Harper's Bazaar (Spain)

El fotógrafo Jean Pigozzi moja a los famosos en su piscina

En la Costa Azul francesa, las mejores fiestas pasadas por agua siempre han sido cosa de JEAN PIGOZZI. Divertido anfitrión de grandes estrellas, el también fotógrafo hace memoria de ellas a través de sus instantáne­as impagables, que ahora reúne en la Helm

- Por Igor López Fotografía de Jean Pigozzi

Elizabeth Taylor, Mick Jagger, Naomi Campbell, Bono, Sharon Stone,Woody Allen, Penélope Cruz, Uma Thurman, Elle Macpherson… El listado de celebridad­es que han desflado por las legendaria­s pool parties de Jean Johnny Pigozzi (París, 1952) es interminab­le. Con semejante panorama de estrellas frente a su objetivo, este personaje polifacéti­co (empresario, inversor, fotógrafo, coleccioni­sta de arte, mecenas y flántropo) ha ido armando durante casi tres décadas un soberbio muestrario de instantáne­as en blanco y negro que reflejan la dolce vita de los vips de visita en la Costa Azul. Así nació, precisamen­te, su libro Pool Party, publicado en 2016 por Rizzoli –y que va por su tercera edición–, transmutad­o ahora en exposición itinerante que ya ha pasado por NuevaYork (Gagosian Gallery), St. Moritz (Galerie Gmurzynska) y Nápoles (The Baker Museum). El 2 de junio recala en la Helmut Newton Foundation de Berlín, donde permanecer­á hasta el 19 de noviembre. “Mis padres mandaron hacer la piscina en 1953, cuando yo tenía un año”, explica nuestro hombre al calor de sus ofcinas parisinas, aunque la mayor parte de su vida se reparte entre Nueva York, Londres y Antibes, en la Riviera Francesa, donde se encuentra la pileta de marras, dentro de laVilla Dorane, la casa de veraneo de su familia construida por el arquitecto Ettore Sottsass.“Todas mis vacaciones estivales las he pasado en este lugar. Allí aprendí a nadar, allí vi a la primera chica en biquini y allí disfruté de mis primeras festas. Tengo una relación muy intensa con este sitio, del que he hecho fotos durante medio siglo. Es parte de mi vida”. Hijo de Henri Téodore Pigozzi, fundador de la frma automovilí­stica Simca, el pequeño Jean creció en el seno de un adinerado clan italiano emigrado a Francia. Su padre murió cuando tenía 12 años y, a los 21, heredó su fortuna. Su pasión por la imagen comienza en su infancia cuando, equipado con una Kodak

Brownie y sin idea de manejar aquel aparato, empieza a disparar sus primeras instantáne­as. “La fotografía nunca ha sido mi trabajo ofcial, pero siempre ha sido un hobby importante para mí”, concede. “En realidad, no me considero un profesiona­l, en todo caso, sí un amateur serio. Desde pequeño me ha interesado mucho registrar mi vida, aunque mi escritura era tan mala que muchas veces ni siquiera podía leer mis propias notas. Con las fotos puedo recordar lo que hice en cada momento y a la gente que conocí”. Con Robert Frank, Helmut Newton e Irving Penn como modelos, no ha dejado nunca de disparar:“Con 65 años aún me levanto y siento la necesidad de hacer fotos, aunque todavía no sé muy bien qué es lo que me fascina de este arte. Siempre llevo una pequeña cámara en mi bolsillo, a menudo una Leica, y no me canso de registrar todo lo que veo”. Su primera exposición fue en 1974, en el Musée d’art Moderne parisino, pero la muestra que le puso en el ojo público fue Pigozzi AndThe Paparazzi, en la Helmut Newton Foundation, en 2008, en la que compartía catálogo con Weegee, Ron Galella o Erich Salomon. “Fue fantástico, pero yo no me considero un paparazzo. Ellos suelen utilizar zooms muy potentes y se esconden para hacer su trabajo.Yo conozco a la gente a la que retrato y hago mis fotos muy cerca. Podría defnirme como un paparazzo amistoso, porque nunca publico situacione­s embarazosa­s”, dice. Quizá sea ese el principal encanto de Pool Party, un volumen para el que Bono, vocalista de U2, escribió la introducci­ón:“Es un viejo amigo y su casa no está lejos de la mía, así que ha estado en la piscina muchísimas veces, incluso cuando no era tan conocido.Yo invito a mis festas a todos los que viven alrededor, da igual si son famosos o no. Además, quería colaborar con (RED), la fundación que él dirige y que recauda dinero en la lucha contra el sida, así que todos los benefcios de la venta se destinan a esa causa”. Tres décadas montando este tipo de celebracio­nes dan para mucho.“Hago varias al año, pero la principal siempre es durante el Festival de Cannes. Son muy divertidas, porque esta clase de saraos suelen ser para promociona­r algo, pero en mi caso lo hago únicamente para ver a mis amigos”, afrma. El surtido de anécdotas, claro, es infnito.“En una de las primeras, apareció ElizabethT­aylor con un

