PROVOCACIÓN EN LA CUMBRE
En formato libro y exposición, el nuevo proyecto de ELLEN VON UNWERTH ironiza sobre las tradiciones de su Alemania natal. La fotógrafa habla en exclusiva con HARPER’S BAZA AR de ‘hippismo’, sensualidad y trajes regionales.
De modelo a fotógrafa. Pocas, muy pocas maniquíes han conseguido invertir los papeles en el proceloso universo de la moda. Ellen von Unwerth (Frankfurt, 1954) es una de ellas. Claro que toda su peripecia vital tampoco es frecuente. Con una biografía digna de película, a los dos años se quedó huérfana, pasó parte de su infancia en distintas casas de acogida en Baviera y vivió su adolescencia en una comuna hippy. A los 18, se enroló en el circo Roncalli tras enamorarse del jefe de pista, y allí, haciendo trucos de magia, fue descubierta por la agencia Elite. Se mudó entonces a París (1975) para dar el salto a la primera liga de la profesión, posando para los objetivos de Oliviero Toscani y el mismísimo Guy Bourdin, hasta que un día descubrió que su futuro estaba justo al otro lado de la cámara (su pareja del momento se lo puso a tiro). Sus imágenes, cargadas de erotismo pero no exentas de sofsticación, se han colado desde entonces en publicaciones de medio mundo, además de en innumerables portadas de discos (las del antológico Blackout de Britney Spears y 4 de Beyoncé son suyas) y un buen puñado de vídeos musicales (Duran Duran, Salt-N-Pepa, Christina Aguilera…). Su último proyecto se titula Heimat, un libro –el noveno ya– publicado por Taschen y comisariado por el propio Benedikt Taschen, con el que ya había trabajado en su antología Fraulein (2009), que muestra una Baviera ultrasensual muy alejada de los estereotipos conservadores de la región alemana. PREGUNTA: Con todo lo que ha pasado a raíz de la última crisis económica, el tema de las casas ocupadas está de nuevo candente. Usted vivió, precisamente, gran parte de su juventud en una. ¿Qué recuerdos tiene de aquellos días? RESPUESTA: Era una comunidad hippy en una antigua granja en el campo, a las afueras de Múnich. Puede que aquellos fueran los momentos más felices de toda mi vida. Había una increíble sensación de libertad y de no preocuparse por lo que pudiera ocurrir al día siguiente. Pasábamos todo el tiempo componiendo
“Conozco esta industria como modelo y soy bastante perspicaz. Me hizo comprender lo vulnerable que te puedes sentir delante de una cámara”
música, cocinando, jugando… Aunque es verdad que los vecinos nos odiaban [risas]. P: ¿Cuándo descubrió que quería dedicarse a la fotografía? R: En realidad, bastante tarde.Ya estaba trabajando como modelo y mi novio de entonces, que era fotografo, me regaló una cámara antes de un viaje a Kenia. Fue allí donde me di cuenta de que lo que me gustaba era capturar la vida a mi alrededor. Desde aquel instante, me enganché y ya no he podido parar.Aunque yo no me veo como una fotógrafa, sino como una detective… P: Y esa fascinación (confesa) por su paisano Helmut Newton, ¿de dónde le viene? R: Admiro su estética y cómo ha conseguido mezclar moda, vida y sexualidad en su obra. Siempre mostraba mujeres realmente poderosas.Y me encanta su sentido del humor. P: Usted llegó a trabajar con él como modelo... R: Sí, y fue bastante duro. Me hizo posar hasta que me dio un colapso. Solo entonces hizo la foto. Para colmo, el resultado fue espantoso. Digamos que no fue uno de sus mejores trabajos... De hecho, ni siquiera conservo el retrato. P: ¿Puedo decirle que había algo de él en aquella campaña para Guess, que la lanzó al estrellato, en 1989, junto a Claudia Schiffer? R: Tengo fantásticos recuerdos de aquello. Claudia tenía solo 19 años y estaba empezando. Me encantaba la manera en cómo miraba a la cámara, de una forma que remitía instantáneamente a Brigitte Bardot. Poco después, su fama se disparó.Y sí, lo cierto es que todavía hay gente que me reconoce por aquellas fotografías. P: ¿Cuál es la parte más complicada cuando se trabaja con este tipo de supermodelos? R: Depende del