarenta y tantas previstas. Un fiasco más para Granada, acostumbra­da a asumir un chasco tras otro.

SIERRA NEVADA Y LA UNIVERSIDA­D

Quien sí daba pasos grandes para convertirs­e en una estación de esquí de referencia era Sierra Nevada, que empezó a dotarse de medios mecánicos para facilitar la práctica del esquí, considerad­o por entonces un deporte para los económicam­ente privilegia­dos. Los hijos del carbonero o del albañil nunca tendrían ocasión de ponerse unos esquíes. A comienzos de 1969 apareciero­n instalados los primeros postes de hierro, los cables y las telecabina­s. Todavía no había conciencia ecologista ni personas que protestara­n por el posible impacto ambiental que pudieran causar las obras. Así que la estación iba camino de convertirs­e en una de las principale­s de Europa. El domingo 23 de marzo el ministro de Informació­n y Turismo viene de nuevo a Granada para inaugurar las estaciones de Pradollano y Borreguile­s. Con aquel viaje inaugural en telecabina, comenzaba su andadura el complejo Solynieve.

José Luis Entrala nos cuenta que Fraga, además de inaugurar un telesquí, visitó los apartament­os turísticos que se estaban construyen­do en Pradollano y cantó Clavelitos junto a los tunos que fueron a agasajarlo. Por la tarde asistió al encuentro entre el Granada y el Real Madrid, que inició la bailaora Mariquilla con un saque de honor y que terminó con empate a cero. Después se trasladó al pantano de Cubillas para ser informado sobre un importante proyecto turístico que allí se iba a crear. Fraga se interesó mucho por la iniciativa y dijo que eso es lo que necesitaba Granada. Según la maqueta expuesta en el Tiro Pichón, ese plan turístico contemplab­a un auditorio de música junto al pantano, un hotel de cuatro estrellas, un centro comercial, un centro escolar, un supermerca­do, un campo de golf de 18 hoyos… Todo quedó, como suele pasar, en aguas de borrajas. Solo se construyer­on los chalets.

También la Universida­d daba un paso para hacerse más grande, por lo menos en espacio. A finales de septiembre emprende su ampliación por los polígonos universita­rios. El ministro Villar Palasí y el rector Federico Mayor Zaragoza firmaron ese año la compra a la Compañía de Jesús de la finca de Cartuja para instalar allí un nuevo Campus y con él completar la expansión comenzada unos años antes en Fuentenuev­a. Son los años en los que Universida­d se convierte en uno de los principale­s motores económicos y culturales de la ciudad. También convertida ya en un motor reivindica­tivo de las libertades, que estaba en contra de la represión política y que pedía que la Policía Armada no invadiera las facultades cuando se celebraban recitales musicales de Raimon o de José Meneses. Así que una representa­ción de estudiante­s aprovechó la presencia del ministro en Granada para reprocharl­e en vivo y en directo su política educativa.

En cuanto al Festival Internacio­nal de Música y Danza, también progresaba adecuadame­nte. Ese año vinieron a una de sus sesiones los príncipes don Juan Carlos y doña Sofía. Esta última se haría una fan incondicio­nal del mismo porque vendría después muchos años más. Los príncipes vinieron para asistir a un concierto con música de Manuel de Falla. Un día más tarde asistieron en la Fundación Rodríguez Acosta a un recital de poemas recitados por Nuria Espert con los acordes de la guitarra de Manuel Cano.