“No me considero un ‘paparazzo’. Los famosos saben que no los voy a fotografia­r en situacione­s escandalos­as o con un trozo de salami entre los dientes. Confían en mi criterio de buscar el instante divertido”

perrito enano. Por entonces yo tenía siete mastines de gran tamaño. Cuando su mascota empezó a ladrar, las mías desapareci­eron y no las volví a ver en una semana.Todo un carácter”, rememora entre risas. “En otra ocasión, Sharon Stone estaba presentand­o Instinto básico (1992) en Cannes y acudió a mi festa. En un momento, le comentó a un amigo mío que quería conocer la casa. Él mintió y dijo que era el dueño. Debió de impresiona­r bastante a la actriz, porque después de eso estuvieron saliendo durante ¡tres años!”. Para Pigozzi, fotografar famosos nunca ha sido complicado:“Las estrellas de cine saben que no las voy a sacar en situacione­s escandalos­as o con un trozo de salami entre los dientes. Confían en mi criterio de buscar el instante divertido. De hecho, en mis invitacion­es siempre indico que no acudan con guardaespa­ldas o con maquillado­res. Para mí es más difícil retratar a chicas jóvenes y guapas, porque suelen ser demasiado autoconsci­entes”. Y aquí llegamos a la cuestión de las redes sociales y esa nueva estirpe de celebridad­es surgida a su vera. “Lo que ocurre con Instagram es increíble. Hace un mes estaba en un avión junto a una modelo brasileña que conocía. Le pregunté: ‘¿Cómo va tu carrera?’.Y me soltó: ‘No demasiado bien, porque solo tengo 20.000 seguidores en Instagram. ¿Ves esa chica de allí? A ella sí que le va estupendam­ente, porque tiene más de un millón. Es que mi novio es bastante malo haciéndome fotos’. La gente se está volviendo loca”, concede.Y prosigue: “Tengo amigos que me han llegado a escribir tres mensajes porque han subido una imagen de su gato en las redes y no les he dado un like. Es ridículo”. Aún así, él tampoco se escapa de las garras de la aplicación más egotista del momento: “Intento poner cosas graciosas. Hay quien intenta promociona­rse a sí mismo, pero a mí solo me interesa pasarlo bien”. Durante su exposición berlinesa, las fotografía­s de Pigozzi compartirá­n espacio con las de Mario Testino ( Undressed, se titula su sección) y, claro, Helmut Newton (que contraatac­a con Unseen). “Helmut era un fotógrafo a sueldo, un mercenario, igual que Mario. Yo jamás he cobrado. Helmut, al que estaba realmente unido, se dedicó a esto hasta sus últimos días.Y Mario tampoco es ningún chaval.Aunque los tres hemos mantenido la pasión. Para mí es un honor estar junto a ellos, pero yo solo soy un pequeño turista con cámara”, dice. De hecho, el propio Newton aparece en algunas de las instantáne­as de Pigozzi selecciona­das para la ocasión. “Nos hicimos realmente amigos cuando se mudó a Montecarlo. Solíamos cenar a menudo en su casa.Y a él le gustaba utilizar mi piscina para sus encargos: allí retrató a Naomi Campbell, Mick Jagger o Jerry Hall. Era un hombre maravillos­o, elegante y divertido”, recuerda. “Además, resultaba fascinante verlo en acción. Cada vez que venía era una clase magistral.Y más si lo comparas con los fotógrafos de moda actuales, que tienen a 15 personas a su alrededor y 200 tipos de luces. Me solía decir: ‘Soy bastante caro, pero cuando entrego mi material no hacen falta retoques, mientras que las imágenes de otros necesitan 20.000 euros en Photoshop’. Era un adicto a su trabajo y hasta el fnal estuvo interesado en hacer cosas nuevas. Nunca quiso repetirse”. Todo lo contrario que esos yonquis del smartphone que inundan cualquier ciudad haciéndose el mismo selfe una y otra vez: “Todo el mundo tiene un iPhone: desde el tipo que pide en la calle hasta Obama.Y parece que la gente solo está interesada en sí misma: comiendo espaguetis o haciéndole carantoñas a su niño. A mí esas fotos no me interesan.Y luego existen personajes como Kim Kardashian, que tiene 100 millones de seguidores a los que les fascina incluso lo que cenó ayer”.Y continúa su diatriba:“Hoy, cualquiera puede convertirs­e en una celebridad.Antes necesitaba­s a la prensa y la televisión, pero ahora es posible ser famoso en las redes sociales. Es similar a lo que pasó con Donald Trump en las últimas elecciones. Llegó un momento en el que no necesitó más a los medios, porque descubrió que le iban a leer muchos más millones de personas en Twitter, por muy estúpidos o locos que fueran sus mensajes”. Propietari­o de la mayor colección de arte contemporá­neo africano del mundo, con más de 10.000 piezas, Pigozzi hará doblete expositivo este verano, ya que hasta el 28 de agosto la Fondation Louis Vuitton de París acoge la muestra Art/Afrique, le nouvel atelier, una selección de 300 obras propiedad de este personaje inabarcabl­e.“Si fuera Bill Gates, tendría mi propio museo, pero creo que eso sería demasiado caro para mí”, bromea. Antes de despedirse, el capo de las festas de la Costa Azul ofrece un par de consejos para los aprendices de retratista: “Que se estudien el libro The Americans (1958), de Robert Frank. Está todo en él. Y que utilicen cámaras pequeñas. Los modelos grandes resultan intimidant­es”. Palabra de paparazzo amistoso.

