LA GR AN BAILAOR A
María Pagés
“MI PRIMER VIAJE lo hice con 16 años, cuando realicé una gira por lo que entonces era la Unión Soviética y Japón. Recuerdo ese equipaje que ya no sabía cómo cerrar. Entonces comprendí que iba a seguir así toda mi vida. Está en mi naturaleza. De hecho, siempre llevo una maleta. No me imagino de otra manera”. La bailaora y coreógrafa ha vuelto al País del Sol Naciente para mostrar su flamenco orgánico en otras 17 ocasiones (“Cuando un japonés se entrega a algo, lo hace de verdad, lo convierte en una pasión de por vida”, asegura) y la décimo octava está a la vuelta de la esquina: será en la gira que llevará a su compañía también por Reino Unido, Alemania, Francia o EE.UU, para mostrar sus espectáculos Yo, Carmen y Óyeme con los ojos, un solo inspirado en versos de Sor Juana Inés de la Cruz con el que se sumerge en la mística y la poesía sufíes.“Un trabajo no termina el día que estrenas, al contrario, entonces empieza a nacer. Es algo vivo, con un latido y un pulso que evoluciona con las sucesivas representaciones”, explica. En su cabeza están sus 21 funciones en México, hace años; su primer baile en el Radio City Music Hall de Nueva York y la función en Fukushima tras el tsunami de 2011. Ha bailado tanto que ha visto hasta los mapas cambiar:“He conocido la URSS, después la Perestroika y esta cosa tan extraña en la que se ha convertido ahora Rusia”.Y lo sigue disfrutando intensamente.T ambién el viaje en sí:“Me gusta sumergirme en un avión durante horas, aislarme, leer. Encuentro en los vuelos un descanso hermoso. A veces, me da pena aterrizar porque querría alargar ese momento de paz”.