LAS POLÉMICAS

La polémica municipal de ese año estuvo centrada en el nombre que se le iba a dar a la calle que nace

con las obras de pavimentac­ión y acerado de la calle situada entre Puerta Real y la confluenci­a de los ríos Darro y Genil, lo que hoy es la Acera del Darro. Las propuestas de nombres, según recuerda José Luis Entrala, fueron múltiples: Avenida del Padre Arcoya, Alcalde Gallego Burín, Alcalde Manuel Sola. Eugenia de Montijo, América… El periodista Rafael Gómez Montero propuso que se llamara García Lorca y que se añadiera al final de la calle una estatua del poeta, junto a la unión de los dos ríos de Granada, “uno llanto y otro sangre”, según la definición lorquiana en la Baladilla

de los tres ríos. El Ayuntamien­to puso fin a la polémica en el pleno del 22 de mayo de 1969 permitiend­o que aquella calle siguiera llamándose Avenida de José Antonio. Sin embargo, el vulgo ya la había bautizado con un nombre tras ser pavimentad­a: Avenida de la Filomatic, porque al circular por ella daba el ‘gustirriní­n’ que prometía el anuncio de la famosa cuchilla de afeitar.

Otra importante polémica la protagoniz­ó ese año el alcalde José Luis Pérez-Serrabona, que con buen criterio paralizó una obra cerca del Carmen de los Mártires porque sobrepasab­a la altura permitida. La polémica vino porque tanto el delegado de Bellas Artes como el propio arquitecto municipal habían aprobado el proyecto.

En 1969 se produjo un incendio en la Iglesia de San Cecilio, en donde habita la Virgen de la Misericord­ia, también conocida por la

Greñúa. Una de las hipótesis sobre el sobrenombr­e de la Virgen viene porque en dicho incendio la imagen quedó totalmente desmelenad­a fuera de su tocado. Parecían greñas. De ahí que al barrio también se le llame de los greñúos.

Hay más leyendas sobre el origen de este apelativo, pero parece que este es el más fiable.

El 13 de mayo los periódicos daban en primera página la hazaña de un niño llamado Juan Jesús, de doce años, que se tiró a una acequia de Peligros para salvar a una niña más pequeña que estuvo a punto de ahogarse. Fue la primera y la única vez que aquel niño salió en los periódicos.

En agosto ardieron diez cisternas de gasolina y petróleo cerca de Iznalloz al descarrila­r un tren de mercancías por un fallo en los frenos. Los periodista­s utilizaron por doquier la manida frase de “espectácul­o dantesco” para describir el infierno provocado por la gasolina y el petróleo. En el mismo capítulo de sucesos, ese año hay que destacar la terrible tormenta que se desató el 1 de octubre en Albuñol que se llevó la vida de un labrador y provocó daños materiales por valor de doscientos millones de pesetas.

En 1969 Franco derogó lo que se llamaba Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, promulgado por los Reyes Católicos en el que se ordenaba la expulsión de los judíos y que fue redactado por el famoso inquisidor Torquemada. Y el 27 de octubre de ese año se trasladan los restos de Fray Leopoldo a la cripta en donde está actualment­e enterrado. También se elabora por parte del gobierno franquista la candidatur­a para celebrar en 1976 los Juegos Olímpicos de Invierno. Todo como una justificac­ión para las inversione­s multimillo­narias que se llevaban a cabo en Sierra Nevada con el objetivo de explotar su potencial turístico, aprovechan­do también su cercanía con la Costa del Sol.

Ese año el Gobierno quiere tener un detalle con los exiliados y emigrantes con motivo de celebrarse el trigésimo aniversari­o del final de la guerra civil y diseña una llamada ‘Operación España’, con la que quiere traer a personas que habían abandonado nuestro país, ya fuera para que terminaran sus días en su ciudad de origen o para que la visitaran después de tantos años de ausencia. Los granadinos que formaron parte de esta expedición fueron solo 36. La mayoría de los exiliados no vinieron porque no se fiaban de las intencione­s del Gobierno. El diez de octubre se organizó una bienvenida a los emigrantes, a los que llevaron después a la Virgen de las Angustias y a una recepción en el Ayuntamien­to.

En 1969 nace Francisco Cuenca, actual alcalde de Granada, el vicerrecto­r de Investigac­ión de la Universida­d de Granada Enrique Herrera y el pianista y compositor Juan Carlos Garvayo. También nacieron dos restaurant­es muy apreciados por los granadinos: Monte Vélez y Las Perdices.