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 ??  ?? Naomi Campbell y sus perros, Mick y Bono, en Villa Dorane, en 1993. Arriba, a la dcha., retrato de Helmut Newton, cámara en ristre, también de 1993.
Naomi Campbell y sus perros, Mick y Bono, en Villa Dorane, en 1993. Arriba, a la dcha., retrato de Helmut Newton, cámara en ristre, también de 1993.
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 ??  ?? Mick Jagger, Dennis Hopper y Julian Schnabel, en la célebre piscina de la casa del fotógrafo en Cap d’Antibes, diseñada por el arquitecto italiano Ettore Sottsass, en 1991.
Mick Jagger, Dennis Hopper y Julian Schnabel, en la célebre piscina de la casa del fotógrafo en Cap d’Antibes, diseñada por el arquitecto italiano Ettore Sottsass, en 1991.
 ??  ?? Autorretra­to subacuátic­o del fotógrafo, en la piscina de su casa en Cap d’Antibes, de 1988. En la página anterior, Elizabeth Taylor con su perro y Dave Stewart, en la misma localidad, en 1993.
Autorretra­to subacuátic­o del fotógrafo, en la piscina de su casa en Cap d’Antibes, de 1988. En la página anterior, Elizabeth Taylor con su perro y Dave Stewart, en la misma localidad, en 1993.

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