SONATA DE LA CHAMANA
La cantante ALASKA comparte sus recuerdos sobre CHAVELA VARGAS, a raíz de la película que recorre su vida, antes de la fama.
“CONOCÍ A CHAVELA hace muchos años en México, la noche que daba un concierto en el Palacio de Bellas Artes. Eran los años noventa y yo estaba con Pedro (Almodóvar), quien quería saludarla antes del espectáculo, así que nos acercamos durante la prueba de sonido. Era mediodía y la vi allí, sobre el escenario, majestuosa, con una sonrisa enorme. Creo que estaba feliz (es normal, preparaba una gran noche en un lugar importante). Aquella era una Chavela todavía muy entera. Recuerdo otra noche maravillosa, muchos años después, cuando le rindieron aquel homenaje maravilloso en el Teatro de la Ciudad de México en el que participamos muchos artistas. Haber salido a ese escenario para mí es algo inolvidable. Fue poco tiempo antes de su muerte y ella estaba ya muy mayor, permaneció en el escenario durante toda la velada, habló con los presentes y disfrutó de todo aquello, pero parecía ya casi en otro lugar. Estuvo inmenso el escritor Carlos Monsiváis, recitándole versos y contando anécdotas de esa Chavela del pasado, la otra Chavela, aquella que convivía con Diego Rivera, con Frida Kahlo, que era tremenda y sacaba de quicio a todo el que tenía alrededor. A mí, sin embargo, jamás me trasmitió esa actitud furiosa. En la distancia cor ta era tranquila, de gestos lentos, pausada… Lo contrario a esa fuerza desatada que demostró en los peores momentos de su vida. Si la hubiera conocido en los años cincuenta, probablemente dir ía otra cosa, pero yo conocí a una Chavela crepuscular que salía de una etapa de su vida muy intensa, tremendamente difícil y creo que por ello transmitía esa tranquilidad. Había pasado por todo. Cómo era Chavela de especial que la recuerdo, ya mayor, a bordo de una carroza en un desfle del orgullo gay de Madrid. Realizó todo el recorrido sentadita sobre una caja de material de sonido y se empapó de aquella festa con esa media sonrisa suya, a ratos sonrisa entera, observando y disfrutando en silencio.Vi en ella una actitud tremendamente apacible entre todo aquel jaleo. Creo que alcanzó esa calma y esa sabiduría después de haber experimentado tanto como había pasado. Nunca podré saber cómo era ella en los años ochenta, en su época del ostracismo del mundo, cuando atravesó esa etapa en la que la vida la devoró. A ella se la comió entera, pero después la volvió a vomitar”.