proyecto, pero, para mí, es muy importante que sean alegres, que tengan mucha personalidad y que se muestren receptivas a mis indicaciones. P: Supongo que su propia experiencia como maniquí le habrá ayudado en ciertos aspectos a la hora de abordar una sesión así… R: Claro. Conozco la industria desde ese punto de vista y soy bastante perspicaz.Y, por otro lado, me hizo comprender lo vulnerable que te puedes sentir delante de una cámara y cómo puedes hacer que la otra persona esté a gusto. Aunque lo que de verdad me ayudó fue encontrar mi propio estilo y que les interesara a los demás. P: ¿Diría que en la actualidad existe más presión, sobre todo en términos publicitarios, por parte de las revistas de moda que cuando empezó? R: Desde luego, existen más fricciones en los medios impresos y mucho contenido digital está rígidamente comisariado. Pero los editores también la sufren porque estamos en una verdadera transición. Cada vez se invierte menos dinero en publicidad, y eso ha aumentado el poder de los anunciantes. Es la razón por la que cada vez hago más proyectos personales. P: ¿Y qué le parece la competencia de redes sociales como Instagram, o no lo ve como tal? R: Yo creo que Instagram es fantástica para compartir tus imágenes al mo-
mento y tener una comunidad de gente creativa a tu alrededor. Pero también tiene su lado peligroso: las imágenes se olvidan con facilidad y, muchas veces, se roban impunemente sin dar ningún tipo de crédito. P: Hábleme de su relación con la música, usted que ha fotografado las portadas de discos de Rihanna, Britney Spears, Bananarama, All Saints... R: ¡Y Courtney Love, no se olvide! La portada de Live ThroughThis (1994), de su banda, Hole, es una de mis favoritas de todos los tiempos. Para el caso, cada encargo es algo único y depende mucho de cómo sea el artista.Tienes que conseguir capturar el espíritu del álbum y del músico, que es un reto muy excitante. P: La mayoría de los músicos con los que ha colaborado son mujeres. ¿Existe agún nexo especial? R: No creo. Supongo que, simplemente, les gusta lo que hago.También he trabajado con David Guetta o Duran Duran. A veces me preguntan cómo una mujer fotógrafa consigue ese tipo de imágenes tan sexies o si las cosas serían diferentes si fuera un hombre, y nunca sé qué responder. ¡No soy un tío! Quizá, es que entre nosotras se crea una conexión más íntima. Como un juego entre chicas… P: ¿Y qué hay de su trabajo como realizadora de videoclips y fashion films? ¿Se ve en breve en el mundo del cine? R: Todo llegará. Es algo en lo que estoy trabajando... P: Y luego están los libros. El último, Heimat [patria o tierra natal, en alemán], acaba de convertirse además en una exposición. Imagino que será especial mostrar esta obra en su ciudad de adopción. R: Me hace mucha ilusión volver donde todo empezó. Encima, la inauguración fue dos días antes del Oktoberfest, que es uno de los temas que exploro en Heimat. Aunque el libro resulta bastante paródico al respecto… P: Sí, con esa mezcla de tradiciones bávaras, sensualidad y hasta erotismo explícito. ¿Demasiado provocativo para la Baviera más conservadora? R: Mi trabajo trata sobre la femeninidad y la sensualidad, pero siempre con respeto por las modelos. Dicho lo cual, un volumen así tiene que ser provocativo y exagerado, si no estaríamos hablando de una revista de moda.Y tampoco diría que son fotos eróticas. Es más como una fantasía. P: ¿Y como una vuelta a sus orígenes? R: Cuando llegué a Múnich me sentía una outsider. La gente no nos aceptaba porque éramos hippies. Y yo además era muy delgadita, lo contrario del ideal de belleza bávaro, mucho más voluptuoso… P: Sí, con todos esos trajes regionales, los dirndl, bien ceñidos… R: Es fascinante que aún haya quien los lleve. De joven los odiaba, tan convencionales.... Hasta que empecé a desarrollar una especie amor-odio que todavía perdura.Tampoco está tan mal que la gente se aferre a sus tradiciones.Tiene algo de reconfortante, como si el mundo no hubiera cambiado.