LOS MERCADOS DE ITALIA
Agosto de 1953, De todos los espectaculares mercados de abastos que hay en Italia, seguro que el más destacable es el de Rialto en Venecia. La luz de un amanecer veneciano a principios de verano –tienes que llegar sobre las cuatro de la mañana para verlo cobrar vida– es tan límpida y sosegada que hace que cada verdura y fruta y pescado se iluminen con vida propia, con colores antinaturalmente intensos, contornos limpios y definidos. Aquí, las coles son de azul cobalto; las remolachas, rosa profundo; las lechugas, verde puro y luminoso, cortante como el cristal. Manojos de estridentes fores de calabacín doradas se muestran con el solo fin de resaltar la elegancia de las blanquirrosas vainas de alubias pintas, patatas amarillas, ciruelas verdes y verdes guisantes. Los colores de los melocotones, cerezas y albaricoques, mostrados en cajas forradas de papel azul a juego con los pantalones de loneta que visten los hombres que descargan las góndolas, se ven refejadas en los rosados mújoles y las anaranjadas almejas y zamburiñas, que han sido arrancadas de sus conchas y se amontonan en unas cestas. …En Venecia, hasta el humilde lenguado y la despreciada raya se adornan con delicadas luces lila, las sardinas brillan como monedas de plata recién acuñadas y las rosadas gambas venecianas son frescas y gruesas, infinitamente apetitosas al amanecer. El gentil vaivén de las cargadas góndolas, los movimientos de los hombres al vaciarlas llevando a la orilla cajas y cestas, la robusta vida y el estruendoso ruido, contrastaban con los frágiles colores de tafetán y el cielo opalino de Venecia, toda la escena como sacada de un maravilloso ballet hasta ahora desconocido.