ANDREASÁNCHEZ
EN MADRID EXISTE un ramillete de restaurantes clásicos que sobrevuela el ranking anual de los más valorados y está por encima de las gastrotendencias, ya que se come muy bien y lo que cuenta son esos referentes que conectan a generaciones de clientes durante años. Mis favorita es La Parra, en la calle Monte Esquinza, que ya cuenta con 34 años. Esta “sucursal” sobrevive así a la que en los años sesenta fundaron en Londres el actor Brian Worth y su mujer, la española Teresa Pérez de Guzmán. Después, su hija Tessa y su marido Ginés, continuaron el legado y ahora, son sus hijas,Tessa y Andrea Sánchez Walmsley, las que continúan la saga. Ellas se encargan de mantener viva esa atmósfera de relax que atrajo en su día a Ana de Inglaterra, los Rolling, Stones, Peter Sellers, Liza Minnelli o al diseñador Ossie Clark. Muchos parroquianos de aquel de Londres siguen viniendo al de Madrid cada vez que pasan por España, como Marisa Berenson o Bryan Ferry, y se dejan ver entre cachorros de la jet de Chamberí (de Nati a Soledad Lorenzo) y ahora también, entre los jóvenes rostros de la llamada Removida, que valoran los encantos de este lugar mítico.“Las modas son efímeras y tan rápido subes como bajas. Lo que sí puedo decir es que en 34 años hay mucho trabajo, esfuerzo y pasión detrás de La Parra. Creo que la clave es mantener una personalidad y un estilo diferenciado del resto, y no sucumbir a la conformidad”, explica Andrea. Por eso, en un lugar que combina elementos andaluces con otros coloniales británicos, es importante la presencia ante el público que asiste día y noche a disfrutar de su carta o a dejarse caer por “Los martes de La Parra” (una cena, de aire clandestino y con vocación de desparrame, a la que invitan las hermanas, como grandes relaciones públicas que son).Andrea controla las diferencias de look según la franja horaria:“Para trabajar al mediodía, en el restaurante, me encantan las faldas tubo y los cinturones anchos que combino con tops, camisas y poco tacón. Por la noche, la atmósfera de La Parra se transforma con luces bajas y velas, por lo que suelo arreglarme más: tacones, maquillaje y alguna joya.