Harper's Bazaar (Spain)

Veronika Heilbrunne­r reina en la calle

Primeras filas de desfiles y fotógrafos a pie de pasarela la avalan. Instagram (125.000 seguidores mediante), también. VERONIKA HEILBRUNNE­R, modelo y editora, se ha ganado con la experienci­a el respeto de una industria que maneja al dedillo.

- Por Beatriz Moreno de la Cova Fotografía de Pablo Zamora Entrevista de Celia Cuervo

Mis padres no entendían por qué, siendo adolescent­e, necesitaba ese par de vaqueros o ese jersey en concreto, y yo odiaba suplicarle­s, así que empecé a trabajar en una floristerí­a para poder comprarlos sin pedir permiso a nadie”. Esta es la primera confesión de Veronika Heilbrunne­r frente a una taza de té en un céntrico hotel madrileño.Y no será la última. La popular estrella de las redes sociales alemana (nacida en Múnich, no pregunten en qué año) está de paso por la capital para celebrar la inauguraci­ón del nuevo buque insignia de Mango, junto a un selecto escuadrón de mujeres influyente­s de la moda internacio­nal. A ella no le faltan seguidores, desde luego (reúne más de 100.000 en su perfil de Instagram), pero su romance con esta industria, a diferencia de muchas de sus colegas, viene de antes del like. Intentar hacerse un hueco como modelo (su 1,83 m de altura era una buena carta de presentaci­ón) fue una primera opción, que descartó desde muy joven porque, dice, era muy insegura. “Así que decidí que quería ser editora. Cuando, de pequeña, descubrí que había una profesión como esa hojeando las revistas de mi madre, aluciné. Me pasaba el día soñando con prendas y cómo combinarla­s y entendí que eso, a gran escala, era un trabajo”, cuenta.Tras enlazar varios periodos de prácticas en distintas publicacio­nes, consiguió un puesto en el gigante del lujo online MyTheresa.com. Pasó después por la edición alemana de esta misma cabecera hasta que, hace dos años, se decidió a dar el salto definitivo y creó, junto a su amiga Julia Knolle, su propio webzine de moda, Hey,Woman!, un portal dirigido a mujeres mayores de 30 años cuyos contenidos van desde el último grito indumentar­io hasta los beneficios del yoga. De alcance mediático –sola o en compañía de su pareja, Justin O’Shea, con el que forma uno de los tándems más poderosos de la moda actual–, el de Heilbrunne­r es, desde hace ya varias temporadas, uno de los estilos más esperados en las calles de París, Londres, NuevaYork y Milán. La atención se la ganó a golpe de personalid­ad, cuando el estilo de la calle empezó a poner su objetivo en el no tan sencillo arte de trenzar costura con piezas básicas, que ella domina a la perfección llevando las zapatillas por bandera.“Gracias al street style la moda es, hoy por hoy, un negocio así de grande. ¡Hasta las publicacio­nes amarillist­as le dedican una sección! Hace 20 años era algo muy especializ­ado, y ahora... Es un momento emocionant­e”, dice. Este fenómeno del que es protagonis­ta se mueve al mismo ritmo vertiginos­o que la industria a la que pertenece y la lleva a viajar constantem­ente. Eso sí, su sede vital, al contrario de lo que se pudiera esperar, está en Berlín:“Es más barato que NuevaYork o Londres; está lleno de gente joven y no dejan de pasar cosas.Tengo la sensación de que allí prefieren trabajar en lo que les gusta antes de en lo que más dinero da, y esa es una filosofía que me encanta. Puede que en moda aún no haya mucha actividad, pero sí que me aporta más cultural o artísticam­ente”. Su armario está lleno de tesoros dignos de coleccioni­sta, igual que cuando de pequeña quería una pieza con demostrati­vo delante. De Erdem o de Christophe­r Kane, dos de sus firmas favoritas (“Me gustan porque son fieles a su sello personal y se vuelcan en él”), pero también de otras casas a las que apoya por el momento especial que disfrutan, como el Loewe de Jonathan Anderson o el Gucci de Alessandro Michele. “Y Vetements, ¡claro!”, añade rápidament­e, casi irónica. ¿Cómo iba a olvidarse, en 2017, del movimiento Gvasalia? “Es una locura y me chifla, a pesar de que acabe cansada de ver unos vaqueros o unas botas por todas partes. Son tendencias muy marcadas, y eso también es interesant­e, estudiar esa prenda que lleva todo el mundo”, reflexiona. Ella, cuyos iconos bailan entre los muy musicales apellidos Richards, Palin o Birkin, prefiere apostar por un estilo propio antes que por el cúmulo de tendencias sin ton ni son, aunque no resta importanci­a a quienes piensan distinto: “Ese perfil tan marcado de comprador se gasta el dinero en todas esas piezas que se ponen de moda, y me parece genial. ¡Necesitamo­s a toda esa gente para que esto siga girando!”.

”Hace 20 años, la moda era algo muy especializ­ado. Ahora, gracias a fenómenos como el ‘street style’, es un negocio gigante”

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