Harper's Bazaar (Spain)

COMETA HAILEY

- Por Eleonore Marchand

En 2016, el mundo conoció a la modelo Hailey Baldwin.A los 20 años, se ha colado en las páginas de las mismas revistas y ha recorrido idénticos circuitos que sus amigas Kendall Jenner y Gigi y Bella Hadid, avalada por sus ocho millones y medio de seguidores en Instagram. Claro que, a ella, la fama no la pilla de nuevas. Nacida en el seno de una popular familia estadounid­ense de intérprete­s, es la hija del actor, productor y autor Stephen Baldwin (el más joven de los hermanos y colegas de profesión Alec, Daniel y Willian que, conocidos como los Baldwin Brothers, dominaron el Hollywood de los noventa). Pero esta joven, estandarte de la siguiente generación, se muestra imperturba­ble con respecto a su linaje:“Era lo normal para mí”, explica. “Tuve una infancia muy natural.Y creo que me ha ayudado a hacer lo que hago ahora. Me siento más preparada”. Creció en Nyack, una ciudad dormitorio a media hora de Manhattan, y tenía su propio profesor en casa, además de unas estrictas clases de ballet que, dice, la ayudaron a aprender a moverse y a entender la disciplina. En casa de los Baldwin siempre hubo (y sigue habiendo) un gran espíritu de clan: “Nos llevamos muy bien, a pesar de nuestras disputas y cosas de familia. Uno tiene que aprender a solucionar los problemas, y eso empieza en casa. Cuando te cases, no podrás dejar de hablarle a esa persona porque no te apetece. Igual que no puedes bloquear a tus padres porque estés enfadada. Permanecer unidos y saber comunicars­e es lo más importante. La verdad, no creo que pudiera hacer lo que hago si no tuviera a los míos a mi lado”. La religión también es un asunto prioritari­o en el hogar de los Baldwin. Su progenitor se reveló públicamen­te como cristiano tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en NuevaYork.Y su propia hija publica, a menudo, pasajes de la Biblia en sus redes sociales. “En casa no lo llamamos religión.Voy a una iglesia no denominaci­onal. Lo vemos como una experienci­a y una relación personal con Dios, no como un conjunto de normas”, explica. Esta experienci­a es prioritari­a en la vida de la joven, que va los domingos a misa: “La iglesia es importante para mí. Fui sola el domingo pasado.Y no siempre voy a la misma. A veces, también me quedo en casa y escucho un sermón.Así es como quiero que crezcan mis hijos. Soy muy exigente en lo relativo a las citas. Si no quieren venir a misa conmigo y la fe no es una parte impor- tante de su vida, será difícil: sé que hay una parte de conexión que fallará”. Baldwin, de la que se comenta que mantuvo una relación con Justin Bieber hace unos meses, intenta mantener sus aventuras sentimenta­les fuera del escrutinio público. “He aprendido la importanci­a de mantener la intimidad en el ámbito de lo privado y creo que lo he hecho bastante bien”, cuenta.“A día de hoy, sigue habiendo muchas cosas que la gente no sabe sobre lo que ocurre en mi corazón. Cuanto más en secreto las pueda llevar, mejor.Aunque, a veces, resulta imposible”. Conquistó las redes sociales snapchatea­ndo sus glamouroso­s dominios, pero dejando a sus seguidores con ganas de más.Y admite que le cuesta soltar el teléfono: “No voy a mentir. Me aburro, así que refresco todo el rato mi timeline”. Aún así, de vez en cuando hace el esfuerzo consciente de dejar descansar el aparato:“Cuando estoy cenando con amigos, intentamos dejar los móviles en el centro de la mesa y, realmente, hablar. Lo intentamos”. A pesar de que su cuenta de Instagram es un gancho atractivo, Baldwin hace el ejercicio de mantener la perspectiv­a. “No creo que las redes sociales deban ser una vara de medir el éxito”, apunta.“El dinero no puede ser el baremo del triunfo. El mejor camino para eso es ser uno mismo de verdad. Creo que la gente me sigue y le gusto porque sigo siendo yo. No tengo problemas con ser normal. De hecho, intento no pasarme”. Por el momento, la modelo ha navegado en la industria con acierto.Tras anunciarse su fchaje con la agencia IMG y protagoniz­ar campañas para firmas de la talla de Tommy Hilfger, Karl Lagerfeld, Guess y Topshop, ha presentado una línea de calzado con la marca británica Public Desire y otra de maquillaje con la australian­a ModelCo, que se agotó en 24 horas. En las pasarelas de primavera/verano 2017, apareció en desfles tan relevantes como los de Dolce & Gabbana, Elie Saab o Jeremy Scott, señalando su salto a la moda prestigios­a. Precisamen­te, sus próximas aventuras pasan por crecer como maniquí y, acaso, convertirs­e en empresaria: “No sé si estaré en esto los próximos diez años, pero espero que al menos cinco sí, y seguir haciendo lo que hago y saber transforma­rlo en un negocio”. Y no quiere la ayuda de nadie para lograrlo. “Soy muy independie­nte”, asegura. “He vivido sola en la ciudad desde los 17 años. No me gusta depender de nadie para nada. Me lo pago todo. Mis padres no contribuye­n. No quiero que nadie tenga que cuidarme”.Venga lo que venga en el futuro, Hailey Baldwin está empeñada en conseguirl­o por su cuenta.

Soy muy independie­nte. He vivido sola en la ciudad desde los 17 años. Yo me lo pago todo y mis padres no contribuye­n. No quiero que nadie tenga que cuidarme

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