El barrio marinero de Motril celebra la fiesta con un guiño a Galicia
Necesitaron varios meses para hacer esta original cruz que cuenta con cientos de conchas gallegas
Hace casi 15 años inauguraban en la rotonda de acceso al Puerto de Motril la nueva ubicación de la farola que tiempo atrás daba luz a los pescadores en lo alto de la Escalinata Real, después de permanecer cerca de un siglo junto al mar. Ahora el centro de mayores Altamar de Varadero recupera a La Mazinger –como popularmente se le llamaba por recordar la forma del famoso robot– como un elemento imprescindible de su Cruz, junto a un faro, toda una playa de arena, varios barcos pesqueros y hasta una cruz de conchas pegadas una a una.
Un laborioso trabajo que Aurelia, Loli, Mercedes y Margarita han realizado durante varios meses con mucha ilusión para que vecinos y visitantes puedan disfrutar de una cruz muy marenga que cuenta con cientos de conchas traídas expresamente desde Galicia. “Decidimos hacerla marinera en honor a Carlos, llevábamos 12 años celebrándola con él, siempre nos ayudaba a montarla y le hacía mucha ilusión que siempre hubiese un recuerdo o un pequeño guiño a nuestro barrio, así que pensamos que en lugar de ponerle un detalle, que fuese entera marinera, añadiéndole algunos elementos que ya no están pero que los más mayores recordamos perfectamente, como es la farola y la Escalinata Real”, explica Aurelia.
De hecho, la propia Mercedes fue la encargada de hacer esta recreación. “Hemos recreado la escalerilla real y la farola original que había en el muelle del puerto, antes desembarcaban ahí los reyes y aristócratas cuando paraban con sus barcos, el rey Balduino de Bélgica se bajaba ahí, por eso le pusie
ron lo de real, nos parece una pena que se pierda la memoria de lo que fue nuestro barrio, por eso decidimos incluirlo en nuestra modesta cruz”, indica Mercedes, quien añade que el elemento principal del escenario se hizo gracias a cientos de “conchitas” que fueron recolectando con el tiempo de varios viajes a Galicia. “No es la primera vez que la utilizamos –la última vez fue hace casi una década– porque es tan laboriosa que es una pena desprenderse de ella, este año la hemos restaurado y añadido las conchas más grandes”.
Al hilo, Aurelia apunta que ella misma tenía en su casa varias botellas grandes llenas de conchas que le traían, al igual que los marineros que descansan y conversan por la escalera real “también vienen desde Galicia”. “Además hemos puesto muchas azucenas para hacer un guiño a las que brotaban en nuestra playa”.