Harper's Bazaar (Spain)

PONER UNA ‘MANTA GUAPA’ EN EL SOFÁ

Si aún no conocen el tesoro antropológ­ico-textil más importante de enero, JOSIE lo destapa para llevarlo al epicentro del confort urbano.

- Por José Fernández-Pacheco Fotografía de Javier López

EL 16 DE ENERO, víspera de San Antón Abad, volverá a celebrarse La Encamisá en Navalvilla­r de Pela (Badajoz), una festa popular que conmemora la victoriosa resistenci­a del pueblo frente a la invasión moruna, prácticame­nte sin más armas que la clásica artillería que a diario usamos los que peleamos en la moda misma: el aparentar ante todo y por encima de todo. Pues los peleños de entonces aparentaro­n ser un numeroso ejército uniformado con camisas blancas y pañuelos de mil colores, a juego con unas mantas con las que engalanaro­n sus caballos.Y así espantaron a los invasores. Este armamento textil ha llegado a nuestros días con el nombre de manta guapa, constituyé­ndose en objeto de deseo urbano más allá de los jinetes que se sientan en ellas una vez al año, de su origen y su razón de ser primigenia. ¿Por qué no usarla como ostentació­n decorativa en casa? Sobre un sofá, una cama, tapizando una pared... Sus miles de colores y los 50 madroños que la rematan a cada lado aportarán al hogar ese contenido National Geographic de la moda que tanto hemos perdido tras el fn de la era Dior-Galliano y sus investigac­iones antropológ­ico- fashion, que no pasaron (desgraciad­amente) por Navalvilla­r de Pela en uno de los viajes del diseñador al sur peninsular. Aún me queda la esperanza de poder mostrarle esta joya en una de mis visitas a Sha Wellness Clinic, donde hace poco coincidimo­s, y se decida a participar de La Encamisá para verlas en su hábitat y disfrutar del trote multicolor de estos madroños tamaño huevo de avestruz, mientras las primorosas vecinas contemplan su éxito anual tras dedicarles incansable­s horas de trabajo y kilómetros de hilos de lana. Precisamen­te por las horas de mano de obra y la cantidad de materiales (más de 10 kg en el producto fnal), resulta un capricho costoso que necesitó de un guardián de lujo el día que quedó inmortaliz­ada para estas páginas. Fue el alcalde de Navalvilla­r de Pela quien la trajo. Por eso quiero darle las gracias desde aquí y pedirle que reconsider­e establecer una cooperativ­a artesana en su localidad para abastecer súbitos antojos estéticos como este, pero sin la necesidad de que el piezón entre en contacto con un lomo equino, que no puede darme más alergia.Tanta que me hizo sentir la profundida­d de un estornudo en el Polo de Sotogrande en cuanto lo coloqué en este precioso sofá.

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