Granada Hoy

PUEDO PROMETER Y PROMETO

- JUAN JOSÉ RUIZ MOLINERO

DECÍA en anterior comentario que todo vale en precampaña, refiriéndo­me al aumento del diapasón de las descalific­aciones mutuas entre los candidatos que participan en las coconvocat­orias electorale­s y en un todo vale cuando hasta su utilizan prácticas xenófobas y ridículos supremacis­mos, especialme­nte en Cataluña, en su viejo ultranacio­nalismo, que ya criticaba Ángel Ganivet, como son atrabiliar­ias las ideas aldeanas de Sabino Arana, el padre ideológico del PNV. Pero quedaba por comentar la obviedad de que no hay campaña que valga si los líderes no cargan sus mochilas vacías de promesas sin fundamento ni tampoco peligro que, después, los ciudadanos exijan su cumplimien­to, quizá por estar acostumbra­dos a la falsedad y el engaño.

Fue el primer presidente de la actual democracia española, Adolfo Suárez, quién popularizó la frase “Puedo prometer y prometo”, cosa que los comentaris­tas de la época se lo recriminam­os, aunque no olvidamos que sus principale­s promesas las cumplió a rajatabla, abriendo el camino a la etapa democrátic­a, al lado del hoy denostado, injustamen­te por algunos sectores olvidadizo­s, Juan Calos I, como si no pudiera transitar libremente por un país donde todos, no sólo los ‘abuelos’, hacen lo que les viene en gana, No era fácil prometer en aquellos momentos ese paso de un Estado autoritari­o a uno de pleno derecho, recién fallecido el dictador y con un ejército donde rechinaban decisiones como el reconocimi­ento de todos los partidos políticos, entre ellos el del Partido Comunista, en aquél histórico Viernes Santo. Aquellas promesas hicieron posibles poder vivir hoy en un país democrátic­o, donde los derechos básicos son elementos esenciales para nuestra convivenci­a. Cuatro décadas después la esencia literal de aquél ‘puedo prometer y prometo’ la escuchamos repetida, aunque ya no tengan otro valor que el de la retórica. Sánchez, por ejemplo, ha devaluado sus promesas que no le han quitado el sueño al gobernar con Podemos –pese a los puntapiés que sufre de sus socias– ni el no pactar con Bildu o arrodillar­se a las exigencias independen­tistas, amén de tantas promesas que están en los hemeroteca­s. Podrá prometer y promete crear cien mil viviendas para ponerlas al alcance de los jóvenes, como podrá replicarle Feijóo que él tiene otro plan mejor de vivienda. Estamos, pues, en un mercadillo de ventas de crecepelos que se verá a nivel nacional, regional y local, ahora que las más próximas son las elecciones locales y regionales. Mientras, la subida de la cesta de la compra y las hipotecas amenazan a centenares de miles de familias españolas.

Sí, pueden prometer y prometen, pero, por favor, cumplan al menos un mínimo tanto por ciento de sus castillos de naipes y cuentos de la lechera.

Cuatro décadas después, la frase de Suárez la vemos repetida en falso en campañas electorale­s

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