EL LEGADO PODEMITA
EL paso del tiempo deja a cada cual en su sitio y a los de Podemos hacer años y haber pasado por el poder les está haciendo un retrato bastante exacto de la irrelevancia en que quedará ese intento frustrado de dirigir un país desde el resentimiento, el odio, la revancha y el complejo de clase.
Para su disgregación paulatina no ha hecho siquiera falta que se esfuercen los enemigos. Se han bastado ellos solitos para ir dejando en la cuneta a los fundadores del invento, tan a puñaladas entre ellos como a arañazo limpio y tirones de pelo entre ellas, que en el apartado de la sangría interna también han aplicado la máxima de la igualdad a rajatabla para llegar hasta el retrato actual de unas dirigentes carentes de cualquier sentido del ridículo o la honestidad política que lleva a la dimisión voluntaria si has metido la pata hasta las trancas. Nada. Ahí no dimite ni el Tato, siempre que el Tato no se haya ido ya del partido.
“La peor ley de la democracia” era el buque insignia de este último mandato y ya ha dado como resultado cerca del millar de violadores excarcelados, contentos y quién sabe sin con ganas de votar
Hasta su partido cautivo, el PSOE, ha pactado reformar ese engendro de ley con nada menos que su enemigo, el PP
a Podemos mismo. Ya se verá. Pero ni la contundencia de las cifras lleva a la dimisión a ninguna de esas mujeres gritonas que usan el populismo barato de la izquierda para seguir atrincheradas en sus poltronas. Hasta el partido cautivo del ansia podemita, el PSOE, ha pactado reformar ese engendro de ley con nada menos que su enemigo histórico, el PP.
Pero no queda ahí el despropósito. Aspirantes a poli oportunistas que se cambian de sexo; denuncias preventivas en los procesos judiciales para usar las ventajas de las leyes contra la violencia de género; desconcierto en los juzgados donde no da tiempo a estudiar casi las leyes reformadas casi al poco de haber salido; y ese largo etcétera que muchos saben ya casi de carrerilla.
Nada mejor para observar de primera mano cual es la herencia que deja esta forma patatera de gobernar que acercarse a Barcelona y durar lo justo para comprobar que anteponer la ideología revanchista al buen gobierno da como resultado esa devaluación urbana que hace el juego a los okupas, al turismo alpargatero y a la suciedad de unas calles sin policía que detenga a los chorizos por las que pasan de largo en sus coches oficiales esos que un día remoto tuvieron algo de una conciencia ya por siempre perdida.