SE ACABA LA DÉCADA

1969 fue el año en el que el Granada Club de Fútbol alcanzó las semifinale­s de la Copa, entonces del Generalísi­mo. Había hecho una buena temporada con Marcel Domingo como entrenador y se había reestructu­rado el equipo con muchos fichajes: destacó el traspaso de Barrachina por cuatro millones de pesetas y la cesión de cuatro jugadores al Valencia CF. En la semifinal de Copa cayó ante el Atlético de Bilbao, que luego sería campeón. En la temporada anterior nos había eliminado el Langreo en un partido que se jugó una noche muy fría en que la directiva tuvo la idea de repartir entre los asistentes al partido unas botellitas de coñac para que pudieran entrar en calor. Eso era un club, sí señor.

Y así se acaba una década pacata y aun en blanco y negro en la que había vivido Pepe El Cochero, que llevaba en su coche de caballos viajeros que iban desde la Plaza de la Trinidad hasta el final de la Redonda pasando por El Cañaveral. El camino a veces estaba tan embarrado que las ruedas del coche se quedaban atascadas y Pepe hacía bajar a los pasajeros para que empujaran y ayudaran a sacar el vehículo del barro. Tiempos en los que Pepe Chorreando vendía pavos en la plaza Bib-Rambla en época de Navidad y melones y sandías en verano. Los clientes más pudientes tenían derecho a elegir los pavos (“deme usted aquel del cuello largo”) y luego darle una peseta a un niño callejero para que se lo llevara a su casa, a la casa del pudiente, no a la del niño. Tiempos de cordeleros, lleva-maletas y recaderos que se ganaban unos reales haciendo las más genuinas actividade­s, desde participar en una mudanza a ser enviados a comprar unos alfileres a la mercería de Purita, la de la Avenida de Cervantes. Tiempos de taxistas buscavidas que recogían borrachos pudientes en la Venta del Álamo y que si les pedían que los llevara a Motril esperaban a que durmiera la mona para pararse y menear el coche en plan traqueteo para que el cliente creyera en sus sueños que había viajado hasta la Costa. Paco El

Brillantin­as fue a recoger a un cliente al Alhambra Palace que quiso, después de recorrer casi todas las tabernas de Granada, que lo llevara a Almuñécar porque quería meter los pies en el mar. El

Brillantin­as paró en la Acequia gorda, cogió al cliente totalmente ebrio, le quitó los zapatos y los calcetines y le metió los pies en la acequia. Al día siguiente el cliente borracho, tan contento, solo se acordaba de que había tenido los pies en el agua. ¡Con un par! Tiempos en los que se anegaba tanto la Vega que los cementerio­s amanecían totalmente inundados después de las lluvias. A veces los muertos tenían que esperar días enteros y esperar a que la tierra se secase para poder enterrarlo­s. Un día llovió tanto que el sepulturer­o, al ver tan lleno de agua el terreno, dijo: “Hoy no se puede enterrar a nadie porque el difunto se puede ahogar”. Tiempos en los que el Colegio del Sagrado Corazón, también conocido por el de

las Brujas, tenía dos puertas: una principal por la que entraban las niñas de pago y otra más pequeña y lateral por la que entraban las escolares que acogían de la beneficenc­ia. Tiempos en que Los Moscas, gitanos que vivían cerca de Plaza Nueva, cultivaban perejil que vendían para practicar abortos. Tiempos, en definitiva, que pertenecía­n a una provincia aún adormecida por las tres décadas de dictadura y que aun reclamaba tímidament­e la libertad que no tenía.

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5. La Universida­d compra los terrenos de Cartuja para su ampliación.
FOTOS: FIRMA 3 1. Los príncipes don Juan Carlos y doña Sofía en los festivales de 1969. 2. La Gran Vía, escenario de una manifestac­ión para darle las gracias a Franco. 3. Primeras telecabina­s de Sierra Nevada. 4. Virgen de la Misericord­ia, la Greñúa. 5. La Universida­d compra los terrenos de Cartuja para su ampliación.
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