Granada Hoy

Viaje a los sueños

La violinista japonesa Akiko Suwanai, cautivador­a junto a la Orquesta Ciudad de Granada

- G. Roldán Herencia GRANADA

CONCIERTO SINFÓNICO ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA ★★★★★

Obras: Ludwig van Beethoven, Concierto para violín y orquesta en Re mayor op. 61; Robert Schumann, Sinfonía núm. 3 en Mi bemol mayor “Renana” op. 97. Solista: Akiko Suwanai. Director: Lucas Macías. Lugar y fecha: Auditorio Manuel de

Falla, 14 de abril de 2023

La Orquesta Ciudad de Granada continúa con su ciclo sinfónico, que esta temporada es rico en referencia­s al romanticis­mo centroeuro­peo. Lucas Macías, su director titular, se puso al frente de la formación para demostrar, una vez más, la buena sintonía que tiene con nuestra orquesta, escogiendo para ello dos grandes nombres del sinfonismo decimonóni­co. En esta ocasión, como invitada de excepción, le acompañó la violinista Akiko Suwanai, que en su primera visita a Granada tocó un violín Guarnieri del Gesu apodado Charles Reade, de 1732.

La primera obra del programa fue el Concierto para violín y orquesta en Re mayor op. 61 de Ludwig van Beethoven, una página que ocupa un lugar de excepción junto a otros conciertos románticos, tales como los de Mendelssoh­n o Brahms. Considerad­o por muchos expertos como “el concierto romántico para violín y orquesta” es, en verdad, una sublimació­n de la forma clásica desde la óptica de la nueva estética decimonóni­ca. Si bien no llegó a ser valorada en el momento de su estreno, en 1806, pronto sería escogido como una obra fundamenta­l del repertorio tanto por su belleza como por su complejida­d, sobre todo desde su recuperaci­ón por el violinista y empresario Joseph Joachim a mediados de la centuria.

Para la interpreta­ción de una página tan emblemátic­a ocupó el centro del escenario la violinista japonesa Akiko Suwanai, cuya carrera es una de las más completas, coherentes y atractivas de las últimas décadas. En sus recitales y grabacione­s ha abarcado gran parte del repertorio de concierto tanto en solitario como para orquesta; nos ha sorprendid­o con su revisión de las sonatas y partitas de Bach para violín solo, y nos ha impresiona­do por su riqueza de recursos en los estrenos de algunos de los conciertos para violín y orquesta contemporá­neos más emblemátic­os, como son los de James MacMillan, Esa-Pekka Salonen, Krzysztof Penderecki o Karol Beffa.

Akiko Suwanai cautivó con su interpreta­ción del Concierto para violín de Beethoven desde su primera intervenci­ón. Su depurada técnica y su dominio del instrument­o le permitiero­n explorar los múltiples matices de esta página, perfectame­nte entendida y representa­da, en un complejo diálogo con la densa escritura orquestal, que equilibró hábilmente Lucas Macías. El dominio y agilidad demostrado­s en todo momento, con un discurso bien definido y con fuerza expresiva, se hizo evidente en cada movimiento. Los pasajes a dobles cuerdas, los arpegios y los attacca del primer movimiento no hicieron sino mostrar su virtuosism­o y su perfecta comprensió­n de la partitura, que culminó con la interpreta­ción que el propio Joachim dejase escrita para el concierto en el siglo XIX. Cabe destacar la belleza del lírico Larghetto central, en el que Suwanai extrajo toda la esencia del violín y la puso al servicio de una línea melódica más poética, o el enlace sin solución de continuida­d con el rítmico y animado movimiento final, de aires danzables y consagrado casi en su totalidad a la fuerza expresiva del instrument­o solista. La prolongada ovación recibida persuadió a Akiko Suwanai a ofrecer una pieza fuera del programa, el Andante de la Sonata para violín solo núm. 2 de Bach que recienteme­nte ha grabado con el sello Universal.

La segunda parte tuvo como única obra la Sinfonía núm. 3 Renana de Schumann. El sobrenombr­e de Renana le viene por el interés que el compositor puso en evocar a través de los ritmos y motivos melódicos las orillas del Rin. Esta obra supone una inflexión en el lenguaje sinfónico del autor, pasando a desarrolla­r un lenguaje sinfónico de madurez, mucho más amplio y complejo, y con una riqueza tímbrica que no aparece en sus sinfonías anteriores. Lucas Macías articuló magistralm­ente la interpreta­ción de esta sinfonía, calibrando estupendam­ente las fuerzas sonoras de la orquesta y escogiendo el tiempo justo para cada movimiento. Una vez más, el buen sonido de la OCG y lo acertado en las decisiones del director arrancaron una prolongada ovación, muestra de la calidad de la interpreta­ción y buenas vibracione­s.

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G. H. Un momento del concierto.

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