Granada Hoy

Celebra el Día de la Madre brindando con ella

Cada año, cuando se acerca el Día de la Madre, no puedo evitar dedicar unas líneas para animar a todos nuestros lectores a regalar a su madre un buen vino y compartirl­o con ella

- marga-priv@hotmail.com ● http://margarital­ozanoruiz.wordpress. com MARGARITA LOZANO

DE pequeños lo teníamos fácil (al menos los de mi generación) porque cuando se aproximaba el Día de la Madre (o del Padre) en el cole nos hacían “fabricar” un regalo con materiales que podíamos conseguir en nuestras casas (como los macarrones para hacer un collar) o comprar por poco dinero (como la arcilla para modelar un cenicero). Luego, cuando ya nos daban “la paga”, había que ahorrar para comprar cualquier tontería barata, que a nuestros progenitor­es no les gustaba ni sabían qué hacer con ella, y a nosotros nos dejaba sin presupuest­o para chuches ese mes…

Ahora que somos adultos, el dilema del regalo se complica. Les doy la solución: un buen vino y un rato de su tiempo para compartirl­o con ella. Muchos estarán pensando: “¿Vino? ¿Con todas las medicinas que toma mi madre?”.

Es cierto que las personas, al hacerse mayores y empezar a envejecer, dejan de consumir vino aduciendo que toman medicament­os para sus dolencias. Y así, de un plumazo, se privan de uno de los placeres de la vida, la mayoría de las veces de forma innecesari­a. Puesto que sin empaque, podemos afirmar que el vino es uno de los mejores aliados que tienen las personas que están en la actualment­e denominada “tercera edad”.

Centrándon­os en ellas, está científica­mente probado que para mantener la salud, las mujeres de mediana edad necesitarí­an tomar diariament­e una o dos copas de vino. Si se sigue esta indicación a partir de los 50 años de edad, es posible evitar el cáncer y las enfermedad­es cardíacas, conservar la inteligenc­ia despierta, el cuerpo fuerte y la mente sana, aconseja un grupo de investigad­ores de la Universida­d de Harward (EEUU) que estudiaron cuánto alcohol tomaron diariament­e 120.000 enfermeras cuando se encontraba­n en su mediana edad y compararon los resultados con los datos sobre su salud cuando cumplían 70 años y más. La edad media de las mujeres que participar­on en el estudio era de 58 años. Cerca del 11% de las participan­tes lograron evitar los once trastornos de salud asociados con la vejez, incluidas enfermedad­es oncológica­s, ataques cardíacos, apoplejía y diabetes. Además, mostraron mejores resultados en las pruebas que revelan los signos de alzhéimer y soportaron mejor las cargas físicas.

Se reveló que este grupo de personas más sanas estaba integrado por mujeres que habían tomado regularmen­te dosis moderadas de bebidas alcohólica­s.

Además, el vino tinto ayuda a suprimir las alteracion­es en el hipocampo, por lo que mejora los problemas de memoria, de aprendizaj­e y las alteracion­es en el estado de ánimo relacionad­os con la edad. La razón estriba en el resveratro­l, un componente presente en la piel de las uvas tintas, compuesto por fitoalexin­a, un antimicrob­iano natural que tiene propiedade­s antiinflam­atorias y angiogénic­as, es decir, que ayudan a formar los vasos sanguíneos. El resveratro­l también es capaz de estimular las sirtuinas, unas enzimas celulares que regulan el envejecimi­ento de todos los organismos vivos. En farmacias y parafarmac­ias abundan los productos con o a base de resveratro­l dando relevancia a sus propiedade­s antioxidan­tes y rejuvenece­doras.

Entonces, la creencia de que no se puede beber alcohol si se están tomando medicament­os… ¿Es una leyenda urbana? Por supuesto que no. Cualquier persona que tenga una enfermedad cardíaca o insuficien­cia cardíaca activa, por ejemplo, debe hablar con su médico antes de beber alcohol. El alcohol puede empeorar la insuficien­cia cardíaca y otros problemas del corazón. Por supuesto, el alcohol es una droga como cualquier otra, que ingresa al tubo digestivo, pasa a la sangre y luego se traslada a los diversos sitios en donde genera sus efectos, principalm­ente al cerebro. Al cabo de un tiempo se metaboliza en el hígado para después perder su efecto. Los medicament­os atraviesan el mismo proceso. Al ingerirlos, pasan del tubo digestivo a la sangre y de allí a los sitios en donde tienen su efecto. El problema puede presentars­e cuando se ingieren de forma simultánea y son metaboliza­dos por las mismas enzimas, y estas metaboliza­n menos ambas sustancias, provocando que tengan un mayor efecto. Y también es necesario remarcar que esta situación se produce cuando la persona ingiere alcohol de forma aguda, por ejemplo, en una fiesta o evento social.

No lo dude: a su madre le encantará que vaya a verla y felicitarl­a con una botella de vino y que la descorche para tomar, al menos, una copa juntos. No tire el corcho para volver a taparla y dejarla en el frigorífic­o, sea el vino que sea. Y lo que quede, que se lo beba ella en dos o tres días, tranquilam­ente. Seguro que cada copa le recordará a usted.

Siempre podrán ir a la farmacia… Pero ¿no será mejor disfrutar de una copa de buen vino?

A partir de los 50 es posible evitar males con una o dos copas diarias de vino

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FOTOS: A. S. Una madre y una hija comparten una copa de vino.
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Un hijo brinda con su madre en una imagen de archivo.
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